Alejé mis manos de mis cabellos y por un segundo, mi mente deseó poder arañarme o hacerme daño, deseoso de reemplazar el asqueroso dolor que estaba creciendo en mi pecho. Todo... Todo me estaba cayendo encima como un balde de agua congelada, pensando en cada segundo que he vivido con Jimin, en cómo puso mi vida de cabeza y cómo podía tomar tan a la ligera absolutamente todo.

"Yoongi..." Avanzó un paso y estiré mi brazo en defensa, mostrándole la palma de mi mano, evitando que se acercara más. 

"No, Jimin¡No vengas!" 

"Pero estás... Yo puedo ayudar." Dijo las mismas palabras que aquel día por teléfono, logrando hacerme explotar de nuevo. Enojado, le devolví la mirada y él me mantuvo la suya, se le veía preocupado, pero eso no me importó al momento de gritarle, de dejar de torturarme tanto y liberar todo, absolutamente todo.

"¡No puedes ayudar en nada! ¡Los amigos no hacen eso!" Grité, sin importarme si mi madre podía oírme realmente. "¡Los amigos no se besan! ¡Los amigos no celan al otro ni mucho menos le ayudan a calmarse! ¡Joder, Jimin! ¡Los amigos no se acuestan juntos! ¡No se ayudan con el celo! ¡Eso no hacen los amigos!" Los gritos tan altos estaban causándome un escozor en la garganta. "¡No somos amigos! ¡Esto no hacen los amigos!"

"Yoongi, baja la voz, tu mamá va a escucharte." 

"¡No me importa! ¡Ya no me importa! ¡No me importa nada! ¡Que todos se enteren! Si piensas que vas a jugar conmigo como lo estás haciendo estás jodidamente equivocado."  

Las piernas me temblaban y me costaba mantenerme en pie, sentía que había entregado todas mis energías en los últimos gritos, perdiendo fuerzas para estabilizarme. Apoyé mi espalda en la pared detrás de mi cuerpo y miré al suelo, sorprendiéndome cuando dos gotas de agua cayeron directo hacía el mármol oscuro del piso. Lágrimas... Estaba llorando, otra vez lloraba por Jimin.

"No quiero jugar contigo, bebé." Escuché su murmullo, sorprendiéndome de que él no hubiera perdido la paciencia ya. 

Un ataque de pánico, yo estaba teniendo un jodido ataque de pánico.

"No tienes derecho..." Murmuré, mientras mi labio inferior se movía y mi cuerpo empezaba a temblar. Presioné la mandíbula, intentando tranquilizarme, mientras llevaba una de mis muñecas a mis ojos para quitar las lágrimas, pero estas no dejaban de salir. "Me vuelves loco." Susurré, hipando un par de veces, antes de juntar la fuerza suficiente para continuar. "Haces que no pueda sacarte de mi cabeza, taladras en mi ser hasta adueñarte de mi mente, de mi corazón, de mis pensamientos ¡Pones mi mundo de cabeza y ni siquiera lo notas! Me haces sentir tan-"

No pude terminar de hablar cuando sentí sus fuertes manos impactar contra mis hombros, pegándome más a la pared mientras su boca se adueñaba de la mía y me hacía soltar un profundo gemido ahogado. Su lengua no tardó en explorar mi cavidad, sacándome otro sonido extraño. Jimin... Bésame más, por favor. 

Mis manos estuvieron tan tentadas a subir hacía sus cabellos y enterrar mis dedos en sus hebras, cuando recordé dónde estábamos y que de nuevo Jimin estaba haciendo lo de siempre, evitábamos el tema principal, deteniendo mis lágrimas con sus labios robándome hasta el último grado de conciencia, sintiendo su muslo presionarse contra mi miembro, habiendo colocado su pierna justo en medio de las mías.

Me apoyé en su pecho para lograr distancia, él mordió mi labio con fuerza antes de separarnos, lo oí gruñir lleno de disgusto. Alfa enojado. Jadee, observando el delgado hilo de saliva que se rompió cuando él pasó su lengua por sus labios. Dios, tiene que dejar de hacer esas cosas.

"Te estoy hablando en serio, deja de hacer eso." Mis labios se curvaron en un pequeño puchero que desapareció tan pronto me di cuenta. Observar esa sonrisa victoriosa y llena de arrogancia que adornada su rostro tampoco era lindo, de nuevo parecía que era el único queriendo sacar algo de esto. "Deja de mirarme así."

Él acercó su frente hasta que se apoyó en la mía y nuestros jadeos fueron lo único que se escuchó en toda la pequeña habitación, su respiración se perdía en mi boca y la mía en la suya, ambos nos miramos a los ojos hasta que logramos respirar profundo, su media sonrisa continuaba molestándome, amargándome el hecho de estar tan loco por ella, de querer besarlo de nuevo solo por esa maldita estúpida sonrisa.

"¿No te han dicho que nunca debes gritarle así a un alfa? Podría comerte." Jimin tomó con cuidado mi labio inferior con dos de sus dedos, tiró de este e hice un gesto de dolor, la yema de su pulgar pasó sobre la herida que me había dejado su mordida, mientras él se relamía los labios. Deja de hacer eso, maldición.

"No juegues." Susurré apenas él liberó mi labio y rozó nuestras narices, su pecho y su cuerpo entero aún estaba tan cerca del mío, teniéndome completamente acorralado contra la pared, mientras una de sus manos sostenía mi cintura con firmeza y la otra pasaba a apoyarse en los azulejos. 

"¿Quién juega?" El marrón de sus ojos era tan intenso, tan decidido, sentía su fastidio por cada una de mis palabras, sin embargo el miedo fue lo que menos pasó por mi sistema, incluso a pesar de sus palabras, no me asustaba, era algo raro considerando la situación en la que me encontraba. "¿Cómo puedes no ver que me tienes igual de loco por ti, Yoongi?"

"Jimin." 

"No, déjame ahora. Es mi turno." Asentí apenas con la cabeza, no quería que su nariz deje de rozar la mía, incluso sus labios estaban tan cerca que de solo estirarme podía besarlo. "No te das cuenta lo mucho que estás consumiendo mi mente e incluso mucho más que eso, no ves la forma como te miro, no notas lo especial que eres ni aunque te lo haya dicho ya una vez."

"Eso no..." 

"No, eso sí." Gruñó, por instinto empecé a ladear la cabeza para enseñarle mi cuello en la típica señal de sumisión del omega, cuando él golpeó con fuerza su palma contra la pared detrás de mí, soltando una maldición. "No, mírame, no quiero ver tu cuello, no quiero que te sometas, quiero que me mires a los ojos y dejes de protegerte de mí porque no voy a lastimarte. Escúchame, Yoongi." 

Obedecí irónicamente y continué observándolo, él tomó aire antes de tranquilizarse, quise pasar mis manos por su pecho en un arrullo para calmarlo, pero consideré que lo mejor era quedarme quieto. Lo dejaría hablar porque realmente yo ya no tenía fuerzas para seguir haciéndolo.

"Mm." 

"Eres tan... Tan adorable." Sentí mis mejillas calentarse y quise evitar su mirada, pero no lo hice, continúe viéndolo, sabiendo que aún tenía algo que decir. "Te has pasado toda tu vida protegiéndote tanto de absolutamente todos, que ahora se te hace imposible creer que alguien puede quererte de verdad, así, por completo, como eres, Yoongi. Y supongo que mis señales se pueden ir a la mierda porque no lograste leer ninguna, así que te lo diré directamente: Me importas, eres lo más importante que tengo en este momento."

No tenía idea de qué de todo me había sorprendido más, Jimin se estaba encargando de romper cada una de las barreras que había tardado años en construir, de perforar tan profundo en mí, de abrir mi corazón para recibirlo a ciegas sin importarme si era una jodida broma o no. Él lograba eso, el único alfa que yo sabía sería capaz de tocar mi corazón y quedarse con él. Bueno... Kwang aún no cuenta como alfa.

"Jimin." Murmuré cuando mis labios por fin respondieron a mis órdenes, moví la boca un par de veces más pero absolutamente nada salió de ella, hasta que después de que él rozó su nariz con la mía en un gesto tan cariñoso que me erizó la piel, me atreví a preguntar. "¿Qué significa eso?" dije en un hilo de voz tan bajo que pensé quizás no lo había escuchado. 

"¿Qué crees que significa?"

"No-No sé ¡No juegues!" Iba a empezar a gritarle cuando fueron sus labios los que se encargaron de callarme nuevamente, esta vez no me opuse, incluso disfruté de su sonrisa cuando su mano se colocó sobre una de las mías que aún descansaba sobre su pecho y entrelazó nuestros dedos, sin perder ni por un segundo el contacto visual.  

"Significa ¿Quieres ser mi novio, Min Yoongi?"

The perfect omegaWhere stories live. Discover now