"Si se lo pido ahora, se asustaría, pero luego claramente lo haré."

"Joder, amigo, en serio estás demente." Escuché la risa de Jungkook y al final opté por algo casual, no quería tampoco presentarme como si estuviera apenas saliendo del trabajo. 

 Mientras tiraba mi ropa a la cama, llamé desde el teléfono del penthouse a la recepcionista, Byul, pidiéndole de favor me consiga un hermoso ramo de flores, si fueran para Yoongi, las elegiría yo mismo, pero todo entraba dentro de mi plan, eso sí él no me terminaba golpeando antes de entregárselos a su madre.

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El resto de la mañana me la pasé escuchando a Jungkook sermonearme, aconsejarme, bromearme e incluso al final desearme suerte con respecto al tema, aún estaba algo enojado con su osadía de haber investigado a mi pequeño, pero eso podíamos arreglarlo después.

Estacioné mi auto frente a su casa y tomé con cuidado el ramo de flores, me aseguré de que mi cabello esté perfectamente despeinado y salí, caminando decidido hasta la puerta. Iba a esperar unos segundos, pero cuando escuché la voz de Yoongi gritando algo que no pude oír, me alarmé. Toqué el timbre solo una vez, intentando ocultar mi preocupación cuando su rostro sorprendido entró en mi campo de visión. Sonreí, solo Dios sabía cuánto lo había extrañado.

"Hey, hola bebé." 

"¡Jimin!" Me sorprendí pero no repliqué cuando saltó hacía mí, rodeándome por el cuello mientras escondía su rostro a la misma altura, inspirando profundamente, mis brazos también lo rodearon por la cintura de forma protectora, atrayéndolo más contra mi cuerpo.

"¿Me extrañaste?" Le susurré cerca de su oído, besando el lóbulo de su oreja, disfruté de su estremecimiento y la forma como se puso tenso, intentando alejarse de mí, cosa que no le permití.  

"Algo... Ya sabes." Colocó sus manos sobre mi pecho, alejándose lo suficiente para que nuestras miradas se encuentren. Observé el hermoso sonrojo dibujado en sus pálidas mejillas y me incliné hacía él, ansiando tanto besarlo y lo hice, por dos segundos sentí la suavidad de sus labios cuando escuché un grito y después una pequeña mano tiró de mi jean.

"¡Jimiiiiin!" Bajé la mirada, sorprendiéndome por la emoción que sentí al encontrarme con los ojitos de Kwang y su enorme sonrisa. Me aparté lentamente del cuerpo de Yoongi, dejándolo en libertad mientras me inclinaba y con cuidado de no arruinar las flores, lo cargué en brazos.

"Hey ¿Cómo estás, Kwang?" 

"Bien." Aseguró él, admirando el ramo. "¿Y Jimiiiiin?" 

"Yo estoy bien, gracias." Dirigí la mirada a Yoongi, quien me sonreía tímidamente, mordiéndose su labio inferior y aumentando mis ganas de abalanzarme sobre su cuerpo para devorarle la boca, hasta parecía que lo hacía con toda la intención. 

"¿Para papá?" Preguntó Kwang, señalando el ramo.

"Oh no." Miré a Yoongi, solo entonces me preocupé en algo más que no fueran las dos personas que más ansiaba ver. Observé a la distancia a una mujer muy hermosa sentada en el sofá, ella me miraba anonadada, supuse que era la madre de Yoongi por su vestimenta tan refinada, además, había algo en el rostro de mi pequeño omega que lo hacía muy parecido a la señora. "Es para tu abuela ¿Me dices dónde está, Kwang?" 

"Síp." Lo bajé con cuidado, él me extendió la mano para guiarme más adentro de la casa. Escuché como Yoongi cerraba la puerta mientras yo me acercaba a la mujer, extendiéndole con cautela el ramo de flores una vez ella se puso de pie. "Abuela." Señaló con su dedito.

"Un placer." Dijo ella tan rápido como recibió las flores. "Y muchas gracias por las flores, es usted muy amable, señor..."

 "Park, Park Jimin." Respondí, aunque estaba más que seguro que ella me había reconocido desde el primer momento en que me vio.

The perfect omegaWhere stories live. Discover now