Observé hacía el frente, faltaba la mitad del camino para llegar a mi casa. Vaya que ese sería un viaje largo y doloroso, consumiéndonos ambos por ese tenso e incómodo silencio que llenó el auto.

            

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"¡Kwang!"

Llegué a mi casa completamente cansado, me despedí de  la señora Yon y tomé en brazos a mi pequeño. Sí, eso era lo que tanta falta me hacía ¿Cómo mi vida había cambiado en apenas unas semanas? Tiempo antes le habría jurado al mismo Dios que si no me separaba de mi hijo, yo podría sobrevivir a cualquier cosa, y ahora estaba liada hasta el fondo con un alfa que ni siquiera era mi alfa, sino un amigo. Ugh, sigue sonando ridículo.

Bueno, se diría que no es normal entre los amigos el darse besos o cosas de ese tipo, pero si razonamos la parte animal de cada individuo, si juntas a un alfa y a un omega en un lugar, y el omega se pone mal, es misión de alfa ayudarlo, no hace falta mucho razonamiento, lo mismo si el alfa está agresivo, el omega tiende a intentar calmarlo, con esto podemos explicar dos de nuestros tres besos, y el primero, pues quizás también fue el alfa de Jimin queriendo salir, o algo parecido. Es instinto, no es amor, no es que él quiera hacerlo, es algo que te nace hacer, más considerando que Jimin me dijo lo mucho que se fía de su alfa. Así que, pensando de ese modo, podría decirse que solo somos dos amigos en este mundo de mierda, caso cerrado. ¡El tribunal ha decretado que el veredicto es: Yoongi es un idiota ilusionado con Jimin! Sí, merezco ir preso por eso.

Quizás tengo que dejar de ver series policiales en la madrugada.

"¿Papá? ¿Tas bien?" Sentía la cálida y pequeña mano de mi hijo sobre mi mejilla, no recordaba que apenas había llegado, me había sentado en el sofá y lo coloqué sobre mis piernas, mirándome "¿Cariente?"

"No, bebé, esta vez no caliente." Suspiré, mirando encantado el hermoso rostro de mi pequeño, su precioso cabello de un castaño muy claro, con sus grandes e inocentes ojos mieles y sus cejas arqueadas hacía abajo, claramente preocupado. "Estoy bien, campeón."

"¿Garita?"

Kwang estiró su meñique hacía mí y reí ¡Chicos! ¡Tienen que dejar de jugar conmigo!

"Tengo una mejor idea." Besé la punta de su dedito, mirándolo a los ojos. "¿Qué tal si dejas que papá te dé tu leche hoy y luego nos dormimos temprano? Mañana es sábado ¿Sabes lo que significa?"

"¡Casssh!" Crash Team Racing, sí, la nueva obsesión de Kwang.

Reí cuando él alzó sus brazos con emoción ante mis palabras. Lo cogí de su cintura y lo bajé de encima, dejándolo sentado a mi lado en el sofá, Kwang se quedó quieto, mirándome atentamente hasta que recordó bajar sus bracitos y lo hizo.

"Primero leche, tigre. ¿De acuerdo?"

"¡Síp!"

Nada me calmaba más que darle su leche en biberón a Kwang, claro que ya no podía hacerlo seguido, había sido regañado por Chae Rin y por la misma Yon cuando mi hijo les contó que aún amaba sentarme en el sofá, que él se acueste sobre mis muslos, apoye su cabecita en mi pecho y reciba la mamadera. Así que con el tiempo dejé de hacerlo, ahora bueno, era una emergencia, si nadie controlaba a mi omega, seguro terminaría teniendo un ataque de pánico por todo lo que me estaba pasando.

Terminé de preparar el biberón y volví al sofá, Kwang ya sabía qué hacer, así que sin mucho cuidado, se apoyó en mis piernas y se tumbó, mostrándome una de sus hermosas sonrisas. Dejé que tomara con su pequeñita boca el chupón del biberón y entonces todo, todo estuvo bien, escuchar como trago a trago mi pequeño disfrutaba de su lecho me arreglaba la vida. Mi pedacito de cielo, el ángel que me salvó sin siquiera darme cuenta, Kwang era mi pequeño súper héroe, mi mejor amigo y el mejor confidente del mundo.

The perfect omegaWhere stories live. Discover now