-¿Quieres hacer esto? Siento que te estoy obligando hacer algo que no quieres. –Se le iba la voz.

-Sí quiero, y además creo que yo no sería la primera que cae a tus encantos.

-Quiero hacerlo, también. Desde que te conocí vengo deseando este momento pero no quiero forzarte si no quieres, esto es de dos. No quiero que sea como las demás, no quiero que sea rápido, quiero que dure y te quiero a ti. No me importa si tengo que esperar una hora o un año.

-Yo no podré esperar un año. –Dije. –Te quiero, Asaiah, te quiero. –Tomé aire. –También te deseo.

-¿Estas segura?

-Es un paso importante para mí, no lo daría si no estuviera cien por ciento segura.

Sonrió con triunfo y me besó toda la boca. Se sentó pero aun sin dejarme de besar. Se quitó su playera azul y la tiró a un lado. Subió sus manos por mis muslos para quitarme mi blusa delgada. No dejó de mirarme a los ojos ni un solo momento.

-Eres increíblemente hermosa, mujer. –Dijo con la respiración entrecortada.

Dejó que su boca vagara por todo mi cuello. Yo tenía la vista clavada al techo pero no dejaba de sentir la enorme cicatriz de su espalda bajo la yema de mis dedos. Entonces algo que me habían enseñado en clases  de orientación y biología apareció en mi cabeza.

-¿Tienes… -No puedo hablar bien, tengo la respiración alterada. –condón?

Alejó su boca de mi cuello y me soltó.

-Mierda, no. –Se pasó la mano por el cabello.

-Pensé que un chico como tú siempre trae uno en la billetera. –Comenté con gracia.

-Deje de llevarlos cuando te traje a tu casa la primera vez.

-¿Por qué?

-Porque ya no había ninguna otra mujer que me interesara que no fueras tú. –Confesó.

-A la mierda el condón. No creo que pase nada. –Dije.

-¿Qué?

-No me digas que no lo has hecho sin condón.

-No.

-Oh. –Volvió a sonreír de forma pícara.

-Existe la pastilla. ¿No?

-Claro. Solo que la próxima vez debes de traer uno, no quiero quedar embarazada.

-Lo prometo.

Volvió a besarme todo el tiempo hasta que permanecimos de forma natural, sin ninguna tela, sin nada. Solo un par de cuerpos cubierto de pieles.

Este hombre es sencillamente perfecto físicamente. Sus tatuajes cuentan historias. Tiene cicatrices que han marcado su camino y está en medias perfectas de pie a cabeza. Es como un dios griego. De pronto noto que tiene un tatuaje en el muslo, no lo había visto antes, es una rosa roja, muy bien dibujada y se ve muy real.

Mi cuerpo es toda sensación mientras es poseído por él. Miedo, inseguridad, curiosidad, e incluso dolor por un momento al principio pero de pronto todo se vuelve mejor. Me siento como si estuviera volando, volando con él. Es increíble toda la cantidad de placer que uno puede llegar a sentir con el sexo, ya sé porque a las personas les gusta tanto. Te permite estar tan cerca de esa persona que amas y se vuelven literalmente uno solo.

Somos solo uno. Hasta que ambos terminamos agotados y nos quedamos dormidos, entrelazados, y enredados entre nosotros y un mar de sábanas.

Solo la luna y nosotros sabemos que fue lo que pasó aquí. Y se repetirá el resto de la noche en mis sueños.

Al abrir los ojos lo primero que vi fue tinta negra. Mi vista se recompuso y pude enfocar de nuevo mi visión. Estaba dormida sobre su pecho y ambos permanecíamos desnudos. Alcé un poco para ver esa tinta negra que no había visto en su pecho. Era la silueta de un ave en pleno vuelo y estaba justo encima de su corazón. Era un tatuaje, un tatuaje nuevo. Lo miré a la cara y estaba dormido, esta vez no tenía el ceño fruncido y se veía más relajado, más tranquilo. Mi pierna derecha estaba atrapada entre sus rodillas y su mano izquierda me rodeaba mi espalda. Pasé mis dedos por ese nuevo tatuaje y provocó que él se despertara.

-Es nuevo. –Dijo con los ojos aún cerrados.

-Ya me di cuenta. Pero, ¿por qué? –Abrió los ojos y me sonrió.

-¿Recuerdas cuando te pregunté si te harías un tatuaje?

-Sí.

-Me dijiste que harías un ave porque es todo lo que deseas ser. –No es posible que se acuerde de eso. –Bien, para mí esa ave te representa a ti y me la puse encima de mi corazón porque ahora tú lo tienes.

No sé qué sentir. Mi corazón se aceleró pero no soy capaz de sonrojarme como lo hago siempre. Lo único que pasa es que se me sale una lágrima, una lágrima por la emoción. Esto es tan profundo, tan importante y llevará eso tatuado por el resto de su vida. Me llevará por el resto de su vida.

-Dios, Asaiah. No sé qué decir. Solo, no puedo creerlo.

-¿Creer qué? Tú significas mucho para mí y has hecho que mi vida tome sentido. Quiero llevarte siempre, y lo haré.

-Dios, es qué. Llevarás eso el resto de tu vida.

-Solo he amado a dos mujeres en la vida. Mi madre, Rose, por eso la rosa en mi muslo derecho. Esta ahí porque cuando era pequeño me caí y me hice una herida profunda, pensó que perdería la pierna, pero sané y ella es el peso que le falta a mi pierna para que mi vida se equilibre. Y luego estás tú, mi cura, mi razón de luchar contra mis fantasmas. Te has robado mi corazón en un mes. Por eso el tatuaje ahí.

-¿No era más fácil tatuarte mi nombre? –Por alguna razón cuando me pongo nerviosa hago bromas.

-Quería algo que solo lo entendiéramos tu y yo. Que fuera solo nuestro.

-Nuestro. –Repetí. –Nuestro momento y ahora nuestro tatuaje. Tendré que hacerme uno ahora.

-No tienes que hacerte uno si no quieres. Ya me has demostrado que en verdad me quieres y la verdad no sé cómo es eso posible.

-Me enamoré del chico malo, del criminal. Del que es famoso por tener una reputación llena de mujeres y violencia. ¿Crees que yo sé cómo me enamoré de ti?

-¿Cómo es que nunca te vi en la escuela antes?

-Es lo mismo que yo me vengo preguntando desde que te conocí.

Con su mano izquierda me acarició la mejilla y luego me besó la frente. Con los dedos de su otra mano comenzó a hacerme cosquillas en mi columna.

-Tienes un cuerpo hermoso. Y yo he sido el único que lo ha visto. Debería estar orgulloso.

-¿No lo estás?

-Claro que sí. Y espero poder repetir esto otra vez.

-Bien, ya debes de estar contento. Tuviste sexo conmigo.

-Ay, Christina. No, hicimos el amor y nunca me cansaré de hacer eso contigo.

Me sonrojé.

-Tu cabello esta hecho un desastre. –Tenía una sonrisa pícara en el rostro.

-Eso no es precisamente lo que una mujer quiere escuchar al despertar. 

BestiaWhere stories live. Discover now