Capítulo 8.

3K 179 13
                                    

Erick

— ¡Estás mal!, ¡Me has engañado!, ¡No pondré un pie en esa casa! — me amarro más fuerte el cinturón a tal punto que siento como se me clava en el pecho con fuerza.

— Respira profundo, todo saldrá bien, ¿Quién eres?

— Vete al demonio y si no te vas yo mismo me encargaré de llevarte — estoy al borde de la desesperación — tenía una idea diferente cuando me dijiste que tenías el plan que resolvería mis problemas— me clavo más en el asiento.

— Te estás portando como un estúpido mocoso — su rostro muestra cuan aburrido le resulta la situación— ¡Tienes 22 años!, compórtate como un adulto.

— Me importa poco lo que piense tu mente llena de oscuridad, no pienso entrar en esa casa — niego varias veces hasta que me duele el cuello — ¡Quieres que me arresten! — lo miro asustado.

— No me dejas opción Erick Miller — entrecierro los ojos, esto no va por buen camino — debes hacerlo por tu familia, tu mamá trabaja mucho y tu hermana lo hace esporádicamente, necesitan de ti...

— ¡Cállate! — Le doy un golpe al asiento molesto — Está bien, voy a hacerlo, debo hacerlo, no me queda opción.

— Perfecto, ¿Quién eres entonces? — Recito lo que me pidió que aprendiera sin equivocarme — bien suenas convincente.

— ¿Estás seguro de que no sabrán nada?

— No, ya resolví todo ese asunto — habla con orgullo — sales en el sistema como el mejor profesor de Canadá — me guiña — ahora baja tu trasero gordo de mi auto, no puedes llegar tarde tu primer día.

— No puedo creer lo que estoy por hacer, deséame suerte — me bajo antes de escuchar su respuesta.

Uno hace cosas estúpidas a lo largo de la vida, sin duda está va primero en mi lista personal.

Días atrás

— ¡Qué! — Jacob me mira atónito.

— Presta atención bruto, me despidieron porque resuelta ser que insulte a la gran señora Wells, esposa de un político muy importante que ahora vive en la ciudad— me despeino un poco el cabello de los nervios — la familia estará por tiempo indefinido y yo ofendí a la vieja aquella ocasionando un desastre tan estúpido— no sabía que el témpano de hielo con el que me tope sería Marian Wells.

— Estás tan frito como las alitas de pollo.

— Gracias Jacob, no sabía eso— sus palabras no me alientan para nada —en teoría no fue mi culpa, esa mujer me desespero y no iba a permitir que me pisara como si fuera una hormiga.

— Eres muy impulsivo con ciertas cosas Erick.

— No empieces con tus sermones que ambos sabemos son malos y no los escucharé, si hubieses estado ahí me darías la razón — Jacob me mira como siempre lo hace, con aburrimiento porque piensa que soy un exagerado — ese tono que usó conmigo y la miradita de superioridad.

— Y gracias a eso te has quedado sin trabajo — realmente me siento frustrado y cansado — ¿Carlotta dio tu nombre a la señora Wells?

— No, eso es confidencial — gracias a Dios — ¡No cometí un delito!

— A pesar de todo es una buena jefa, tuvo que soportar todo este drama innecesario — le da crédito.

— ¡Por culpa de la vieja Wells! — Trato de calmar mi furia— no le he dicho a mi mamá y estoy seguro de que apenas lo sepa, trabajaría el doble por mi falta de empleo.

Una Inesperada Casualidad - Libro 1Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu