Capítulo 2. "Sin tiempo para explicaciones" (Parte dos)

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Lamentablemente era imposible hacerlo sin consecuencia alguna por sus actos en el pasado.

—No... creo que sea buena idea —replicó, titubeante.

Ann se acercó a él y lo tomó de la mano.

—Ya no estarás solo, Félix —susurró.

El titán se relajó, correspondiendo al gesto de la cazadora. Tal vez podría tener razón.

—Está bien —cedió finalmente —, pero no piensen que me presentaré ante la Vanguardia a hablar de lo sucedido. No quiero darle más vueltas a todo.

Después de eso, pasó de largo ante todos los demás. Seguramente a reunir sus cosas personales.

Kelso carraspeó con levedad, llamando la atención de su espectro.

—Bueno, ya hemos visto el desenlace que ha tenido esta linda historia —habló en forma burlona. Guardó silencio poco tiempo, cambiando después su voz tan drásticamente a una amargada. —. Hora de irnos.

En cuanto se giró, pudo ser testigo de como el titán colapsaba por alguna misteriosa razón. Así como la otra cazadora fue la primera en acudir a su auxilio, seguido de sus otros dos compañeros. Solo Kelso permaneció ahí, viendo cómo los guardianes no sabían cómo tratar a Félix.

—Por el viajero... —exclamó Ann, completamente sorprendida al ver el brazo derecho del titán convertida completamente en una extremidad Vex.

Eros se dirigió fuera de la cueva al ver algo para nada normal. Su guardián le siguió, no esperando ver lo mismo que su espectro.

—Otra vez ella... —dijo el espectro realmente curioso.

Una Exo observaba desde la lejanía. Misma persona que ya había sido vista por más guardianes alrededor de Venus, la Tierra y, con más frecuencia, la Luna. Incluso se rumoraba de que era un mal augurio para aquel que se la encontrara.

—La desconocida —susurró Kelso, mirando a la Exo hasta que esta se desvaneció utilizando de alguna manera la misma teletransportación que los Vex.


(...)


Félix despertaba con el último recuerdo sobre su regreso a la Tierra. Con lo primero que se encontró fue con un Caído, preso; aparentemente igual que él. Todo su cuerpo estaba atado. Lo único que faltaba era que también estuviese amordazado.

—Tranquilo, no muerde —dijo Kelso — Bueno, no puede hacerlo.

—¿Qué demonios? —se quejó, forcejeando con las ataduras.

Kelso asintió, para poco después ignorarlo. Su espectro parecía verse angustiado, pues como era posible ver, estaba siendo cómplice de algo que realmente no quería hacer.

—¡Espectro, exijo una respuesta!

Eros volvió la vista a su guardián, mismo que conducía la nave en la que viajaban. Este negó con la cabeza, diciéndole qué contestar.

—Debes entender que esto es un malentendido —dijo, algo apenado.

El titán negó con la cabeza, intentando en una nueva ocasión liberarse. Su actitud se vio más hostil cuando observó el Ojo de Atheon, siendo resguardado en un pequeño cubículo como otro premio más.

—Me secuestraron, atacaron a mis compañeros, robaron el ojo... —se detuvo en ese momento al ver su brazo completamente descubierto —. ¿Cuánto crees que te dará la Vanguardia por mí?

Kelso alzó cada dedo, contando las acciones de las que se le acusaban. Después pensó en la cantidad de Lumen que se le daría si entregase al Titán ante la Vanguardia.

Destiny: The JourneyWhere stories live. Discover now