Capítulo 2. "Sin tiempo para explicaciones" (Parte dos)

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Sistema solar. Venus, Sumidero de Ishtar. 20:14 (Hora terrestre).

Una pequeña brisa de la lluvia limpiaba las armaduras de toda la mugre y sangre ajena de todos los guardianes que caminaban rumbo a la cueva en la que Félix se hospedaba. Todos sus compañeros seguían insistiendo en que los acompañara, pero Kelso solo estaba en silencio, muy pensativo. Gotas de agua se escurrían entre las rocosas paredes, así como otras pasaban por un filtro que las limpiaba en su mayoría para luego estar lista para ser bebida.

—Creo que hasta los Caídos viven mejor... —susurró la espectro escarlata.

Ragnar le propició una mirada de reproche por su comentario. La espectro se dejó intimidar, por lo que trataría de hacer menos comentarios de ese tipo. Félix no le prestó ninguna atención a las palabras dadas de la espectro y prosiguió a encender las lámparas que había adaptado ahí mismo, mismas que eran alimentadas por las cargas de granadas de arco que los caídos poseían. Aunque cuando estos desaparecieron, buscó entre sus guaridas motores y fuentes de energía que lo mantendrían con la única luz que le quedaba de su lado por un largo periodo de tiempo.

—¿Por que has estado aquí todo este tiempo? —inquirió Ann.

—Porque ya no tenía modo de salir después de que Xän muriera —contestó, llendo al montón de papeles donde se encontraba su espectro. Lo quitó de encima y tomó una hoja para comenzar a escribir algo en ella.

Los guardianes le siguieron el paso. Sus hombros descendieron con levedad al ver al espectro esmeralda sin vida.

—¿Cómo fue que pasó? —cuestionó nuevamente la Exo, le parecía tan fúnebre ver la carcasa del espectro aún ahí, siendo cuidado por su guardián.

Félix, quien escribía sus avances, se detuvo, recordando el día en el que Xän fue herido por una Gorgona.

—En una incursión a la Cámara de cristal —respondió, aún viendo en rápidos flashback como su espectro era herido por unos de los proyectiles del Vex.

—Debimos haber estado ahí. —Ragnar inclinó la cabeza, le era un poco increíble saber que realmente eso había pasado. —. Así no nos encontraríamos aquí, hablando de esto.

—Los lamentos no nos sirven de nada en estos momentos, amigos míos —indicó Félix, terminando de escribir en aquella hoja —. Hay... algo que me perturba. Por desgracia aún no sé qué es.

Frost, la titán de armadura plateada se encaminó al frente, contemplando con detalle el lugar donde Félix vivía.

—Has pasado mucho tiempo aquí, en la oscuridad, sin espectro... sin luz —mencionó, al final enfocando su atención en él —. ¿Realmente te encuentras bien?

—Lo estoy —respondió Félix de inmediato, cargando a Xän con una de sus manos y colocar bajo él aquellos apuntes recién hechos —. Nunca me hubieran vuelto a ver de no haber sido de otro modo.

Los guardianes, antiguos compañeros del Buen samaritano de Venus, permanecieron en silencio. Si fuera por ellos preguntarían hasta por el lugar donde Félix defecaba, mas sin embargo, no tenían tiempo. Debían ir a la Tierra a reponer sus suministros e informar a la Vanguardia de la actividad hostil en Venus. Aún así, con tantas cosas por hacer, querían llevárselo para tenerlo de vuelta en el equipo.

—No podemos dejarlo aquí —declaró Anne, aferrándose de cualquier manera a él para evitar que se quedara.

La postura imponente y firme que mantenía Félix, comenzó a tambalearse. Ahora podía irse sin ningún problema, ya no tendría que lidiar más tiempo con los Vex. No tendría nada de que preocuparse.

Destiny: The JourneyWhere stories live. Discover now