✦Timor

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DISCLAIMER: Yuri On Ice no me pertenece.

ADVERTENCIAS: OCC(?), Errores ortográficos, suspenso, y miedo(?)

A capitulo.

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Timor

Manos del tiempo

Retorcerán mi cuello

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El albor de la mañana era diáfano ante las ventanas que venturosas liberaban un frio ambiente de soledad y tranquilidad. Por las cortinas acendradas se podía notar aquel hermoso jardín floreciendo y el comienzo de la primavera. Porque ante aquella visita su estadía había sido de lo más acogedora.

Entre el olor a viejo, a recuerdos y a melancolía. Estuvo ahí todo el invierno, durmiendo sin temor alguno, acurrucado en frazadas arrugadas y empolvadas, que con el tiempo el dinero consiguió para lavarlas.

El dia de hoy estaba fresco, la brisa acariciándole el rostro con delicadeza y la mansión lo más muda posible. En aquel tiempo descubrió que la afonía era espeluznante, estremecedora, terrorífica, pero era porque esos eran sus pensamientos. Y como por obviedad, se dio cuenta que solo se escuchaba a sí mismo.

Se vio obligado entonces a aprender a apreciar aquel momento y en cuanto descubrió que su abuelo tenía una biblioteca a lo recóndito de la mansión, pudo convertirla en su más preciada compañía. Cuando cantaba, cuando se asomaba a la ventana, cuando se sentaba en el piano, sentía la presencia de soledad a un lado y afonía al otro. Danzando con las melodías entrecortadas de un gramófono y los discos de su abuelo rayados.

No era tan malo.

Hoy se situaba en su pequeña mesa, comiendo un humilde desayuno. Café y tostadas, deshaciéndose de todas sus raíces niponas ahora simplemente era un británico común. Con la espalda encorvada y los ojos fijos en el periódico se preguntó cómo el correo postal se dio cuenta que ya había alguien habitando es esta gran mansión.

Los rumores corren rápido ¿No? Pensó

Mientras tanto, su lectura mañanera se le estaba haciendo tediosa. Leer cosas como estas nunca fueron de su agrado y el tener que hacerlo no le era cómodo. No obstante había algo que le había comenzado a inquietar y era el tic tac del péndulo que nunca reparo y la presencia de la increíble e inesperada brisa que golpeaba las cortinas con cólera.

Era como si postergaran algún mal presagio.

Pero simplemenrte se conectó a su hilo de conciencia de inmediato cuando su paladar ya no sentía el café y su mano comenzó a cansar por estar empinando la taza ante sus labios. Cuando enfoco la mirada noto el sedimento del café y lo coloco boca arriba encima del plato. Tenía un sabor de boca agridulce que le descolocaba pero a la vez lo enfocaba en lo que pasaría a continuación.

Se levantó de su silla dispuesto a llevar la vajilla de su desayuno a la cocina y en el camino se encontró con el cuadro espeluznante de aquel ruiseñor galante.

En verdad que quería quitarlo de ahí, pero era tan alto que si traía una escalera y trataba de hacerlo el mismo, primero se mataría antes de poder cargar con tan pesado retrato. ¡Si hasta el marco era de oro! Dios santo.

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