XIX

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Tal vez me hubiera sentido avergonzada de admitirlo en un lugar diferente, pero esa mañana me sentía exepcionalmente bien. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan viva... años, definitivamente.

Y no fue un sentimiento al azar. Yo estaba completamente consiente de la razón, pues esta estaba tendida junto a mi, abrazándome.

Esa vez fue diferente a cualquier otra, porque ambas nos encontrábamos conscientes de lo que hacíamos, no había nadie borracho, drogado o dormido. Ambas estábamos completamente despiertas, y eso significaba demasiado para mi. 

Falyn seguía dormida, al igual que la mayoría de las personas en el lugar, después de todo, el sol recién comenzaba a asomarse por el horizonte. Pude aprovechar el momento para pensar, con calma, sobre todo. Me acerqué aun más al calor que irradiaba el cuerpo de ella junto al mío, sabía que reduciría los riesgos al máximos para que ningún niño resultara herido, pero sería difícil.

¿Cuántos estarían dispuestos a pelear? Falyn no lograría hacerlo bien sola si eran demasiados. Después de todo, ella siempre había estado con un grupo reducido, seres humanos que querían aprender a manejar armas o solo conmigo. 

Pero estaba pensando más allá que el entrenamiento de la niños, al momento de la batalla, que no terminaría hasta que todos nosotros estuviéramos muertos o lo estuviera la pareja de alphas. No permitiría que nadie se ensuciara las manos o la conciencia. Estaba casi completamente segura de que Falyn y yo éramos las únicas personas con sangre en nuestras manos. Aunque ella se había ensuciado por mi culpa. Y no permitiría que nadie más volviera a hacerlo.

Los niños irían para intimidar con el número. Yo iría a matar.

Los ojos de Falyn se abrieron lentamente. Se encontraron con los míos. Nos sonreímos, un poco avergonzadas por la situación, pero de cualquier forma, ninguna quería alejarse.

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Cuando el momento del entrenamiento llegó, Falyn estaba mucho más confiada de lo que pensé que sería en un primer momento. Separó a los niños en algunos grupos, dejando fuera a los más pequeños y débiles, que miraban indignados sentados al lado mío. Había tomado a los mejores y más ágiles para que le ayudaran a enseñarle a los demás. 

-- Si haced esto -- Dijo ella, llamando a un chico una cabeza más alta que ella a su lado. A penas fui capaz de ver sus movimientos para que él terminara dándose un aturdidor golpe en el suelo -- Van a ganar valiosos segundos. No necesitan tener demasiada fuerza y la otra persona no será capaz de defenderse.

Recordaba ese movimiento. Pero mi papá me había enseñado como evitarlo y predecirlo, aunque había mantenido ese conocimiento solo para nosotros, diciendo que no era bueno enseñarle todas las técnicas a los "soldados", pues estos no debían hacerse tan poderosos como el líder al mando.

-- Creen que la técnica es infalible -- Había dicho él -- Entonces los confundes y puedes rebanar sus gargantas con solo mover la mano.

Respiré profundamente y me levanté. Caminé hasta donde mi amiga se encontraba corrigiendo la posición de los niños.

-- ¿Cómo era, Falyn? -- Preguntó. Mi amiga sonrió, pese a haber dicho antes que practicaría con ellos, había decidido no involucrarme en la lucha ese día. Pero todos podemos cambiar de opinión.

Mi amiga parecía en realidad bastante emocionad por poder repetir el movimiento una vez más. Cuando ella tenía sujetas mis dos manos en un ángulo extremadamente doloroso que me tenía muy vulnerable y se inclinó durante un segundo para tomar impulso y lanzarme, me aguanté el dolor en mis muñecas al liberar mis manos, haciendo que las de ella hicieran un movimiento brusco, y tomando esa mitad de segundo de ventaja, tomé su cabeza y empujé al suelo, haciendo que su cuerpo perdiera el equilibrio después de un pequeño rodillazo en sus costillas. El resultado fue que ella estuviera de espaldas a mi, con mi brazo alrededor de su cuello e imposibilitada de moverse por mi tacón presionando en su pierna.

MicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora