Eclesiastés

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- Que el señor te bendiga, hermano –Me dijo el muchacho, luego de finalizado el sermón, tendiendo su mano para saludarme, apretando la mía bien fuerte.


Entonces una excitación recorrió todo mi cuerpo

Mientras cada uno de mis órganos reaccionó por causa del chispazo

Que sentí

Dos segundos

Es lo máximo que tarda nuestro semanal apretón de manos

Pero en mis sueños

Esa mano

Desabrocha cada uno de los botones de mi camisa

Baja el cierre de mis pantalones

Y me hace cosas que nunca haría la mano de un ''hermano'' de la congregación.

Nuevas SensacionesWhere stories live. Discover now