— El dios de la comida te oiga, ¿Qué tal te va con Mariana? — pregunto por su novia número 10 en este mes.

— Terminamos — suelta una risa sarcástica — esta vez el culpable no fui yo.

— Siempre dices eso — robo alguno de los ingredientes y me los como antes de que me golpee.

— La encontré en la cama con mi prima — empiezo a reírme a carcajadas ya que me parece muy gracioso, pero me detengo al ver su mirada seria.

— ¿No juegas conmigo? — niega

— ¿Tu prima? — asiente

— ¿juntas? — vuelve a decir que sí.

— ¿Desnudas? — Asiente — demonios tu vida esta para una película.

— No quiero una película donde este mi prima desnuda, gracias — tiene algo de razón — Antes de venir al trabajo termine con ella, en realidad no me importaba mucho esa relación solo intentaba olvidar a... Emma— hago una mueca, aquí vamos de nuevo con la misma historia.

— Clark creo que debes entender que mi hermana no le interesas ni un poco, lo que ustedes tuvieron fue un amor de verano y como todos sabemos esos amores se olvidan — suelta un largo suspiro, creo que fui muy sincero — acaba terminar con su novio y en serio esta despechada, y aunque este sola no tienes oportunidad te ve como un amigo — su mirada es de dolor. Creo que no soy bueno para dar concejos amorosos — sabes que todo lo que digo es para que te duela menos.

— Sí y a veces desearía que te quedaras callado un momento — lo miro mal — ¡oh!, fui muy directo lo siento — siento el sarcasmo detrás de esas palabras.

— Oye no es mi culpa amigo, aunque no entiendo que le ven a mi hermana ella es un grano en el trasero y créeme que un grano duele y es fastidioso.

— Tu hermana es única, maravillosa, espectacular y no quiero saber si te salen granos ahí.

— ¿Por qué parece que un unicornio siempre le vomita el cabello?, entones si es única — rio de solo imaginarme a Emma con el cabello multicolor.

— Eso es solo una parte de porque la amo — trato de no voltear los ojos, me parece un poco estúpido que siga enamorado de mi hermana, después de tanto rechazo que ha recibido de su parte.

Emma Miller la rompecorazones de Toronto así deberían de llamarla.

— Clark sé un...— no termino de hablar cuando veo a mi jefa con varias cajas de pizzas y una sonrisa que conozco muy bien.

— Tienes una entrega grande para el centro de la cuidad.

— Pero si se están haciendo las pizzas... ¿cómo van hacer las 10 tan pronto? — pregunto sin entender.

— Paul está en la otra cocina haciendo las pizzas que han pedido a domicilio — Clark me da una mirada cómica que se lo que significa y lo menos que deseo es ir a la otra cocina con Paul. Sin perder tiempo agarro con cuidado las 10 cajas, al parecer alguien tiene dinero — por favor trata de llegar temprano.

— Haré mi mayor esfuerzo— sonrío encantadoramente y su gesto de seriedad se suaviza.

— No entiendo porque utilizas esa bicicleta, te ofrecí la moto.

— ¡Hay que cuidar el planeta! — grito mientras salgo.

~*~

Antes de volver a entrar en la cocina, respiro un par de veces hasta que mi corazón y pulmones no duelen. La última entrega me dejo cansado, tengo buen cuerpo gracias al ejercicio que a veces hago, pero no contaba con que un bendito perro me persiguiera todo el camino incluso trate de empujarlo, pero solo logre caerme de la bicicleta. Lo bueno fue que las pizzas las había entregado, lo malo es que no me dieron propina solo la paga justa.

Gente tacaña habita en este mundo, no trabajen. Roben un banco, cásense con alguien que tenga una herencia y luego viven una vida alejada del público.

— Vaya, alguien beso el piso — Clark se ríe y se porque, mi camisa está sucia y mis pantalones tienen un hoyo en la parte alta del muslo. Su risa se detiene cuando le lanzo uno de mis zapatos — ¡oye! Hijo de la gran parchita— empieza a perseguirme por toda la cocina, pero soy rápido, no me atrapa hasta que me resbalo y caigo directo al piso de nuevo.

— El mundo está en contra de mi hoy — digo mientras Clark me ayuda a levantarme.

— En serio amigo usa la moto, gastas más energía con esa bicicleta de la que deberías.

— Tú solo encárgate de cocinar las pizzas, que yo me encargo de mi medio de transporte — digo malhumorado, levanta las manos como si lo estuviera robando y no me dirige más la palabra lo cual agradezco.

Cierro los ojos y trato de pensar en mi lugar feliz hoy ha sido una noche muy ajetreada, he entregado más de 20 pizzas y mi cuerpo solo quiere estar en la cama. Abro los ojos al ver como Clark limpia la cocina muy tranquila, solo faltan 10 minutos para salir, solo 10 minutos para ser libre, 10 minutos de fel...

— Erick — me observa con cierta pena — tienes una última entrega que hacer— ¡No!, Dios mátame ahora antes que me desmaye.

— ¿En dónde es ahora? — trato de no pagar mi molestia con mi jefa.

— En villa Isabelle — abro los ojos tan grandes que estoy casi seguro que unos melones se quedan pequeños del tamaño — Por favor dime que es mentira — su mirada me dedica "Lo siento" — bueno iré no me queda de otra.

— Y vete directo a casa Erick, te quedas con la paga completa de esta pizza — me despido de todos y salgo maldiciendo mentalmente.

~*~

Voy manejando lo más rápido que puedo, verifico la hora 1:00 am, ¡Quien pide una pizza a esta hora!, la bicicleta se tambalea un poco y decido que es hora de calmarme antes que tenga otro accidente y termine peor de lo que ya estoy.

Villa Isabelle es donde viven las personas con más clase de toda la cuidad, millonarios que piensan son lo mejor de la galaxia y no soporto ir hasta allá, aparte que queda casi a las afuera de la cuidad. Es un viaje un poco tedioso, sin embargo, es trabajo, por lo menos se el número de la casa y que debo ir a la entrada de los empleados (como es de esperarse), esas personas no se ensuciarían las manos comiendo una simple pizza, lo más probable es que coman Pato al horno rebosado con unas especies que tienen nombres muy difíciles de pronunciar.

No juzgo sin conocer, pero he tenido muchos problemas con esa clase de personas.

Toco otra vez la puerta y nada, ya estoy pensando en comerme la pizza y culpar al perro, no entiendo para que piden una pizza si nadie está para recogerla. Empiezo a tocar de manera insistente, tal vez si fastidio me abran.

Tengo una excelente suerte, mi jefa me dice que puedo agarrarme la paga completa de una pizza nadie aparece, luego de unos minutos interminables me decido a irme, solo que la puerta se abre deteniendo mi huida.

— Les traje su pizza — hablo sin mucho animo a la señora rubia de ojos verdes que me mira como si fuera una bolsa llena de basura, esas que botan la agüita asquerosa — Señora traje la pizza que me pidieron — insisto hasta que reacciona.

— No tenemos tan mal gusto en comida.

— Se nota— la miro fijamente, no va lograr intimidarme —pero llamaron desde su hermoso castillo y traje la pizza, espero mi paga ansioso.

— No te enseñaron modales.

— Sí, pero solo los utilizo con personas que son amables conmigo y sin ofender usted es todo menos amable.

— Que chico tan impertinente.

— Señora no deseo discutir con usted por favor agarre la pizza — desaparece unos minutos y cuando vuelve me da mi paga que es el doble de lo que esperaba.

— Espero no verte más cerca de mi "Castillo" — cierra la puerta sin esperar un agradecimiento de mi parte, vaya que mujer tan linda.

Camino al lado de mi bici muy tranquilo antes de emprender el viaje hasta casa, me detengo solo un momento al ver el gran letrero — "Residencia Wells" — definitivamente esta no ha sido una buena noche y un buen comienzo del siguiente día, ya quiero que acabe. 

Una Inesperada Casualidad - Libro 1Where stories live. Discover now