CAP (37). Sin más secretos

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—Cada día estoy descubriendo más cosas sobre ti y en cada una de ellas me enamoras más de ti.

—Mejor espérate, hoy descubrirás muchas cosas y dudo mucho que todas te gustaran.—hablé con tristeza.

—Debería ser un estúpido para juzgarte por tu pasado.-ame acarició la mejilla. —Me importa saber que tanto te atormenta. Allá va todo esto y no en cambiar lo que siento por ti.

—Mis padres murieron en una noche en la cual yo ni me encontraba en la casa, me había quedado en la casa de una amiga.—intenté recordarme cada detalle. —Prácticamente, en esa noche me quedé con esa chica solo para buscar la mejor manera que podría existir para que mis padres me entiendan, ya que me quedé embarazada.

—¿Y el padre de Diego?

—Aún no se lo había dicho, quería arreglar primero el asunto que incluya a mi familia. Pero...al parecer, después de esa noche, darle esa notificación ya no representaba un problema.

—Rose, yo...— hizo una pausa. —Yo me metí un poco en tu vida, y conozco la historia, o mejor dicho, esta parte.

—¿Y? —pregunté confundida.

—¿No estás enojada por esto?

—Ya no importa ahora.—sonreí.

—Bueno, a mí me parece que algo no va bien allá, no creo que tus padres murieran por esa causa. Mi instinto me dice que hubo algo más.

—Lo sé.—confesé con una sonrisa amargada. —Yo tampoco creí todo lo que me dijeron, pero nadie quería buscar más razones y más detalles, esto necesitaba más trabajo y nadie quería hacerlo. Así que me tocó resignarme.

—¿Y no pensaste en hacer algo más?

—¿Hacer algo más, Colín? Me vi sola tras la noche, sin futuro para mi y tampoco para Diego.

—Esto también es cierto.

—Hubiera sido mejor quedarme allá. —dije pensativa. —Poco después descubrí quién era Alex de verdad.

—¿Qué te hizo?—agarró mi mano entre las suyas.

— Cuando se enteró de que mis padres murieron me propuso moverme aquí con él. En ese momento estaba tan sola y enamorada que pensé que era lo mejor que me podría pasar.

—En cambio, no lo fue.

—Para nada. Llegué aquí y después de unas horas me enteré de todo lo que hacía. Le dije que estoy embarazada, claro, después de intentar obligarme a " trabajar".—dije y ya sentí cómo una repulsión hacia mí misma crecía en mi adentro.

—¿Te obligó?—preguntó Colín y noté su mandíbula tensa.

—Intentó. —respondí. —Lo único que se es que pasaron unas semanas en cuáles él tomó la decisión. Me dijo que si no acepto me va a separar de mi hijo, ya que él era el padre.

—Te amenazó.—habló Colín pensativo.

—Sí, y cómo en ese momento estaba tan niña y sin conocer a la ley—sonreí. —Pensé que él realmente podría hacer esto. Y prácticamente fue entonces cuando acepté.

—¿Qué tiene que ver Alberto contigo?.—preguntó y entendí que aún no olvidó lo ocurrido en Roma.

Todo mi cuerpo empezó a temblar y me costó mucho encontrar algunas palabras.

—Después de unas semanas de haber aceptado , Alex me dijo que ya tengo mi primer cliente.—mis ojos se llenaron de lágrimas al acordarme cómo había llorado en ese día. —Por más que intenté explicarle que estaba embarazada, no quiso entender. Al final, me arrastró hacia ese lugar donde... Alex y Alberto entregaron un montón de drogas a un otro hombre, todo bajo mis ojos.

Mi corazón se hacía cada vez más chiquitito y Colín me miraba totalmente asombrado.

—¿Tráfico de drogas?—preguntó y asentí con la cabeza. —¿Esto es lo que los unió tanto tiempo?

—No.—negué con la cabeza y sentí cómo una lágrima cayó por mi mejilla. — Nos une lo que pasó después. Ese hombre se había ido y me quedé a solas con Alex y Alberto, quienes... me detuvieron y no pude hablar más, no podría contarle a él que lo amaba cómo dos hombres habían abusado de mí en esa noche.

—¡No!—gritó molesto, levantándose del sillón. —¡Los voy a matar!

—Colín, por favor.—me limpié las lágrimas.

—¿Por qué no fuiste a la policía para denunciarlos?.—me regaño.—Esto se llama abuso.—cerró los ojos, perdiendo el control. —Perdón.

—No pude irme porque supuestamente mi trabajo no estaba listo. El otro hombro volvió.—sentí un nudo en la garganta y él me miró sin dar créditos a lo que escuchaba.

—¿Qué? —salió de sus labios, sin aliento.

—Ellos empezaron a pelar por dinero y después el tipo me tiró sobre la cama. Pero ya no pude más. Solo recuerdo que agarré un vaso de la mesita y le di un golpe en la cabeza.

—Te defendiste.—dijo Colín, obvio, caminando de un lado a otro.

—Ese hombre murió en esa noche por culpa mía—afirmé en voz baja y él se detuvo. —Y esto es lo que nos une a los tres, ellos fueron allá presentes, igual como yo fui en esa habitación donde tenían niños secuestrados, porque aparte del tráfico de drogas , también hacían tráfico de personas.

Colín me miraba sin decir una sola palabra. Negaba con la cabeza y pensaba.

—Dime algo, por favor.—dije con lágrimas en los ojos.

Él levantó la mirada y me fijó inexpresivo. Se me acercó sin decirme nada, me agarró del brazo y me obligó a seguirlo.

—¿ A dónde me llevas?.—pregunté sin poner alguna resistencia.

—A la policía.

—¿Qué?—me detuve asustada. —No puedes hacer esto, me van a meter en la cárcel.

—El abogado, aquí soy yo, si digo que vamos a la policía, vamos a la policía. —me dijo furioso. —¡Demonios, Rose!—gritó. —¡Confía en mí!

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