Llámenme loca, pero sé que algún día, en algún momento, lo volveré a ver. Algo tan inesperado como lo nuestro no puede acabar tan fácilmente.

Si una historia empieza de la nada, de una curiosa casualidad que nos llevó a los dos en el mismo lugar, no puede acabar en calma, simplemente no puede, para estas historias no hay finales mediocres.

Momentos después ya me encontraba vestida en un blanco inmaculado, un vestido que apretaba mi cintura para que después se haga más largo, llegándomelo hasta las rodillas, sin cubrirlas. Arreglé la pequeña venda de seda color azul en mi cintura, formando en mi espalda un hermoso lazo.

—Allá tienes los zapatos y allí está el regalo de Diego y, por favor, muévete.—habló Natalia agitada. —Falta una hora.

—Tranquila.— empecé a reír.

Bajo las miradas de Natalia, que me estaba presionando a moverme más rápido, me arreglé el cabello en unas ondas naturales y opté por un maquillaje natural, depositando en mi cuello un sencillo collar con un talismán en forma de pluma. El único recuerdo que me había quedado por parte de mis padres...

—Te dije que íbamos a llegar tarde.—empezó a regañarme Natalia justo cuando el taxi estacionó en frente del jardín.

—Natalia, por Dios.—exclamé mientras le extendí el efectivo al chofer, quien no paraba de reír ante los gestos dramáticos de Natalia.

Era el primer evento en el cual mi hijo participaba y mi corazón estaba lleno de emoción. Ver a mi pequeño ser orgulloso y seguro de sí mismo ante tantas personas me hacía sentirme la madre más afortunada del mundo.

En completo silencio entré en la sala, notando que el evento ya había empezado. Había mucha oscuridad y la luz caía solamente en el centro donde había una chica que recibía los aplausos.

—Siéntete aquí.—le dije a Natalia en cuanto noté un lugar disponible.

—¿Y tú?—preguntó.

—Me quedo de pies aquí contigo.—susurré y noté su rostro de desacuerdo total. —Estoy embarazada, no enferma. Siéntate ya.

—¡Qué día más emocionante!—habló la maestra—Después de escuchar a nuestra hermosa Alice, vamos a darle el lugar a alguien que también desea decirle algunas cosas a su padre.

La luz central cambió de color, volviéndose color rosa, y sonreí. De inmediato reconocí su carita y su vestido.

(Una pequeña representación del vestido que Lana había puesto)

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

(Una pequeña representación del vestido que Lana había puesto).

—Lana, toma el micrófono, por favor.—habló la miss y la niña lo agarró con mucha confianza sonriéndole.

—Bueno...—buscó con su mirada a su padre, a quien no pude ver estando bastante lejos y más en frente del lugar de donde me encontraba yo, pero pude verla fijándolo con la mirada. —Papito—añadió la pequeña aplaudiendo . —Ha pasado mucho tiempo desde que tú y yo nos hemos quedado solitos, quizás nunca pensaste o imaginaste lo grandioso que es ser mi papá y tener una hija como yo.—se río traviesa. —Desde que recuerdo tu rostro siempre fuiste mi héroe. Me has protegido de todos los males y peligros, pero a la vez me hiciste afrontarlos, como cuando le temía a la oscuridad y hemos entrado de la mano en esa habitación, haciendo luz. Nos lo hemos pasado en grande haciendo cositas juntos. Cómo vestir mis muñecas, paseos, hasta jugar con la pelota y...y...y muchas cosas más. El punto es que estoy muy orgullosa de ti papá, de nosotros dos, aunque a veces te extraño mucho y preferiría no recibir ningún regalo pero que estés conmigo en cada Navidad o bueno por lo menos una vez. No dos —contó por sus dedos— o más. — se confundió y luego sacó una carcajada—Aun así eres el mejor papá del mundo.—exclamó la pequeña, haciéndome sentir cómo mis ojos se llevaron de lágrimas. —Y te juro papá que te quiero más que a mi muñeca con vestido azul oscura que me la...—se detuvo—Te quierooooo— la miré correr en los brazos de su padre, sentándose a su lado y quedarse allá.

 Millionaire   ©®   Where stories live. Discover now