—Claro que sí, mi amor.— limpié sus lágrimas.

—Error—se antepuso Alex. —Diego, no se va de aquí hasta que no cumplas con tu parte, querida.

—¿Escondiste a mi hijo de mí? ,¿Piensas que una es un niño como moneda de cambio?—pregunté enojada, levantándome y caminando hacia él—¿Cómo te atreves desgraciado?—Cuando por fin llegué en frente de él, levanté la mano para pegarlo pero me lo impidió, agarrándome con fuerza la muñeca. —No sabes cuánto sufrí pensando que iba perder a Diego. Con esto no se juega.

—¿Y a mí qué me importa eso?

—A Diego me lo llevo conmigo o te juro que no ves ningún sentado de mí. ¿Entendiste?—grité con fuerza sin importarme las consecuencias.

—Por favor, Rose. El dinero está aquí, en la bolsa que trajiste contigo. Puedo llegar y solo. No aprendes nada.—negó con la cabeza. —Cumples con el evento y puedes llevar al niño. No puedo dejarte llevarlo sin tener una garantía.

—No es una garantía, es tu hijo.— repliqué.

—Lo sé, el problema es que no confío en ti.—me sonrió.

—Alex, en buena onda, no me separes ahora de mi hijo. ¿No te basta con hacerme pasar una pesadilla estos días? Solamente quiero saberlo cerca de mí, de todos modos ya firmé ese papel. —lo miré a los ojos desesperada y por un segundo pude ver una pequeña chance.

—Diego—habló Alex.—¿Quieres quedarte conmigo o prefieres irte con tu madre?—preguntó mirando el niño.

—Quiero estar con mi mamá.—tartamudeó mi hijo lleno de miedo.

—No intentes fallarme, Rose.—me advirtió Alex mirándome —No intentes jugar sucio, si no te veo en ese evento te haré pagar muy caro.

—Estaré allá.—lo aseguré, girándome con rapidez y caminando hacia mi hijo.

Lo cargué entre mis brazos y en unos segundos estaba afuera de su despacho. No quería darle la oportunidad de arrepentirse y muchos menos de descubrir delante de mí que el dinero era falso.

—Tengo miedo—habló Diego mientras me apuraba en salir del edificio.

—Mi amor, yo estoy contigo y nadie te hará ningún daño.—hablé con la respiración cansada.

La montaña rusa de emociones que había vivido y el sentimiento de aún no poderlas asimilar me habían cansado mucho. El miedo que sentía en pensar que Alex podría descubrir la verdad me aceleraba el corazón, aparte de esto, correr con un niño entre tus brazos mientras estás embarazada no había sido nada fácil.

—¿Vamos a nuestra casita, mamá?—preguntó Diego en cuanto estuvimos en la calle y por fin pude respirar tranquila, bajándolo de mis brazos.

—No, mi amor, no podemos ir a nuestra casa ahorita mismo.—me arrodillé en frente de él, arreglando el cabello.

—¿Y adónde nos vamos?—preguntó el chiquito con ojos verdes.

—Por ahora, tú te quedarás con Natalia en un hotel. —su rostro se entristeció de inmediato. —Espera, mi amor, escúcheme. Allá estarán unos señores que son de la policía. ¿Recuerdas cuándo dijiste que quieres ser uno de ellos?—le sonreí, mirándolo como a un tesoro.

—Si mamá, pero ya no quiero ser eso—empezó a sonreír.

—¿ Así?—pregunté haciendo una cara sorprendida, mientras me levanté y lo tomé de la mano, empezando a caminar, alejándonos de ese lugar que tanto odié.

—Si, mamá. Es que mira, con mi abuelita Natalia.—lo miré divertida...abuelita...—Vi una película y era un hombre que defendía a los inocentes.

—Un abogado, mi amor.

—Sí, sí, eso dijo y Natalia. Quiero ser eso.—salto feliz. — el mejor.

—Muy bien mi amor, pero sabes que para eso tendrás que estudiar mucho.

—¿Mucho?—levantó su cabeza mirándome y asentí con la cabeza. —Mamá...—se detuvo en medio de la calle. —¿Un abogado gana mucho?

—Si es bueno, claro.—respondí y mi mente huyó hacia Colín. —Pero no debes escoger una carera solo porque te pagan bien, tienes que amar lo que estás haciendo.

—Pero así podré tenerte más tiempo conmigo, así no tendrás que irte a trabajar. —habló mi hijo y mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Mi amor, cuando tú serás un abogado ya serás muy grande y en tu vida habrá muchas cositas más a que dedicarte.—dije y los dos empezábamos a caminar.

Los dos hemos caminado por las calles hasta que hemos llegado al frente del hotel donde estaba Natalia. Al parecer la policía pensó que ella también necesitaba ser protegida y ahora que lo pienso, era el mejor lugar para mi hijo.

Después de veinticuatro horas, por fin todo iba a desaparecer, por fin podré estar libre y nunca más volveré a mirar atrás...

Un solo día...
Un solo evento...


Narrativa: Colin Russell

—¡Ay! —exclamó mi madre, quien apenas llegó en mi oficina junto a Lana—¿Otra vez trabajando? ¿Por qué no mejor te compres una vida?

—Así es, abuela, un aburrido.—habló Lana, quien ahora que la veo estaba dibujando mis papeles del próximo juicio.

—¡Lana!—levanté la voz. —Deja eso—la apunté con el dedo y ella tiró los papeles en el suelo. —¿Se puede saber qué haces? ¿Por qué las tiraste? ¡Levántalas ahora mismo!

—¿Y a ti quién te entienda, papá?—habló Lana.—Dejas, Lana, levántalas, Lana. Decídete, papá.

—¿Perdón?—pregunté levantándome de la silla y caminando hacia ella.

—Perdonado— se encogió de hombros, alzando la cabeza y retándome con la mirada.

—Colín, ya.—habló mi madre con el ceño fruncido. —Esta niña hermosa, no tienes la culpa de que andas de mal humor.

—No ando de mal humor.—repliqué.

—¿Ves? —dijo Lana mirando a su abuela. —Te dije que era raro. Anoche lo pesqué en la cocina, a las cuatro de la mañana.

—Corazoncito, ¿Y qué hacía tu papá allá?—preguntó mi madre mientras miré a mi hija, quien intentaba ignorarme, así que empecé a toser.

—Bebiendo.

—¡Lana!—alcé la voz.

—¿Ahora qué hice?—levantó sus manos. —¿No dijiste tú que hay secretos que no deben ser guardados mientras la otra persona sufre?

—Ahora sí me escuchaste, ¿no? —pregunté molesto.

—Siempre te escucho, papá—movió sus pestañas.

—¿Hijo, te pasa algo?—preguntó mi madre.

—No, todo esta orden.—mentí.

Nada estaba en orden. Absolutamente nada. La decisión de Rose en no buscarme me hacía dudar de todo lo que habíamos vivido, aun así no quería creer todo lo que Isabel me había contado. Ella tampoco jugaba muy limpio. Si realmente Rose iba a estar en ese evento habrá una razón.

Tomé la tarjeta que la rubia me había dejado sobre el escritorio, enviándole un mensaje.

Necesitaba estar dentro de ese evento...

 Millionaire   ©®   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora