Me marcho, aunque lo único que quiero hacer es regresar para mirarlo otra vez. Lo único que quiero hacer es regresar en el tiempo para no entregarme a él.



Los días comenzaron a transcurrir con lentitud, me sumergí en una rutina, cuando estoy ocupada es más fácil no encontrármelo en los pasillos, es más sencillo no pensar en él. Decidí abandonar mi teléfono móvil en mi mesita de noche pues no dejaba de sonar, distintos nombres aparecieron en el identificador, sin embargo, yo no tenía ganas de hablar.

Nate intentó charlar conmigo en innumerables ocasiones después de lo que pasó, todas esas veces lo ignoré, dejó de intentarlo cuando se dio cuenta de que ya no éramos amigos, nunca lo fuimos, ¿para qué seguir fingiendo?

Me percaté de que William ya no se sentaba con Nathan en los recesos ni andaban juntos en los pasillos, Liam lo evitaba, quien, además, lucía cansado; cada vez que nuestras miradas se encontraban una chispa de esperanza los hacía centellear, pero apartaba la cara antes de que sus ojos terminaran de encenderse. Esa sensación agradable que me provocaba ya no está, ya no hay nada.

El alumnado dice muchas cosas, es inevitable no escuchar los rumores que circulan en la escuela, sobre todo si tienen que ver contigo. La pareja perfecta ya no lo es, los mejores amigos parecen odiarse, el grupo de amigas resultó ser un nido de alacranes dispuestos a atacarse... ¿Y la chica estrella con la vida ideal? En realidad, nunca existió.

Es gracioso, no es extraño que se diviertan o les cause morbo. Nathan y William, que antes eran inseparables, no se voltean a ver; Mirian ya no viene a clases, desapareció misteriosamente y nadie sabe su paradero, tengo la ligera sospecha de que podría ser por lo que le dije a la psicóloga; Brenda ocupa una de las mesas más solitarias de la cafetería; y yo siento que soy una sombra, incluso cuando las chicas intentan hacerme reír.

Lo único que me repito una y otra vez es que esta tortura terminará pronto, los exámenes finales se acercan, al igual que la graduación. En unos días me largaré de aquí y dejaré atrás toda la mierda, podré empezar de nuevo. Me aferro a eso pues, de lo contrario, estaría derrumbada en la cama llorando sin control.

Escarbo con el tenedor en mi plato, sin prestar atención. De pronto, mi alrededor se queda en silencio, una sensación desagradable hace que mis vellos se levanten, me obligo a alzar la cabeza para averiguar qué ha ocasionado que las cuatro chicas enmudezcan.

—¿Podemos hablar? —pregunta.

Mis párpados se abren por el asombro, creí que sería cualquier cosa, excepto que el hermano de Oliver estuviera plantado frente a mí, automáticamente busco a Doms con la mirada, pero no lo encuentro, tampoco a sus amigos. Las chicas observan a Ben con el mismo impacto que yo, excepto Cindy, ella parece más un venado encandilado.

Mi frente se arruga, me aclaro la garganta con nerviosismo y llevo mi vista de vuelta al plato, confundida.

—¿Sobre qué? —cuestiono sin mirarlo, mi voz se escucha más dura de lo que pretendo, sin embargo, no quiero ser amable, me cansé de ser la niña buena que perdona a todos aun cuando no se lo merecen.

—Mi hermano —suelta.

Siento las miradas de todos puestas en mí, no obstante, taladro la lechuga como si esta tuviera la culpa de mis problemas.

—No quiero hablar acerca de Oliver —digo entre dientes. Levanto la cabeza de golpe para enfrentarlo y me pongo de pie—. Ya se terminó, ya lo dijimos todo, fue muy claro.

—Te equivocas, Hannah, no te ha dicho todo —murmura.

Esas palabras incrementan mi enojo, ¿no me ha dicho todo? ¿Qué más me ha ocultado? Fui sincera con él, le mostré mis debilidades, mis fortalezas, creí en sus tontas palabras, lo dejé entrar a mi vida... ¿y él qué hizo? Me mintió, me mostró mitades, me abrió la puerta, pero no me dejó pasar.

Química imparable © (AA #2) [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now