Miré el cielo medio oscurecido tratando de encontrar respuestas.

Era fabuloso que al fin había escapado de la grande y tonta burbuja que me había aprisionado por dos semanas, pero ¿a dónde tenía que ir y qué tenía que hacer? Una cosa era salir de aquella casa, pero otra muy diferente era encontrar el camino correcto. No quería perder el tiempo dándome de topes contra una pared o dando vueltas en círculos; así que la pregunta correcta aquí era: ¿a dónde realmente tenía que ir?

Había comprendido que en aquella mansión no iba a encontrar respuestas concretas y que, en realidad, la única que podía ayudarme estaba en algún lugar dentro de mi cabeza inconsciente o tal vez muerta.

Pensando en eso último, me quedaba sin muchas opciones.

¿Cómo podía comprender qué le había pasado? ¿Cómo podía hacerla hablar de nuevo?

Me concentré en los hechos, en todo lo que había pasado. En la noche de azufre, en el encuentro de Alexander, la desaparición de mi hijo, las mentiras de todos, mi álbum de fotos, mis amigas irreconocibles y cómo era que Blake...

Dejé de caminar por un instante.

¡Blake!

Recordé a mi mejor amigo, a ese pelirrojo que no se había encontrado desde hacía, según todos, un año; pero lo que nadie sabía era que yo lo había visto un día antes de que todo se fuera a la mierda.

Inmortalizaba haberlo visto en la fiesta de Max, carismático y sin que nada pareciera perturbarlo. Había sido el típico tío Blake, el mismo tonto tío que cargaba a Max en sus hombros todos los años y que lo hacía abrir sus regalos después de hacerlo apagar las velitas de su pastel.

Aquella imagen me hizo quedarme en silencio.

Según lo que habían dicho todos, Blake se había fugado de la mansión, pero si había estado en paz y tenía inclusive a Kelly, ¿por qué debía de irse dejándola a ella atrás? Aquello tampoco tenía razón de ser. Los hechos, en sí, no tenían pie en la ecuación. Para resolver este misterio, tenía que meter todas las piezas y esta, más que las anteriores, no parecía corresponder a nada.

Blake era mi mejor amigo y estaba segura de que no dejaría al amor de su vida en un lugar cómo la Mansión Maximus. Había muchos vampiros que se habían interesado por la chiquilla torpe cuando la habían visto en la ceremonia de iniciación y su sangre no estaba nada mal. Yo la había probado a costas del pelirrojo, y por eso estaba segura de que él también lo sabía: Kelly era virgen y eso era como un buffet para los demás.

No muchas veces podías encontrarte con esa calidad, así que no comprendía realmente qué es lo que le había pasado por la mente a mi mejor amigo como para simplemente irse.

Eso no encajaba en lo absoluto con la realidad. Él había estado un día antes conmigo; si hubiera tenido alguna inconformidad con su vida, me lo hubiera dicho. Añadiendo también de que Max había tenido su pesadilla un día después de su cumpleaños, todo parecía demasiado irreal como para que ambos desaparecieran juntos.

¿En dónde estaba mi mejor amigo?

Me senté en un pequeño tronco corroído por la humedad a mitad de la nada, con los primeros rayos de luz tentando a que corriera y no me vieran.

Me agarré la cabeza sabiendo que toda esta información que pasaba dentro de mí me volvería loca. Cerré los ojos tratando de organizarlo todo y entonces comencé desde que Alexander se fue. Desde que Matthew me había dado la noticia de que estaba embarazada y yo estando encerrada en un cuarto por todo un año. Tragué saliva al recordar todos los inviernos, que cómo este, me había sentido sola.

Me toqué mi vientre plano, y añoré mi embarazo.

Hacía un tiempo, había tenido a Max conmigo, justo ahí; ahora... ahora estaba tan abandonada como al principio. Alexander no comprendía nada de lo que estaba pasando y no podía culparlo, todo era demasiado irreal como para creerlo; pero tenía que hacerlo. Ya no tenía a Blake para que lo hiciera. Así como cuando le dije que estaba en cinta.

Sonreí débilmente al conmemorar la pequeña conversación que habíamos tenido; esa en la que yo me preguntaba el cuándo nacería, si sería o no un varoncito y de lo mucho que él decía que sería una madre sobreprotectora.

Una pequeña lágrima se derribó de mis mejillas al recordarlo decir que serían tal vez siete años de incubación por las investigaciones que se habían hecho antes con las anteriores le-kras que habían nacido.

Con aquel recuerdo, dejé de llorar entonces y abrí los ojos como si la respuesta hubiera estado ahí desde siempre.

¡Qué estúpida era!

Solo tenía que ir con otras le-kras a pedirles ayuda.

Sonreí con aquello en mente, pero volví a deshacerme en pedazos cuando me enteré de que todas las le-kras estaban enlistadas en la librería del padre de Alexander, justo en la mansión que había dejado atrás y a la cual no podía regresar ahora porque, prácticamente, me había fugado del lugar. Si regresaba, era obvio que no volvería a salir en un buen rato.

Y no podía esperar más tiempo.

La ansiedad me embriagó entonces por completo. No quería dar mis brazos a torcer, no podía regresar ahora. Además, no quería ver a un Alexander con una mirada llena de abandono y decepción. No podía, simplemente no.

¿A qué le-kra entonces debía buscar? Me tardaría años en encontrar un vampiro que supiera algo sobre alguna y más me tardaría en encontrar a alguno que quisiera ayudarme y no comerme.

Traté de recordar el nombre de alguna, de cualquier en realidad; sin embargo, al recordar de nuevo a Blake y la conversación que habíamos tenido, un nombre en particular me pegó en la cara como un relámpago.

Antonelle Dagon.

Primera le-kra en supuestamente existir. Siete años de incubación. ¿Ubicación? Desconocida para mí, pero para Blake...

Sonreí al encontrar mi respuesta. Solo tenía que hallarla y entonces podría entender qué hacer. Salvaría a mi hijo con su ayuda al poder ponerme en contacto con mi otra yo. Esta Antonelle era mi única salvación, así que debía encontrarme con ella aunque me tardara toda una vida.

¿Pero dónde buscarla?

Volví a perpetuar la conversación que había tenido con Blake hacía ya un tiempo. Recordaba muy poco realmente, pero lo que sí sabía era que había registros de su nacimiento en la familia. ¿Sería posible que tuvieran su paradero escrito en algún lugar? Sin Blake de mi lado, la única persona que yo sabía que podía ayudarme ahora estaba muy lejos de ahí y por más que quisiera evadirlo, tenía que acudir a él.

Con una mueca en mi cara, me paré de mi asiento de madera.

Mi cabello bailó con una pequeña brisa y aunque no estaba del todo feliz por el hallazgo que había hecho, tenía una buena sensación con la respuesta a la que había dado. Esta era la correcta.

Di correa a mis piernas y entonces se movieron a prisa. Corrí tan rápido como pude y no paré en todo el día. Pasé y dejé atrás a muchos pueblos; comí ardillas por el medio día y seguí mi camino sabiendo que dirigirme con mi pueblo natal no iba hacer un viaje del todo grato.

¿Pero qué más podía hacer?

Solo el padre de Blake, el doctor que me había protegido por mucho tiempo cuando era pequeña, tenía acceso a la información que yo necesitaba. El doctor Collins era mi única esperanza para encontrarla, por lo que tenía que ir de nuevo a la ciudad negra y encontrarlo a como diera lugar.

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Se que es un capitulo suuuper cortito, pero necesitaba subirlo de una vez porque ando ON FIRE. sigo escribiendo como loca para traerles más y más capitulos de esta historia. Si sigo con este ritmo, llegaremos a una parte muy buena de la historia para finales del siguiente mes.

Muchas gracias por los comentarios y todos los ánimos que me han dado.

Sin nada más que decir y queriendo escribir aún más, los dejó con este capitulo >//<.

Nos vemos en tres días.

-Nancy A. Cantú

Colores clarosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang