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Giselle.

Después de una cena de lo más deliciosa, me ofrezco a ayudar a Nadia y a Emily a recoger los platos de la mesa; Chase y Stefan también ayudan a llevar todo a la cocina en donde luego me ofrezco a ayudar a Emily a secar los platos que ella lava.

Nadia, por su parte, se lleva a Chase y a Stefan a algún lugar con la escusa de que necesita ayuda para arreglar algo.

Mientras Emily y yo lavamos y secamos platos, hablamos un poco más de temas sin importancias. Es una chica realmente simpática. Entre más hablamos, más cosas conocemos de la otra. Por circunstancias completamente diferentes, ambas crecimos sin la presencia de un padre, y eso hace que una larga plática se abra entre nosotras. Es bueno conversar con alguien que ha pasado por algo similar.

Sin embargo, la conversación no dura mucho pues Nadia entra a la cocina para avisarle a su hija que un tal Arthur está al teléfono. Tal parece que ese tal Arthur es de gran importancia para ella ya que una enorme sonrisa se dibuja en sus labios y, casi corriendo, sale de la cocina seguida de su madre, no sin antes decirme que pronto vendrá para terminar de ayudarme.

No paso sola mucho tiempo pues, segundos después, Stefan aparece.

— Hola — me saluda, y yo le respondo el saludo con una sonrisa — ¿Necesitas ayuda? — y a pesar de su pregunta no espera una respuesta cuando se sube las mangas de su camisa y empieza a lavar los platos sucios que quedan.

— Gracias — susurro cuando me entrega el plato que recién acaba de lavar — ¿Y Chase?

— Está con Nadia. Al parecer la computadora agarró un virus y Chase está tratando de hacer algo al respecto. Me pidió que no te dejara sola.

— ¿Chase sabe de computadoras? — Pregunto, y no puedo evitar sonar sorprendida.

Stefan asiente.

— No es un genio, pero se defiende. Es un bastardo inteligente — se ríe un poco y niega con la cabeza, como si no tuviese reparo.

— Interesante — digo.

— Yo… sabía que te gustaba él — comenta de la nada y lo miro con una ceja alzada.

Stefan me devuelve la mirada y yo como respuesta solo me encojo de hombros.

— ¿Y… ya comprobaste si es gay? — Dice, con insinuación y diversión, y yo ladeo los labios en una sonrisa.

— No voy a perdonarte jamás que le dijeras algo como eso.

— Creo que voy a poder vivir con eso — se burla.

— Qué bueno. — Sueno sarcástica y al mismo tiempo divertida.

— Una pregunta, Giselle: ¿cómo es que una chica como se pudo enamorar de un idiota como Chase?

Mi ceño se frunce ante esa pregunta. ¿Una chica como yo? No entiendo a qué se refiere.

— ¿Una chica como yo?

— No, niña, no malinterpretes mis palabras. Me refería al hecho de que, ¿por qué mierda te gusta él? Es decir, ¿necesitas lentes?

La mueca confusa que hace después de sus palabras me resulta divertida, y no puedo evitar sonreír. La actitud divertida que ha mostrado esta noche me gusta. Es ese tipo de persona que te roba una sonrisa cada vez que abre la boca.

— Es dulce y atractivo — me limito en decir mientras le sumo a mis palabras un encogimiento de hombros. Agarro el plato que me entrega y lo seco antes de colocarlo en su sitio.

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Where stories live. Discover now