CAPITULO 1

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Años después.

¿Cómo podía ser posible que se le perdiera aquella cadenita? ¿Cómo? Él no era descuidado, jamás lo había sido. Y ahora no la encontraba la pequeña cadena en forma de caballo por ningún lado. No quería perder aquel recuerdo de los mejores años de su vida. Siendo un niño él había sido muy feliz… Ahora también lo era, pero desgraciadamente nunca iba a ser igual. 

Se maldijo a si mismo… ¿Dónde podría haberla dejado? Ya la había buscado en todos lados: la caballeriza, su cuarto, el baño, el gallinero, la cocina, la casa grande.

Se detuvo a pensar un poco. Quizás la había dejado en la casa de Evie. Aunque a decir verdad hacía como una semana que no iba a ver a su novia y la cadenita la había perdido ayer. Soltó un suspiro. Y se sentó con cuidado en una de las sillas de la 
cocina. 

—¿Buscabas esto? —preguntó ella. 

Al instante él levantó la vista y se puso de pie. Casi corrió hacia donde estaba su madre con la mano levantada y mostrándole lo que había estado buscando desde hacía tantas horas. 

—¿Dónde estaba? —quiso saber mientras se la quitaba de la mano.
—La dejaste tirada cerca del horno anoche, después de que lo arreglaste.
—No la dejé tirada. Seguramente se me cayó…

Se la volvió a poner, y se sintió aliviado. Sus bonitos recuerdos ahora estaban de nuevo con él. 

Harry Styles era un hombre de campo. Había nacido allí, se había criado allí y pensaba morir allí. Él no se consideraba una persona mala, y estaba muy orgulloso de lo que había logrado en todos esos año en los campos Tomlinson. Siendo muy joven con apenas 15 años, su jefe lo había nombrado encargado del lugar, cuando había decidido irse a vivir a la cuidad. Y desde entonces Harry había llevado adelante los asuntos de aquella conocida estancia. Pero a pesar de dejarle toda la responsabilidad, Dess Tomlinson iba a verlos todos los años en las vacaciones de verano. Se quedaba allí unos dos meses y luego volvía a su agitada vida de negocios. Harry siempre se preguntaba como era que ese hombre no se había vuelto loco viviendo en la cuidad, siendo que él también había nacido y criado en aquel campo. Pero lo sabía, Dess era un gran hombre que se adaptaba a cualquier situación de cambio. Y Harry lo admirada… lo admiraba y lo quería como a un padre. Por eso mismo cada vez que el jefe llegaba todo el mundo estaba como loco arreglando y preparando todo.

—Es como la decimaquinta vez que pierdes ese colgante, Harry —lo regañó ella pero no del todo. Le besó la frente y se acercó a las hornillas para revisar la comida que estaba preparando. La cena siempre comenzaba a prepararse antes del atardecer.
—No es a propósito —aseguró él —Al parecer no le gusta estar en mi cuello.
Anne sonrió y lo miró de manera tierna. 
—¿Ya está todo listo? Mira que hoy llega el señor Tomlinson.
—Si, todo está listo.
—Más te vale, Harry…
—Mamá… bien sabes que me gusta que el jefe venga a encontrar todo en orden y en perfecto estado.
—Si, lo sé. Pero solo te pregunto para que estés completamente seguro. No quiero que nada salga mal. Dess… —sacudió la cabeza —Digo, el señor Tomlinson se merece lo mejor.

Harry puso los ojos en blanco. Si había alguien que se ponía quisquillosa con la llegada del jefe en aquel lugar, esa era su madre. Todos los trabajadores huían de ella despavoridos. Se ponía insoportable, histérica y sobre todo intratable. Harry creía saber la razón de sus nervios. Aunque ella jamás llegara a admitirlo, él sabía que su madre sentía algo especial por ese hombre. Y cuando volvía al campo, ella parecía perder los estribos. Los únicos que podían con ella en días así eran Zayn y él. 

Zayn Malik Styles era más que un primo para Harry. Era como su hermano menor. El moreno se había mudado a vivir con ellos cuando su padre, había muerto en un accidente de campo. Harry y Anne eran la única familia que le quedaba. 

Malik entró a la cocina y se detuvo a mirarlos. Harry le sonrió y se puso de pie. Pero dejó de sonreír al ver la cara de preocupación y frustración que tenía su primo.

—¿Qué sucedió? —le preguntó al instante.
—White —murmuró el moreno simplemente.

Harry resopló. ¿Otra vez aquel caballo? ¿Cuándo iba a ser el día en que el corcel blanco no le diera dolores de cabeza?

—¿Qué hizo ahora? —quiso saber.
—Le ha dado un buen susto al pobre de Peter, casi lo golpea. Luego rompió su bozal, rompió un par de mecheras en las caballerizas, salió hecho una fiera, saltó la cerca y se metió por el bosque. 

Harry cerró los ojos y se masajeó el puente de la nariz. Ese caballo no cambiaba más. No había forma de que lo adiestrara. El muy cabeza dura jamás se terminaba de comportar. Solo le gustaba ser un caballo salvaje. Pero ¿Quién podría culparlo de ser así?, Nadie. 

El rizado se había encargado de criarlo… y jamás le había puesto verdaderamente los límites. Además de que se parecían demasiado. Podría decirse que hasta White estaba mimetizado con Harry. 

Por ejemplo: cuando él estaba enfermo, White también parecía estarlo. Cuando se sentía enojado, el caballo también. Cuando estaba contento, también él. Cuando se sentía atrapado, frustrado por el trabajo y quería salir corriendo y dejar todo en manos de alguien más… White hacía destrozos y huía al medio del bosque.

Al parecer hoy el caballo también se había mimetizado con él… aquello que White había hecho era lo mismo que Harry quería hacer. Huir. Y no sabía exactamente por qué. La mayoría de las veces cuando su jefe venía al campo, él estaba contento. Pero hoy no era así. Hoy se sentía extraño. Algo le decía que pronto se sentiría más extraño aun. 

Giró para mirar a Anne y le entregó una sonrisa galante. Ella casi siempre se quedaba tranquila cuando él le sonreía así.

—¿Te dije que llamó, Evie? —le preguntó. Harty frunció el ceño.
—No, no me lo habías dicho —resopló —¿Qué te dijo?
—Que está enojada contigo porque no le devuelves las llamadas y ya no la vas a ver…
—¿Le dijiste que estoy muy ocupado? —inquirió mientras se acercaba a donde estaba parado

Zayn y le hacía una seña de que comenzara a caminar.

—Si, se lo dije… pero dice que como ella es tu novia tendría que ser tu prioridad. 
Harry soltó un lento suspiro. A veces Evie era demasiado ‘inmadura’. Y él sentía que
necesitaba un respiro.
—En la noche iré a verla… si vuelve a llamar dile eso.

Su madre asintió y ellos dos salieron de la casa. 

—Tú no estás realmente enamorado de Evangelina —habló Zayn mientras ambos caminaban hacia la caballeriza. Harry iría a buscar a White.
—¿Por qué lo dices? —preguntó extrañado.
—Porque si la amaras realmente… le harías un espacio aunque te estuvieras muriendo. Solo estás con ella por costumbre. Y créeme cuando te digo que eso no es amor.
—¿Y tú que sabes del amor? —inquirió divertido el castaño. 
—Yo estoy enamorado. Solo que soy un maldito cobarde y no me animo a decírselo. 
—¿Y por qué no te animas, tonto?
—Harry, es el hijo de un acensado. ¿Acaso no has visto como terminan ese tipo de romances? Si el llegara a tener algo con un simple trabajador como yo, su familia sería capaz de darle la espalda y dejarlo en la calle… en este caso en medio del campo. 

Harry esbozó una pequeña sonrisa y despeinó un poco el cabello del moreno. Zayn apenas tenía 19 años y ya sufría de aquella manera tan pasional.

—Liam no es de esos que menosprecian a los chicos. Es más,… tú también le gustas.

Zayn dejó de caminar. Harry lo miró realmente divertido.

—¿Cómo sabes que le gusto? —preguntó atónito. 
—Me lo dijo un pajarito —se hizo el misterioso. 

Le encantaba poner nervioso a Zayn. Principalmente cuando se trataba de el pequeño Liam. Con apenas 17 años, aquel niño rompía más de un corazón por aquellos lados. Y Zayn no era la excepción. 

Zayn casi corrió detrás de Harry y lo llenó de preguntas, intentando sacar alguna
información que le dijera como sabía que Liam también sentía algo por él. 

Pero Harry no soltó nada. Aunque a decir verdad no sabía mucho. Pero no hacía falta saberlo. A Liam se le notaba de lejos el amor por Zayn. Y viceversa. Solo tenían miedo. Miedo de las reacciones de los demás. Miedo de la desaprobación, siendo que amar a alguien no es nada malo. 

El castaño soltó un suspiro. A veces él mismo se preguntaba como era amar realmente a alguien.

Evie era su novia desde los 17 y jamás sintió las tontas cosquillas en la panza, la tonta
sensación de no querer dejar de verla nunca. ¿Sería eso normal? Él no lo sabía.

Distinto había sido cuando era un niño y había sentido algo por un niño que le rompió el corazón el día en que se fue y no volvió jamás… todavía le dolía. Frunció el ceño. ¿Cómo podía dolerle algo tan… tonto? Era un niño. ¡Los niños no saben nada de amor! 
Llegaron al establo. La mayoría de los trabajadores estaban allí arreglando los líos que había hecho el caballo blanco y discutiendo de las nuevas medidas que tendrían que tomar para controlarlo. Pero al instante en que vieron a Harry guardaron silencio. Para ser uno de los trabajadores más joven, después de Zayn, a Harry le tenían mucho respeto. No solo por ser el encargado de todo, sino que se lo había ganado con el correr de los años.

Habiendo nacido y criado en aquellos campos, nadie conocía ese lugar tanto como él. Tal vez otro que todavía tenía más antigüedad que el castaño en esos lados era el viejo Peter. Pero Peter era más una especie de abuelo para todos que una autoridad.

—Voy a ir a buscar a White —habló a Harry —Prepárenme a Helios, ¿si?

Al instante se pusieron en marcha. Harry se acercó al anciano de cabellos blancos. 

—Que gran susto me dio el potrillo —dijo Peter. Harry apoyó una de sus manos sobre su hombro.
—No estás herido, ¿verdad? —quiso saber.
—No, no, no, no me ha hecho nada. Solo hizo una de sus típicas pataletas. Al parecer hoy no está de humor. 
—Tampoco yo —aseguró el castaño. Terminaron de preparar a Helios. Era uno de los pocos caballos pura sangre que quedaban en el campo. Por ende, era uno de los mejores. Claro que no superaba ni por asomo a White. Y Harry se sentía orgulloso de eso. 

—¿Quieres que te acompañe? —le preguntó Zayn mientras él se subía al caballo. Harry se acomodó y luego miró a su primo. 
—No, gracias. Necesito que te quedes a supervisar como van con el marcado de las vacas. He escuchado que andan robando las vacas que no tienen marca. No quiero más perdidas.
—Está bien —murmuró Malik —Ve con cuidado por favor. Deberías llevar tu arma por si acaso. Dijeron que hay varios pumas por la zona. 
—Tranquilo, Zayn —dijo divertido el ojiverde —Estaré bien. 
—Yo no estoy preocupado por ti, pelmazo —aseguró —Solo me preocupa que te suceda algo y luego sea yo el que tenga que soportar a la tía Anne.

Harry soltó una estrepitosa carcajada y salió rápidamente del establo. A veces Zayn tenía cada ocurrencia y lo hacía sentirse un poco mejor. El buen sentido de su primo lo sacaba de su apestoso mal humor. Helios comenzó a adentrarse en el bosque. Harry estaba siguiendo el camino que los demás trabajadores le habían indicado. Pero en realidad no tenía ni la menor idea de en dónde podía ser que White estaba. Comenzó a aminorar la marcha cuando el sonido de una cascada llegó a sus oídos. Y entonces recordó que por allí estaba el pequeño arroyo… hacía tanto que no iba a ese lugar. 

Detuvo a Helios y se bajó con cuidado. Sin hacer ruido caminó hasta asomarse y observar la pequeña porción de paraíso que allí había. La cascada caía con fuerza, llenando el lugar del ruido más bonito del mundo. Y entonces lo vio. Allí estaba el gran caballo blanco tomando agua. Decidió hacerse ver… White casi nunca huía de él.

—Eeey, compañero —lo llamó. El caballo se volteó a verlo y resopló —¿Qué significa eso? Más respeto con tu cuidador… —volvió a rechinar y meneó la cabeza. Harry sonrió y se acercó con cuidado —¿Qué te pasa hoy? ¿Por qué hiciste todos esos líos? ¿Acaso era necesario? —White dio unos pasos hacia atrás —Oye, oye… no te alejes de mí. Solo quiero que vayamos para la estancia. Tengo tantas cosas que hacer, White. 

Y de repente Harry vio aquella pequeña casita detrás del caballo. Se quedó quieto y sin poder evitarlo corrió hacia allí ¡Por dios! ¿Cómo pudo él haberse olvidado de que aquel lugar existía?. Se detuvo frente a la puerta. El lugar se veía viejo, abandonado… y su cabeza se llenó de recuerdos de su niñez. Realmente todo era más fácil cuando era niño. Intentó abrir la puerta pero al parecer estaba trabada. Y miró a White. El caballo lo miraba fijamente, como si quisiera decirle algo. Harry frunció el ceño y bajó la mirada hacia el final de la puerta. Se agachó y limpió un poco el polvo.

“Salvaje, esto no es correcto. Yo no debería tallar puertas, pero creo que solo por hoy es necesario. Mañana me voy y quiero que cuando te sientas triste y no tengas con quien hablar vengas aquí… a nuestro lugar secreto y pienses en mí… yo siempre pensaré en ti. Jamás, jamás, jamás, jamás voy a olvidarme de ti y de tus ojos. Eres el príncipe de todo cuento, suerte tengo de tenerte. Me gustaría escribirte más pero se me está cansando la mano y tú me estás haciendo tontas preguntas y no me dejas terminar tranquilo… Te amo, Harry, Por siempre y para siempre, L. Tomlinson.”

Así terminaba aquella extraña nota que él jamás había leído, hasta ahora.
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Ser una adulto no le molestaba para nada. Le molestaba no saber como resolver algunas situaciones. Cuando era un niño no tenía problemas, no tenía responsabilidades, no tenía miedos. Ahora si… ahora todo eso pesaba sobre el. 

Respiró profundamente y miró por la ventana del coche. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte y a el un escalofrío le bajó por la espalda. No podía creer que después de tanto tiempo estaba volviendo a aquel campo. Por poco y se había olvidado de que ese lugar existía. Siendo una niño había sido muy feliz allí. 

—Tommo, ¿Se puede saber por qué me trajiste a este lugar? —le preguntó él, sacándola de sus pensamientos. Se giró a verlo y sonrió.
—Vamos Niall dijiste que no te quejarías —le dijo el.
—Sabes que te adoro, eres mi mejor amigo en todo el world. Tú fuiste el único que siempre me ayudó a enfrentar mis miedos y bla bla bla bla. Pero esto,… esto es demasiado. Yo no podré soportar vacas, caballos, cerdos, gallinas. ¡Oh dios santísimo, mosquitos! —dijo nervioso pensando en aquello. El otro rió divertido. 
—Ya lo verás, el campo te encantara. No solo porque es tranquilo, sino que además hay muchos trabajadores musculosos y chicas muy lindas. —le dijo y le guiño un ojo.
—Eres un manipulador horrible —dijo y se cruzó de brazos como si estuviera un poco ofendido. 

Niall Horan era su mejor amigo desde que el se había ido del lugar en el que se había criado. Y desde entonces siempre habían estado juntos. Enfrentando cambios, peleas, decisiones. Más bien… él era como un hermano. Incluso estuvieron más que unidos cuando Louis tuvo que enfrentarse que el realmente era homosexual y el otro bisexual, ellos nunca se abandonarían el uno al otro. 

Se acercó un poco a su amigo y lo abrazó de costado. Sabía que él iba a quejarse, pero que al final iba a terminar amando el lugar. 

—Te prometo que la vamos a pasar bien… serán solo un par de semanas. 
—No lo sé —dijo con tono indiferente —Estoy pensando seriamente en pedirle a Charlie que me lleve de nuevo al aeropuerto. 
—¿Serías capaz de abandonar a tu mejor amigo? —preguntó haciendo un leve puchero.

Niall lo miró fijo y luego maldijo por lo bajo.

—Odio cuando me haces esas caras —exclamó —Siempre terminas ganándome. 

El ojiazul sonrió y luego besó su mejilla. Se alejó de él y giró para mirar a su padre. Dess estaba concentrado leyendo. El se fijó en las expresiones de su rostro. Sonrió tiernamente al ver la concentración que él estaba manejando. 

—Papá —lo llamó.
—¿Si, campeón? —le preguntó sin dejar de leer el diario.
—¿Cuánto tiempo nos quedaremos aquí? —quiso saber.

Por fin Dess levantó la vista hacia ella. Su único hijo lo era todo para él. Louis era la luz de sus ojos, un bello recuerdo de su madre. 

—Tres meses —contestó Leonard.
—¡¿Tres meses?! —gritó Niall —¿Acaso has perdido el juicio, Dess? 
—No, solo que por lo menos yo me quedaré todo ese tiempo. Es más… estoy pensando seriamente en quedarme a vivir aquí.

La boca de Louis se abrió por la sorpresa. Seguramente su padre estaba bromeando con el. No podía quedarse allí. No podía dejar la empresa en la cuidad, no podía dejarlo a el solo en la cuidad. 

—Dime que es una broma —le pidió el. Dess soltó un suspiro y luego se sacó los anteojos de lectura.
—No, mi niño, no es una broma. Quiero quedarme a vivir en mi campo.
—Pero… papá… no puedes estar hablando en serio. Tienes negocios que atender… ¡no puedes dejarme solo!
—No voy a dejarte solo, amor —dijo tiernamente y miró por la ventana —Recuerda que Ashton está contigo…

Niall resopló y volvió a cruzarse de brazos.

—No puedes estar hablando de dejar a tu hijo con ese pedazo de imbécil —dijo Niall. Louis lo miró algo enojado —¡No me mires así, niño! —le regañó —Tengo toda la razón del mundo al decir que es un imbécil. El rey de los imbéciles. 
—Basta, Niall —le advirtió.
—Dess… tú y yo sabemos perfectamente que ese idiota no quiere realmente a Louis.

Dess se encogió de hombros.

—Yo no puedo decirle a Louis a quien debe amar.
—¡Pues deberías! —aseguró —Ese tarado solo sabe hacerlo llorar… ¡lo engaña!
—¡Niall James Horan, basta ya! —dijo enojado —No quiero seguir escuchándote hablar de Ashton. Déjalo ya.
—Eres tan tonto, Louis… tan tonto —dijo él entre dientes —Dime una cosa… ¿Por qué el muy idiota no quiso venir con nosotros?
—Tenía cosas que hacer —respondió Louis al instante.
—¿Cosas como qué? —inquirió él.
—Trabajo —dijo el otro simplemente.
—Oh, vamos. No eres un idiota, ¿o si? Sabes perfectamente que él no se quedó a trabajar precisamente… —los ojos de Louis comenzaron a llenarse de lágrimas.
—Niall —le advirtió Dess —Déjalo ya… no podemos hacer nada si el lo ama. Es su decisión. Como también es mi decisión quedarme a vivir aquí.

Louis no volvió a hablar. Su mirada estaba fija en la ventana… observando la inmensidad en color verde. A lo lejos se podían ver varios árboles, más verde, algunos animales y más árboles. A veces sentía que Niall lo odiaba… pero al final terminaba comprendiendo que su mejor amigo solo quería protegerlo.

Pero estaba seguro que aquella no era la forma. Él sabía que quería a Ashton. Y no entendía por qué él no lo aceptaba de una vez.

—Estamos ingresando, señor —habló Charlie desde adelante. 

Louis se acercó más a la ventana y la estancia comenzó a asomarse a sus ojos. Su corazón latió rápido. Su niñez estaba guardada en aquel lugar. Divisó un par de caballos y varios hombres que se giraban a ver la camioneta. 

El auto se detuvo. Louis sonrió emocionado y sin dudarlo se bajó. Sus pies tocaron el firme suelo de mármol de la entrada de la mansión. Miró algo embobada aquella casa. No recordaba que fuera tan grande. El aire fresco golpeó su rostro. Respiró profundamente mientras cerraba los ojos. ¿Cuándo había sido la última vez que había respirado tan bien? No lo recordaba. Su padre y Niall se bajaron detrás de el. Dess sonrió y respiró profundamente. 

—Hogar dulce hogar —dijo en un susurró —Charlie, mete todas las cosas en la casa y luego
puedes tomarte el día.
—Gracias, señor —dijo el chofer y se dispuso a bajar todas las valijas. 

Dess se acercó a la puerta y entró. Louis se quedó quieto en su lugar. No sabía muy bien que hacer. Se sentía algo perdido. Le daba la sensación de que no iba a conocer nada de lo que había dentro. Sintió que una mano tomaba la suya. Levantó la cabeza y lo miró. Niall tenía aquella mirada de niño arrepentido en el rostro.

Y sin poder evitarlo una sonrisa se le escapó de los labios. Jamás podía estar mucho tiempo enojado con él.

—Te perdono, Nialler —le dijo. Él sonrió aliviado.
—Yo también te perdono a ti —dijo. El ojiazul lo miró divertido.
—Yo no te pedí perdón —aseguró.
—Pues deberías.

Louis rió y sin soltar la mano de su mejor amigo ingresaron a la casa. Ambos se detuvieron para contemplar todo. La boca de Louis casi tocó el piso al observar todo aquello. Realmente estaba completamente distinto a como el lo recordaba. 

—Papá… —dijo en un susurro. Dess se giró a verlo.
—¿Qué, mi niño? —le preguntó él.
—Esto está tan… distinto —estaba asombrado. 
—Lo sé,… Anne se ha encargado de hacer que este lugar luciera cada vez mejor con el correr de
los años…
—¿Quién? —preguntó Niall intrigado.

Entonces una de las puertas se abrió y una mujer de cabellos obscuros entró a la sala. Se detuvo al verlos. Primero miró a Dess y luego su mirada se dirigió a Louis y Niall. Su rostro cambió radicalmente al ver a al chico.

—¿Niño Louis? —murmuró.

El chico de amplios ojos, pestañeó seguidamente al sentirse algo… tonto. Pero recordó perfectamente a aquella mujer. ¿Cómo podía olvidarla? Ella le había hecho la mejor pista de coches de la historia. 

—Anne —sonrió al fin luego de unos segundos.

La mujer se llevó una mano a la boca para sofocar un sollozo y luego se acercó a el para abrazarla.

Algo confundid Louis le devolvió el gesto. La mujer parecía verdaderamente emocionada de verlo. Louis se sintió algo tonto. 

—No puedo creer que seas tú, mi niño —le dijo y luego se alejó para observarlo a la cara. Le acarició el cabello —Estás tan hermoso.

El sonrió algo tímido y luego miró a su padre. Dess tenía una gran sonrisa en el rostro.

—Tú también estás hermosa, Anne —le aseguró —No has cambiado nada. Alguien acomodó la garganta.
—Te estás olvidando de presentarme, Tommo —le reprochó Niall.
—Lo lamento —dijo divertido y soltó a la mujer —Anne, él es mi mejor amigo… Niall Horan. Nialler, ella es Anne… la mejor creadora de pistas de coches del mundo.

Anne rió divertida y le tendió la mano a Niall.

—Mucho gusto.
—Anne, si tú eres la que ha estado manteniendo este lugar de esta forma… déjame decirte que eres excelente decorando. ¡Me encanta!
—Muchas gracias, muchacho.
—Solo dime Niall, Nialler o… como te guste.

Anne asintió y luego se giró a mirar a Dess. Su corazón latió rápido. Siempre que lo veía se sentía como una tonta niña de 15 años. 

—No me avisó que llegaba con el niño, señor —le habló luego de unos cuantos segundos. 

Dess esbozó una suave sonrisa y se acercó a ella para tomar su mano y besarle el dorso. El corazón de Dess latió más rápido aun.

—Quería darte una sorpresa —le dijo y luego soltó su mano. Louis miró cómplice a Niall. 

Este último le guiñó un ojo mientras asentía con la cabeza. Louis acomodó la garganta. Algo exaltada Anne la miró.

—¿Qué les parece si les muestro sus habitaciones? —preguntó algo nerviosa —Solo falta ponerles sábanas a las camas y listo…
—Me parece bien —dijo Louis.
—Si —asintió Niall —Muero muerto por darme un baño y descansar. El viaje fue agotador. 
—Me imagino que si —dijo Anne divertida.
—Mientras ustedes se acomodan yo voy a ir a mi despacho a hacer unas llamadas y a hablar con los muchachos…

Dess le guiñó un ojo a Anne y desapareció por una de las puertas. Al instante la mujer se puso roja como un tomate. Louis la miró divertido. 

—¿Qué sucede entre tú y papá, Anne? —preguntó Louis.

Anne la miró como espantada y luego sacudió la cabeza.

—Nada, mi niño, nada —dijo rápidamente.
—Oh Anne... —habló Niall y luego se acercó un poco para hablarle más bajo —No somos tontos… nos dimos cuenta de que ustedes dos se gustan.
—¡Dios me libre y me guarde! —exclamó ella escandalizada mientras comenzaba a subir las escaleras —Yo soy solo el ama de llaves de este lugar… y llevo muchos años trabajando aquí. El señor Dess y yo solo tenemos un mutuo respeto.
—¿Sabes cuando fue la última vez que vi a mi padre besar la mano de una mujer? —le preguntó Louis. Anne negó con la cabeza —Nunca…
—Ya basta, muchachos —dijo tan roja como un tomate. Se giró a ver al chofer que luchaba con las valijas —¿Necesitas ayuda, Charlie?

Siguieron subiendo hasta llegar al primer piso. Niall miraba realmente asombrado todo. Jamás pensó que ese lugar sería tan hermoso. Louis sentía una torpe emoción. Acababa de subir por las escaleras por las que había bajado corriendo más de un millón de veces. Estaba caminando por el pasillo por el que había bailado un millón de veces. Entonces se detuvieron frente a una puerta. Sin dudarlo dos veces Louis abrió la puerta y entró a lo que había sido su antigua habitación.

Estaba casi como el recordaba. Solo que ahora había una cama más grande y ya no era azul cielo. Y sintió nostalgia… pensar que el casi había olvidado todo eso. ¿Por qué había veces que las personas olvidaban lo importante de la vida? ¿Por qué al crecer… se dejaba de lado aquella hermosa niñez? ¿Por qué se le llamaba infantil a los sentimientos bonitos y confusos? Se acercó hasta la nueva cama. Se sentó con cuidado y luego miró a Anne y Niall. Estos dos lo observaban confundidos. Louis soltó un suspiro y luego se dejó caer boca arriba en la cama. Su mirada quedó fija en el techo… techo que seguía teniendo las mismas nubes pintadas de siempre. Sonrió. 

—¿Qué te pasa, Darling? —preguntó Niall.
—Nada… —el sonrió aun más —Solo que me estoy sintiendo… muy en casa.





SALVAJE (Larry Stylinson) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora