Capítulo 4

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Al día siguiente, todo fue horrible.

En el instituto, el suelo de los pasillos resbalaba. Seguramente la señora de la limpieza había usado algún detergente jabonoso y no lo había  enjuagada del todo bien. Afuera, el lunes soplaba con fuerza, pero dentro de las aulas el calor era terrible.
Las ventanas vibraban y los árboles se movían ligeramente. Según el hombre del tiempo, se esperaban lluvias. Pero el calor allí dentro... era insoportable.

Caminé pesadamente por el pasillo sin hacer ruido, pero mis pies no eran los únicos que vagaban por allí. Había un montón de estudiantes yendo y viniendo, de aquí para allá, chocando con mis hombros accidentalmente, mezclándose en el alboroto que ellos provocaban con el estruendo de los tacones de aguja de las chicas, que golpeaban el suelo con tanta fuerza como les era posible. Su perfume de manzana inundaba todo el pasillo, pero se disolvía al entrar en contacto con otros jocosos olores.

Cuando abrí la puerta para entrar al área de penúltimo año, los murmullos cesaron y todos los ojos se posaron en mí. Sentí un escalofrío y un deja vu que se apoderó de mi.
Al cambuarme tanto de instituto había sentido este sentimuento de extraña. Tragé saliva y cuando ví el único pupitre libre en segunda fila me dispuse a sentarme en él.
El profesor había parado la clase y sabía perfectamente que me diría que me presentase.
Al sentarme, tal y como habia pensado el Sr. Rown dijo:

- Señorita, haz el favor de presentarse. -forzó una pequeña sonrisa.- todos queremos conocerte.

Miradas que  aún no se habian posado sobre mi, se posaron y esta vez con interés, con intriga de lo que les iba a contar.

Cuando me puse en frente de aquella gente sentí como se me erizaba todo el bello y una gota de sudor resbalaba por mi frente. Tenía glosofobia, es decir tenía pánico hablar en público.

Entonces ví aquellos ojos azules y aquella melena dorada. Se veía preciosa.

- Me llamo Emily Fields y tengo 16 años. -me aclaré la garganta.- Vengo de un pequeño pueblo de Pennsylvania, llamado Rosewood. - mi mirada seguía fija en mi vecina.

- ¿Y como has llegado hasta aquí señorita Fields? -elevó una ceja el profesor.

- Por el trabajo de mi padre nos tuvimos que mudar y hace unos días me instalé. - notaba como mis palabras salían sin ningún tipo de esfuerzo.

Me acuerdo en los anteriores colegios como tartamudeaba y me costaba decir algunas palabras como mi nombre y mi apellido. Ésta vez mis palabras salían por si solas sin ningún tipo de esfuerzo. Y eso era, era agradable.

- Bueno Emily, te deseo mucha suerte en tu nueva vida. Ahora puedes sentarte.

Le obedecí, pero no antes de volver a posar mi mirada en aquellos preciosos ojos.

Solo si es contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora