Todo se arregla conversando

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Kankuro salió del salón dejando sola a la pareja. El incómodo silencio se hizo presente, Temari aún continuaba con la mirada en el piso, ya no estaba sonrojada, la vergüenza había desaparecido, aunque la ira comenzaba a invadirla. El estratega la observaba algo preocupado; sabía que la rubia iba a explotar, y lo más seguro era que él pagaría las consecuencias de su enojo; en parte, era culpable. También estaba consciente de que no podría huir de su enfado, ya que estaba a un metro de ella. Quizás había hablado de más, pero si no lo hubiese hecho, quien sabe hasta qué hora, ella hubiese seguido discutiendo con el marionetista.

-Temari, sé que estás molesta por lo que dije enfrente de Kankuro -habló con mesura, el pelinegro -, pero ¿qué querías que hiciera?

-Callado te veías mejor, Nara -respondió irritada, la rubia, aguantando las ganas de golpearlo-, no debiste entrometerte entre Kankuro y yo, era una discusión entre hermanos.

-¿Discusión entre hermanos? -acotó contrariado, el moreno -por favor mujer, el origen de esta disputa era que yo había llegado en mal estado. Debiste haber tratado ese asunto conmigo desde un principio, no con Kankuro.

-Tienes la desfachatez suficiente para decirme eso -refunfuñó, la kunoichi fuera de sí -, ni siquiera fuiste capaz de responderme cuando te lo pregunté, simplemente continuaste durmiendo.

-¿Me preguntaste por qué estaba ebrio? -inquirió confundido, el de coleta, llevando su mano derecha a la nuca -. La verdad, no lo recuerdo, mujer.

-Como lo vas a recordar, ¡si estabas durmiendo! -profirió con furia, la embajadora, apretando los dientes.

-La verdad es que sólo recuerdo gritos y a Kankuro sacudiéndome -dijo avergonzado, el Nara, rascándose la cabeza y desviando la mirada-, no sé muy bien que pasó antes de eso.

-Vaya, y ahora me sales con eso -articuló con ironía, la rubia -. Tan seguro que hablabas enfrente de Kankuro.

-Está bien mujer, tú ganas -habló cansinamente, el pelinegro, llevando sus manos a las sienes -, me equivoqué, no quise indisponerte frente a tu hermano, pero entiende, problemática, mi cabeza estaba a punto de reventar, igual que ahora.

-Me dejaste en evidencia enfrente del idiota de Kankuro -replicó con molestia, la kunoichi -, cada vez que pueda me lo sacará en cara.

-Lo siento, mujer -habló arrepentido, el pelinegro, frotándose las sienes -, no fue mi intención.

-Crees que con un «lo siento, mujer» se arregla todo, Shikamaru -profirió con molestia, la mujer -, tendrás que hacer méritos para que te disculpe.

-Está bien, mujer -rogó, el moreno, tratando de convencerla -, haré todo lo que me pidas, pero por favor, consígueme unos analgésicos que no aguanto el dolor.

-Ese dolor es consecuencia de tus actos -refunfuñó, la kunoichi, frunciendo el ceño.

-No seas cruel mujer, apiádate de mí, y ve a buscarme lo que te pedí -suplicó con la mirada, el estratega-, te devolveré el favor con creces.

-Más te vale recordar todo lo que me estas prometiendo, Shikamaru -habló con un tono amenazante, la rubia-, porque te juro que te cobraré la palabra.

-Sí, sí, lo tendré presente, mujer -musitó desesperado, el de coleta -, sólo apúrate.

La mujer salió de la sala dejando al estratega parado en medio del salón, éste al verse solo, se dirigió hacia el sillón más cercano y se sentó; apoyó su espalda en el respaldo, lo que lo incitó a quedarse dormido.

-Shikamaru, despierta -habló, la dama, golpeando varias veces la mejilla del moreno -, te traje los analgésicos.

-¿Qué hora es? -preguntó somnoliento, el pelinegro, recibiendo los analgésicos y el vaso de agua de su novia.

Situaciones problemáticasWhere stories live. Discover now