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El avión ya estaba despegando y él en verdad no se encontraba emocionado por este viaje en lo absoluto, es decir, ¿Por qué lo estaría? Ya había pasado por esta situación reiteradas veces y siempre era igual ,nada fuera de lo común, solo trabajo y más trabajo, pero tampoco podía quejarse pues aquello formaba parte de su rutina y ya se le había hecho costumbre.

Khun observó por el ventanal aquellas nubes esponjosas que decoraban el hermoso cielo azul y se preguntó si alguna vez su interior podría llegar a ser tan hermoso como el cielo y no lo entendía.

No entendía que era aquello que le hacía falta, no podía comprender aquel sentimiento de ausencia en su pecho y eso le molestaba en demasía. ¿Por qué no podía ser él quien controlara sus propios sentimientos? Si fuese de aquella forma ahora mismo no estaría perdiendo el tiempo pensando en cosas absurdas como en sus sentimientos, habían cosas más importantes que aquello.

Odiaba ser imperfecto.

Pues le faltaba algo y sin ese algo no podría llegar a la perfección cómo siempre había querido.

Odiaba ser imperfecto.

Porque la imperfección traía problemas, y los problemas traían consigo el sufrimiento, y él ya no quería estar inundado en aquel mar tan doloroso.

Soportó y claro que lo hizo, se dijo así mismo que sería fuerte y se prometió que saldría de ese lugar tan oscuro de algún modo y así sucedió.

Ignoró su dolor sumiéndose en el trabajo de la empresa que no le correspondía y a sus cortos quince años ya tenía la mente de un gran empresario. Poco a poco ignoró todo aquello que alguna vez le trajo pesadillas, ignoró todo aquello que le trajo dolor e ignoró así sus propios sentimientos.

Khun con diecisiete años de edad no sabía cómo sentirse alegre, no sabía cómo tener miedo, no sabía que era sentirse enojado, no sabía cómo sentirse triste, no sabía cómo sentir.

Su vida no era de color negro pero tampoco se podía considerar como blanco, era de color gris, tan neutro como la expresión de su rostro.

Entre tantos pensamientos confusos se sumió en sus sueños y cuando abrió nuevamente sus ojos ya habían llegado a su destino, con un suspiro cargado de pesar se levantó de su asiento y bajó de el avión junto a su abuelo. Caminó junto a él por el aeropuerto y abandonaron aquel lugar cuando recibieron sus respectivos equipajes.

Ya afuera del aeropuerto observó con cautela el lugar y chasqueó la lengua, de seguro algún día se moriría por la contaminación de Japón.

—¿En qué hotel nos hospedaremos? —Se dirigió a su abuelo mientras lo miraba fijamente exigiendo una respuesta.

Esperaba que el hotel estuviera en todas las condiciones para poder trabajar en paz, fuera del horroroso ruido que causaba la ciudad, no pedía que fuera grande pero sí cómodo, con una cabaña en medio del bosque tal vez sería feliz. Alejado de absolutamente todo.

—No nos hospedaremos en ningún hotel. —y por primera vez en todo el día su rostro fue un poema debido a la mención de aquellas palabras. Su abuelo al verlo empezó a reír a carcajadas pues aquello no era propio de su nieto.

Mientras tanto Khun tenía un debate interno entre la confusión y la vergüenza, sus mejillas se sonrojaron ligeramente cuando cayó en cuenta de que su abuelo se encontraba mofándose de él, pero entonces dio un suspiro calmándose y controlando la temperatura de su rostro volviendo a la normalidad segundos después. Odiaba tener ese tipo de de reacciones, le causaba disgusto porque se veía feo el color carmesí en el rostro de las personas pero sus disgustos por el sonrojo no era el problema justo ahora, lo había dejado intrigado lo antes mencionado por su abuelo y entonces se preguntó, ¿Acaso su abuelo había perdido la cordura y por la edad quería experimentar vivir cómo vagabundo? Que horror.

Smile || Khun x BamWhere stories live. Discover now