Dudas

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Al llegar a casa, todo daba vueltas en mi cabeza. El ir a ver a Malú solo me avía dado más cosas en las que pensar.

Subiendo las escaleras, y note un rotundo silencio, no parecía que hubiera alguien. Vi la hora y pasaban de las seis de la tarde, era extraño, normalmente mama pegaría el grito en el cielo al saber que salí tanto tiempo sin avisar (lo que, de hecho, teniendo ya 16, me hace sentir castrada).

Fui a la sala a recostarme en el sillón, quería ver la tv para tratar de relajarme. La programación era tan aburrida que casi me duermo.

Por la reciente situación solo pasaban noticias y entrevistas a licenciados en vida animal. Me sorprendí al ver a Martina Morgan; madre de Malú, entre ellos con su típica sonrisa en el rostro.

El cansancio me ganaba, estuve a punto de dormirme cuando escuche unas pequeñas pisadas venir a mí, mire de reojo y era un bulto blanco, corriendo y abanicando un palo de escoba.

Rápidamente salte de allí para esquivar el palazo, aterrice a unos pocos pasos y este volvió a mí, de nuevo salte, solo que esta vez los genes de gato me jugaron una mala pasada.

Salte tan alto que golpee mi cabeza contra el techo, lo hice de tal forma que pude escuchar claramente un ligero ¡crack! venir de mi nuca, caí al suelo como bolsa de papas.

Me levante del piso con lo podo de fuera que me quedaba tras el golpe.

-si sabía, mejor dejaba que me golpee-pensé sujetándome los brazos que no paraban de temblar, y digo pensé porque mi lengua se rasgó contra mis dientes.

Di tres pasos cuando esa cosa reapareció.- ¡fuera!-grito mientras batía su vara.

Después de tal golpe no volvería a saltar así, menos me lo permitiría mi adolorido cuerpo.

Cerré los ojos con fuerza, esperando el impacto, pero después de unos segundos nada paso.

Abrí los ojos y ese bulto se movía de un lado a otro frente a mí, las orejas comenzaron a vibrarme y logre escuchar una conversación.

Eran dos voces, las reconocí de todas mis mañanas antes de despertar y tener que solucionar un desastre. Levante el velo que los cubría y con ciertamente eran ellos, los mellizos terremoto me la jugaban otra vez.

-¡ha! ¡Te dije que era Nora!- dijo Erika golpeando el hombro de Erik.

-¡mentira! ¡Dijiste que *no puede ser Nora* cuando entro!- respondió Erik con otro golpe.

-¡¡basta!!-grite aguantando el dolor.

Sentí mi boca llenarse de sangre y saliva, me encogí aún más por el ardor que esto provocaba en la herida.

De repente, antes de poder levantarme, sentí unas frías manitas tocar mi piel.

Ambos se recostaron sobre mí en un pequeño abraso, Erika frotaba mis mejillas, mientras Erik frotaba mi nuca.

-¿te golpeaste duro?-.

-¿te duele mucho?- preguntaron mirando directo a mis ojos, con un gesto igual al de cachorritos suplicando.

No pude permanecer enojada con ellos, después de todo, fue mi culpa el estar herida.

Poniéndome a pensar, me di cuenta de lo absurdo que fue todo, y simplemente me reí de mi propia estupidez mientras lagrimeaba por el dolor, les di un pequeño pero adolorido beso en la frente y fuimos a la cocina. Llene mi boca con hielo mientras ellos me explicaban por qué lo Habían hecho.

Ellos me dijeron que mama e Isabela salieron de casa y les dijeron que esperaran por Isaac o por mí.

-algo debió pasar con Ana- pensé preocupada.

NORAWhere stories live. Discover now