10. See you soon, Liam

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A la mañana siguiente, Ema despertó con un dolor de cabeza considerable, producto del cansancio acumulado durante la última semana y de las lágrimas derramadas la noche anterior. Pero al girarse, su mirada se iluminó.

Hola princesa. No me he dado cuenta cuando has venido.

—"Noche" —gesticuló la niña, diciendo que aún era de noche cuando se había metido en su cama—. ¿Triste? —preguntó.

No, mi amor... Contigo nunca puedo estar triste. —Sin embargo, a la niña no podía engañarla, y ella lo demostró recorriendo sus mejillas con sus dedos, que aún tenían marcas de lágrimas—. Bueno, vale, un poquito solo, pero si me das un beso ya se me pasa todo todo. —Sonriendo, la niña la llenó de besitos, pero un ruido fuera de la habitación las sobresaltó—. No te muevas de aquí, ahora vengo.

Ema salió de la cama, se puso unas zapatillas y salió de puntillas de su cuarto. Había alguien en la habitación de Ethel y, a pesar de que podía ser cualquiera que quisiera hacerle daño, el hecho de que hubiera ido antes a la habitación de la niña la puso en alerta. Si alguien quería hacerle daño, sería por encima de su cadáver.

—¿Se puede saber dónde está Rosamunda? —vociferó Dora saliendo del cuarto.

—¿Y se puede saber qué haces tú aquí? Me has dado un susto de muerte. Rose está en mi cama. Dijiste que me ocupara de ella y es lo que estoy haciendo. Ya tendrás tiempo de amargarle la vida cuando termine el mes —respondió ella tranquilamente.

—Rosy, buenos días. Ven con mamá, cielo. —La niña negó con la cabeza frotándose los ojos y se acercó a Ema.

—"¿Enfadada?" —Gesticuló.

No, mi amor. Ven conmigo, vida. —Sonrió cogiendo a la niña en brazos— ¿Te das cuenta a quien prefiere? Pienso aprovechar todo el tiempo que me queda con ella, así que no pintas nada aquí.

—Venía con toda mi buena fe a comer hoy con vosotras, pero en vista de que no soy bien recibida en mi propia casa, me voy. Disfruta porque a partir del mes que viene solo la vas a ver si yo te lo permito. —Se regodeó Dora en el dolor de Ema mientras bajaba las escaleras. Cuando cerró la puerta de golpe detrás de ella, Ema no pudo más y se derrumbó. Había evitado por todos los medios llorar delante de Ethel, pero ya no podía más. Se acurrucó en el suelo con la niña aún en brazos, quien acarició sus mejillas gesticulando sin parar "no más triste, no más triste"

Ethel, vida, tú sabes que ya eres mayor, ¿verdad? —Le dijo cuando consiguió parar de llorar.

—"Mayor"—repitió la niña con una sonrisa.

Sí, cielo. Y las niñas mayores van al cole con otros niños mayores. Pero tu cole estará un poco lejos de casa y no podremos estar juntas. Pero te pro —No podía prometer algo que no sería capaz de cumplir, y menos a ella—... Intentaré ir a verte siempre que pueda, ¿vale?

—"No" —Gesticuló muy segura. Quería estar con ella, aunque no pudiera ir al cole.

Cariño, yo tampoco quiero separarme de ti, pero mamá cree que es lo mejor. En ese cole te van a enseñar muchas muchas cosas nuevas, ya lo verás. —Los ojos de la pequeña se empezaron a llenar de lágrimas y Ema no podía permitirlo—. Eh, no vale estar triste. Por eso tenemos que hacer muchas cosas hasta que vayas al cole. ¿Quieres que llamemos a Liam? Mañana se va a Londres. —Liam se había convertido en un gran estímulo para la niña, y Ema sabía que debía aprovecharlo. Dicho y hecho, marcó el número del inglés

—Hola, estrella del pop. Espero no despertarte.

—Hey, buenos días. Para nada, estoy en la piscina, llevo aquí una hora.

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