Capítulo 24

14 2 0
                                    

Ya había transcurrido algo de tiempo. Desde hace algunas semanas atrás notaba algo raro a Adam, últimamente se la pasaba mucho de fiesta en fiesta acompañado de Andi junto con sus amigos que ya había conocido. Eso llegaba a preocuparme, eso nos había llegado a distanciar mucho y casi ni hablábamos. Son muy escasos aquellos días que lo veo, desde hace tres días que no lo veía. Eso me duele y me preocupa mucho, tan solo fue poco tiempo en el que nos divertíamos juntos y éramos casi inseparables.

Ya falta poco para que termine el mes de octubre, una semana aproximadamente; Clary y Darío se la habían estado ocupados organizado la fiesta de Halloween que da la escuela. Eso es emocionante para todos excepto para mí. No me gusta esas fechas de andar celebrando. Darío me ha querido mantener ocupada en ayudarles para despejarme un rato pero no podía. Por más que trataba de intentarlo no podía. Para mí es algo sin sentido que vaya a estar en una fiesta si realmente estoy triste. Así es como se siente estar sin él. Triste y deprimente.

Es poco tiempo en el que estuvimos juntos, aún lo estamos. Sino que poco en el que duro la felicidad de compartir momentos. Ahora solo le preocupa estar en fiestas con sus amigos. Su cambio de actitud fue casi de repente, no sé a qué le llevo hacer eso. Había tratado de ayudarlo para volver a lo nuestro, estar de nuevo como antes, como hace tan solo un tiempo atrás.

Surge la noche en pleno día, en plena cara, y ya nunca nada será como antes. El vacío es una gran cosa.

— ¡Ya basta! Mejor ayudanos con los disfraces para la fiesta —Exclamó Clary.

—Yo seré la momia —Darío tomó un rollo de papel higiénico —Con esto me disfrazaré.

—Mm... —Se nota que sí pensaba un poco —Laughing Jill, ¿les parece?

Observaba a través de la ventana las hojas de aquél árbol donde dejaba las cartas para Adam. Sus hojas caían, se entornaban color café y caía una tras otra. Lo recordaba, claro que sí. Seguía escuchando las voces de mis amigos hasta que Clarissa gritó mi nombre y me exalté al momento. Casi me da un paro cardíaco.

—¡Pelanos Lari!

En el fondo estaba molesta, ¿qué no notan que quiero seguir en mi dolor y pensando para llorar toda la noche? Se podían ir al carajo con su dichosa fiesta.

—Suficiente con tu aspecto para el disfraz que quieras, querida —Le respondí fingiendo una sonrisa.

—Tampoco te pases.

—Pues callate mujer.

—No te puedes pasar toda la vida lamentando —Se veía serio. No, no se veía, está serio Darío.

—No comprenden ustedes —Por dentro me ando muriendo lentamente.

Ellos pusieron los ojos en blanco, pareciera que están conectados el uno con otro, actuando de la misma manera ante una situación. Hay veces en las que no están de acuerdo pero en la mayoría de veces actuan igual. Parecen hermanos.

—He escuchado miles de millones de veces ese drama. Incluyéndome —Clary me miraba fijamente.

Puede que en parte tiene razón pero esto es en serio, me mata por dentro todo esto. Tengo uno de esos dolores en el alma que por más que intentas ignorarlo te recuerda que ahí está entre suspiros y lágrimas sin sentido.

—Sí, lo que digas.

Gracias al cielo dieron el toque de salida, sin pensarlo más de dos veces tomé mi mochila para irme. Solo les dije "adiós" y me fui sin más. Solo comencé a caminar con la cabeza medio agachada. No quería mirar a mi alrededor, solo enfrente para ver donde pisaba sin caerme o tropezar pero una voz muy bien conocida me detuvo.

Cartas A Un Desconocido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora