Tuve suerte de haber tardado tanto en el baño cuando salí de la Universidad, ya casi no encontrabas alma en las calles, mordí y tironee de mi labio inferior, asqueado por tal cantidad de olores en el aire, podía aún sentir a las omegas mojadas a causa de los alfas fuera de la institución. Oh si, olvidé mencionar algo importante, la sede de la Universidad exclusiva para Alfas, estaba a apenas una calle de la exclusiva para omegas y betas, básicamente después de clases los alfas con feromonas a tope, venían y disfrutaban de elegir entre la cantidad de omegas que se pavoneaban para ellos.

No los culpo, es necesario, si bien la mordida es algo que a todo el mundo le preocupar, a los omegas nos viene el celo cada tres meses, siendo una Universidad con tantos estudiantes, la mayoría de las chicas que su temporada de celo este próxima, necesitaban a alguien para cumplir sus necesidades sexuales, lo mismo para los alfa, aunque realmente ellos tiene un celo cada seis meses, une celo de apenas día o día y medio, suertudos, no tiene idea de los que es pasar el celo de tres días con dolores tan infernales como estar dando a luz.

Cuando llegué a mi casa, solté un largo suspiro de tranquilidad, fue un buen día, nadie molestó, nadie me dijo nada en las calles, creo que esos supresores funcionan bien, si no fueran tan caros, ellos harían de mi vida la cosa más fácil y genial del mundo, me convertiría en un tipo de beta, sin aroma, sin preocupaciones, no un omega que suelte más feromonas de "Hey, cógeme Alfa, estoy disponible", tan desesperante.

Negué con la cabeza para dejar mis pensamientos atrás, metí la llave en el picaporte y entré, escuchando al instante los gritos animados de Kwang. Mi pequeño corrió tan rápido como sus pequeñitas piernas se lo permitían y sin dudarlo me coloqué de cuclillas, recibiendo el frágil cuerpo de mi hijo, si, mi hijo de tres años de edad.

 "Llegas tarde ¿Pasó algo otra vez?" Oí y cuando alcé la cabeza, me encontré con mi hermana Chae Rin sacudiendo su cabellera hacía un lado, para evitar que la tira de la mochila lo aplaste, ella era tan hermosa, una perfecta chica omega de cabellos negros, aunque ahora rubios, y hermosa mirada gatuna. Cargué a mi pequeño entre mis brazos, mientras Kwang separaba sus pequeñas piernitas y colocaba sus manos en mi pecho, acomodando su cabeza en mi cuello, llenándose de mi olor, o buscándolo quizás, sabía que a mi hijo le agradaba la forma como olía, le daba paz, nueve meses en mi vientre creaba un fuerte lazo, sin embargo a causa de los supresores especializados para camuflarme, quizás el pobre debía acercarse y buscar olerme más de cerca, muy, muy cerca.

"No, por suerte todo bien, salí al final, nadie en las calles. Gracias por los supresores, Chae."  

"Oye, cumpliste veinte hace pocos meses y te debía un regalo, Yoongi, mereces tener tus días de paz también."

"Eso supongo." Dejé un dulce beso en la mejilla de mi pequeño, observando se gesto enfadado, seguro continuaba buscando mi aroma característico. "Lamento hacerte quedar demasiado, sé que a papá y mamá no les gusta que vengas a verme y bueno..." Me quedé callado, lo demás estaba sobre entendido.

"¿Y crees que eso me importa? Eres mi hermano, Yoongi, y la niñera de Kwang está en periodo de celo ¿No? Puedo encargarme de él un viernes, es tuyo mañana y pasado mañana." Asentí, mientras me acercaba a uno de los pequeños sofás para dejar mi mochila en este, aún sin querer bajar a mi bebé, lo había extrañado tanto. "Además, pasar tiempo con Kwang es genial, es un alfa tan hermoso que no hay forma de no divertirse con el pequeño que sacará adelante a los Min".

"Chae, tiene tres años, no sabremos si es un alfa hasta los catorce, por lo menos."

"Hermano, no es que ame contradecirte, pero tú, yo y cada persona que observe a tu hijo sabe que tiene más madera de alfa que cualquier persona, incluso que tú."

"Soy un omega, no necesito madera de alfa." Y aunque intenté que aquel sonido fuera tal cual un gruñido, más fue una queja o un simple gimoteo, sentándome en el sofá con mi pequeño sobre mi muslo, observándolo jugar con mis cadenas.

"Bueno, eso es verdad" Chae se acercó para darme un beso en la mejilla, despidiéndose cariñosamente de su sobrino. "Nos vemos pronto ¿De acuerdo? Llámame cualquier cosa, deja de hacer que la que te llame sea yo."

"De acuerdo, de acuerdo."

Una vez me quedé solo en la casa, pasé el resto de la tarde jugando con Kwang en nuestro cómodo hogar. ¿Mi alfa?¿El padre de Kwang? No hay, no existe. Yo cometí aquello que se puede considerar el peor error de un omega, a mis cortos dieciséis años, teniendo apenas un año y medio de descubrir mi género, terminé dejándome marcar por un compañero de clases, a mediados del último ciclo escolar. En la graduación, el chico me dijo que todo fue una apuesta, sí, ese tipo de apuestas realizaban chico de dieciséis y diecisiete años. Él rompió el lazo, todo alfa tiene el poder de hacer eso, mejor aún si nunca  sintió una respectiva atracción por el omega o por el beta. Yo fui el iluso que ese entregó a cualquier persona que le pintaba la luna y las estrellas, fui aquello que de lo que tanto me quejo ahora. El chico aquel, nunca se enteró de mi embarazo, incluso hasta los seis meses, Kwang podía pasar como una gordura o simplemente un descuido a mi físico, cuando terminé el colegio, nadie supo nada, nadie se enteró de que aquel del que tanto se burlaron por entregar su virginidad, tanto por la mordida como por mi primera vez, ese mismo tipo más fácil que la tabla del uno, como dicen ellos, hoy es considerado como la perfecta definición de omega imperfecto.

Nadie quiere a un omega imperfecto en su vida, y yo no quiero a ningún alfa de regreso en la mía. Estoy solo, así será siempre.

The perfect omegaWhere stories live. Discover now