Capítulo II

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Sousuke había cambiado toda su agenda para que sus horarios fueran compatibles con los de Makoto, pero el castaño realizaba clases desde muy temprano hasta muy tarde, lo que a él mismo le resultada agotador. Porqué, además de eso, todavía tenía que lidiar con los acosadores y pervertidos que iban tras Tachibana a cualquier hora del día.

Aquel mismo día casi le había asestado un golpe a un hombre mayor que miraba lujuriosamente a Makoto y que acercaba sus dedos al trasero del profesor de natación. Cuando lo había encarado, el hombre se justificó diciendo que "¿qué se suponía que debía hacer si el castaño ocupaba un pantalón tan ajustado y que le remarcaba tan bien el trasero?".

Fue en ese momento en que Yamazaki quiso estamparle el puño en la mandíbula. ¿Acaso ese sujeto era un hombre mayor y asalariado? Pero no lo golpeó porque su compañero de trabajo lo impidió. Estaban llamando demasiado la atención de las personas alrededor, su parada estaba a punto de llegar y lo que menos querían era tener problemas en su trabajo por llegar tarde a este.

Aquella rutina la estaban llevando hacia algo más de un mes y la situación le estaba colapsando. Pero Sousuke pensó que si él estaba cansado luego de un mes de acoso que ni siquiera era hacia su persona, Makoto debía de haber sucumbido hace mucho tiempo.

Caminando hacia el Centro en el cual trabajaban, el moreno disminuyó la velocidad de sus pasos y se quedó unos cuantos metros detrás de su amigo. ¿Qué era lo que tenía Makoto para ser acosado de tal forma?

Su mirada recorrió la espalda del castaño y sus ojos se detuvieron en el trasero de este, recordando lo dicho por el acosador de aquella mañana. Y tenía que darle la maldita razón. Aquellos pantalones le sentaban de una forma maravillosa al chico de más de metro ochenta. La tela quedaba tirante en ciertas partes y en las otras acogía a la perfección aquellos glúteos que estaban en un excelente estado.

Y Sousuke sabía por experiencia propia de que aquella zona debía ser solo fibras y músculos.

Parpadeó en el momento en que Makoto dejó de caminar, se volteó y se le quedó mirando mientras esbozaba una sonrisa que hizo que su corazón se saltara un latido. ¿Qué estaba mal con él? ¿Ahora se convertiría en uno de esos pervertidos?

No. Él se había quedado mirando para poder entender qué era lo que hacía a Tachibana tan vulnerable e irresistible. ¿Había pensado en que Tachibana era irresistible? Claro que lo era. Desde el punto de vista de los acosadores.

Sumido nuevamente en sus pensamientos, no se dio cuenta de cuando Makoto habló:

-¿Ocurre algo, Sousuke-kun? Si te quedas ahí llegaremos tarde, vamos. -le tendió la mano animándolo a seguir caminando.

Sousuke comenzó a creer que entendía un poco qué era lo que tenía Makoto de irresistible.

Al llegar a su lugar de trabajo, como siempre los recibió la recepcionista, quien tenía la lista de los cursos para Makoto o la de los pacientes de Sousuke, generalmente luego de recibirlas iban juntos al camerino de los empleados y se cambiaban juntos mientras intercambiaban algún que otro comentario con respecto a las actividades del día.

Pero habían otras ocasiones en que alguno de ellos tenía que atender otro tema y se demoraba más. Ese día la chica que debía estar con una permanente sonrisa en su rostro para la atención al público, le indicó al castaño que había un apoderado, el padre de unos de los niños a los cuales le hacía clases, que quería hablar personalmente con él.

Nada fuera de lo común así que el moreno fue a prepararse para la primera cita que tenía ese día, una señora de la tercera edad que disfrutaba enormemente hacer amagos de caerse y ahogarse en la piscina para que él tuviera que "socorrerla" y "salvarla". Momentos en que ella trataba de tocarlo más de lo necesario.

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