Capítulo cuatro.

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Capítulo cuatro: Esta perra, se llama Ariana Price.

Sigo al hombre hasta la zona V.I.P, la verdad este club es algo grande. Hay luces por todos lados, alcohol, drogas y hasta sexo en cada rincón de aquí. La música es considerablemente alta, toca gritar para que a uno lo escuchen cuando habla.

Me detengo cuando el hombre se para frente a una puerta en la que hay un guardia. Rápidamente le da un asentimiento en la cabeza dejándolo entrar, cuando se percata que estoy detrás de él me indica que le muestre mi pase V.I.P. Se lo doy y cuando me compara con la fotografía del cartón me permite el paso.

Cuando entro rápidamente veo prostitutas por todo lado, algunas pasan por mi lado mirándome con envidia mientras que otras, que supongo que son las principiantes, me miran con cierta curiosidad y admiración. La poca ropa que llevan y todo lo que está pasando por acá me hacen sentir una fascinación instantánea, personas jugando billar apostando carros, armas y billetes, adolescentes tratando de entrar a este mundo, y sobre todo no falta el que manda acá.

Sí, el felino.

El hombre, del cual todavía no conozco su nombre, me toma del brazo y me dice.
-El jefe te está esperando, lindura- grita por sobre la música. Me acerco y lo beso brutalmente dejándolo sorprendido.
-Gracias, bebé.-digo y me alejo.

Atravieso la cortina en la que se encuentra el jefe, encontrando una escena totalmente asquerosa. El felino tenia a dos putas encima, sin sostén, baboseando toda su cara, creo que le harían sexo oral ahí mismo. Disimulo mi ataque de asco y me acerco a él, cuando se percata de mi presencia les dice algo a las vagas de ahí y ellas de inmediato se levantan dándome una mirada de odio. Pero, por favor, todos sabemos que le hacen todo esto al jefe por su dinero, porque es tipo no es que sea pobre.

Con su dedo hace un movimiento indicándome que me acerque ahí. Obedezco y me acerco cuidadosamente a él. De pronto él grita.
-¡THOMÁS, CIERRA LA PUTA PUERTA!- dice en tono severo. Miro por sobre mi hombro y me percato que, efectivamente, un hombre alto y carnoso cierra la puerta, que no había visto, por detrás de las cortinas, dejándome sola con El Felino.

Sigo acercándome hasta donde está sentado el jefe, y cuando llego hasta el abro mis piernas, de tal manera que quedan entre sus caderas, sentándome en su regazo. El empieza a trazar círculos por sobre mis muslos y no puedo evitar sentirme asqueada, pero tengo que aguantar o si no estaré en peligro, y no solamente yo si no papá y todo el negocio.

Me muevo lentamente sobre su jodida erección, y siento como el suspira entrecortadamente. Desabotono algunos de los botones del traje dejando a la vista mi trabajado abdomen, puedo ver como él se va excitando cada vez más. Sin un repentino aviso, me coge de la nuca y me trae a él besándome vorazmente, sigo su juego y empiezo a moverme más rápido sobre su regazo haciendo que la mini falda que llevo se levante y deje expuesta mi ropa interior. Él me levanta con mis piernas enroscadas en su cintura y me estrella con la pared y comienza a dar besos húmedos por todo mi cuello, aprovecho de desabotonar su blusa y a distraerlo mientras el mantiene su cabeza enterrada en el hueco de mi cuello mordisqueando la piel de ahí.

Como puedo, alcanzo la aguja que tenía escondida en uno de los bolsillos del traje y la entierro en su cuello haciendo que suelte un gemido de dolor y retroceda por sobre mí. Se tira al piso mientras saca la aguja y veo como se retuerce tratando de tomar conciencia sobre su cuerpo, pero yo solo empiezo a reír maniáticamente porque la droga que le inyecté hace que él no pueda mover ni sentir su cuerpo pero si es capaz de percibir todo lo que pasa a su alrededor.

Me acerco a él lentamente y veo como en sus ojos yace el miedo, me hace sentir poderosa saber que me temen, me encanta. Lo recojo del piso, y sin ningún cuidado lo pongo en su enorme silla, me acerco mi mochila y saco las cuerdas que traigo. Lo amarro con una fuerza enorme haciendo que el haga una mueca de dolor.

En La OscuridadWhere stories live. Discover now