Capítulo tres: Supongamos que sí.

43 0 0
                                    


4 años después...

Aparto con mi mano el leve sudor que tengo en mi frente. La verdad es que si este plan falla, todo irá a la ruina. Me he esforzado mucho estas últimas semanas para poder garantizar con éxito el plan teniendo en cuenta cada mínimo detalle. Me revuelvo incómoda en el asiento, y en el desespero me quito el gran chaleco de peluche negro que traigo encima, por lo cual el vestido rojo carmesí que llevo queda expuesto haciendo resaltar mi tonificada figura.

Oigo un carraspeo y cuando subo la mirada, encuentro a mi hermano Derek mirándome por el retrovisor. Con un poco de humor le digo.
-Desde acá se nota tu excitación, hermanito.- miro mis uñas aparentando indiferencia.

Puedo ver como aprieta la mandíbula y vuelve a poner la vista en la carretera. Sin mirarme, con un tono severo, me dice.
-Ariana, esto no es un juego. Tú más que nadie sabes que si este plan fracasa todos nos iremos al jodido infierno.- espeta con rabia.

Levanto mi mirada fría y dura, algo que casi nunca hago con él, y le respondo de la misma manera.
-Derek, ¿crees que no lo sé?, te recuerdo que todo este plan fue creado por mí, y gracias a mi se está llevando esto para que una gran cantidad de dinero entre a nuestras cuentas bancarias.- digo jugando con el arma que tengo en mi regazo- Además, si yo soy la que está manejando esto, ¿por qué tratas de hacerte el jefe de esto, cuando soy yo la que está al mando?-.

Nos detenemos por que el semáforo está en rojo, en ese momento Derek se voltea y me dice.
-Discúlpame, ¿sí?, mira el solo hecho de pensar de que mi hermana tiene que seducir a un hombre realmente asqueroso hace que mi sangre hierba. No me gustaría perder a la persona que he cuidado desde que era una cría que estaba empezando a entrar en este mundo.- dice con sinceridad en sus ojos y no puedo evitar tener compasión por él.
-Está bien, pero sabes que me molesta que me subestimen cuando ni siquiera se han hecho las cosas. Y no te preocupes por mí, Derek, eres como mi hermano mayor y te amo mucho, pero se cuidarme sola y esta vez no va a ser la excepción.-digo en un tono calmado a lo cual el asiente- Ahora mueve el culo de esta mierda si no quieres que te den una embestida por detrás.- le digo en tono burlón, el ríe y pone a andar la furgoneta de nuevo.

Decido mirar por la ventana, como el vidrio es polarizado los de afuera no pueden verme pero yo sí a ellos. Mi reflejo se puede ver en el vidrio, por lo cual decido analizarme.

Tuve que pintarme el cabello de negro y ponerme unos lentes de contacto azules. Se supone que solo las personas que he matado han visto mi apariencia, y eso es algo que me inquieta un poco. Porque sí, todos saben que el famoso narco Aníbal Price tiene una hija llamada Ariana Price que es temida por todo aquel que la nombra o que solo piensa en ella, Con papá hemos decidido ocultar mi apariencia para que no tuviéramos conflictos a la hora de que los enemigos de papá atacaran, ya que yo simplemente podía salir y matarlos sin compasión haciendo que ellos se llevaran su último recuerdo con la imagen de mi rostro.

Me gusta que cuando me nombren se note el miedo circular en el ambiente, me hace sentir poderosa, y sí, tengo el ego bastante alto. La verdad me gusta cuando soy deseada por los hombres que me ven, porque cuando intentan pasarse o simplemente quieren ir a otro nivel, la sola mención de mi nombre los hace ponerse tensos y suplicar antes de que les atraviese la cabeza con mi pistola.

El ruido de mi teléfono me saca de mis pensamientos, rápidamente lo busco y cuando lo encuentro contesto sin mirar el nombre de la persona.
-¿Hola?
-Hola cariño- dice mi padre, en la otra línea.
-¿Pasó algo?- hablo con evidente preocupación.
-No, no, no, tranquila hija.- suelto un suspiro de alivio- quería saber cómo va el plan, ¿sabes? No es fácil saber que tu hija está corriendo peligro por culpa de su padre- suelta algo resignado
-Papá, sabes que yo siempre estaré a tu disposición, todo lo que me pidas lo haré sin ningún problema. Te lo prometí cuando llegue a tu lado, y yo nunca roto una promesa.- le digo con un poco de enojo
-Lo se hija.- suelta un bufido y sé que está cogiéndose el cabello en este instante, es una costumbre que él tiene cuando algo le estresa o le asusta- Pero también tienes que entender que tu vida está en la cuerda floja, y que con un solo movimiento puedo perderte, y no quiero eso- no me gusta por donde va esta conversación, por lo que decido hablarle claro.
-Mira pa, estaré bien ¿sí?, solo confía en mí, si lo haces tendré en cuenta tu voto de confianza y eso hará que este más fuerte que nunca.- le digo esbozando una sonrisa, aunque él no la vea.
-Lo hago, hija. Confío en ti y sé que vas a lograrlo, siempre lo haces. Buena suerte, te amo.- me dice con sinceridad.
-Yo también, papu.- oigo una risa proveniente de la línea y sé que lo he hecho sonreír- Nos vemos en casa, adiós- cuelgo y suelto un suspiro.

En La OscuridadWhere stories live. Discover now