-Prólogo-

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Corro hasta mi casa bajo la lluvia que cae a cantaros. Vienen a mí los recuerdos de los momentos que más atesoré, pero que ahora los siento amargos y son como una burla. Las lágrimas no paran y siento un dolor en mi pecho que en vez de aminorar lo que hace es aumentar.

Cuando me adentro a mi domicilio, me recuesto en la puerta al cerrarla detrás de mí tomando fuerzas.

Siento todo el peso de mis acciones sobre mí, ahora entiendo todo.

¿Cómo es posible que haya caído tan fácil? Yo, que tanto me cuidaba de eso.

Voy hasta mi cuarto, arrastrando mí cuerpo ahora lo siento pesado.

Estoy sola en la habitación, llorando desconsoladamente, logrando entender cómo es que esa persona que fue o es; porque no puedo hablar en pasado, si siento tanto dolor en mi corazón al recordar su traición. Me haya mentido y humillado de esa manera tan cruel, tan vil, ridiculizándome delante de todos. Como si yo no valiera nada, como si fuese basura; un trapo viejo. En estos momentos solo hay odio, remordimiento, tristeza, decepción y amargura. Son muchos sentimientos encontrados.

Me dejo caer en el piso mientras me deshago con rabia del uniforme mojado, me voy hasta la esquina más alejada de mi cuarto, ahora es el mejor sitio para mí, me siento a gusto, en este rincón, donde nadie me ve.

Todos esos momentos se repiten en mi cabeza como una película; la cual no puedo borrar. Llegan a mí como un recordatorio de lo estúpida que fui al entregarme de lleno a algo como eso. Eso que desde el principio mi consciencia me repetía una y otra vez que sólo era algo pasajero. Pero claro, yo estaba totalmente cegada por él, que no me percaté de sus intenciones. Lo peor de todo es que defraudé a todo mis seres queridos, a aquellos que verdaderamente se preocupan por mí.

Escucho como suben las escaleras fe casa a toda prisa, para después mi madre irrumpir en mi habitación abruptamente y soltar un grito ahogado al verme- ¡Hija! - vocifera dentro de su estupefacción. Ella se coloca en cuclillas frente a mí.

-¡Lo siento, mamá! - repito una y otra vez mientras abrazo mis piernas. Ella me acuna en sus brazos, dándome un fuerte abrazo, lo que hace que me destroce más. Su rostro está desencajado, de seguro mi aspecto ha de ser deplorable.

Acaricia mi espalda, tratando de calmarme, tratando de quitar ese dolor que se ha apoderado de mi ser haciendo que todo esa felicidad que alguna vez sentí, se vea tan lejana..., tan inalcanzable.

Ahora sólo soy una chica humillada, ultrajada, y maltratada. Herida tanto emocionalmente, como psicológicamente. Todo esto me ha dejado en un estado fatal, siento que no valgo nada...

Reescribiendo Mi HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora