Capítulo I: Fiesta

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Amber

—Mi pequeña, Amber —escucho la voz de papá como un eco que retumba en mis tímpanos—. Despierta, mi pequeña.

Trato de volver a la realidad.

¿A quién miento?

En realidad, no quiero hacerlo. Me remuevo ante la idea de ver otra vez aquella escena de los jóvenes amantes y escuchar esa voz llamar por una Cassandra.

No puedo huir más. Tengo que ser fuerte y levantarme, soy una Bacis. Un demonio único en mi especie y la próxima gobernante.

—Despierta, pequeña. —Otra vez papá, pero ahora mi sistema no hace indiferencia ante sus palabras. Despierto.

Mi parpadeo se vuelve algo pesado. Puedo escuchar música resonando. Me percato de que sigo en mi habitación y estoy sobre mi cama. Papá sentado a mi izquierda aún con su traje elegante, y es así como deduzco que no he sido víctima de un desmayo prolongado.

Su expresión es seria como siempre. En esta situación esperaba una tenue melancolía en sus rasgos, pero no hay ninguna pizca de ella. Sin embargo, veo al final de sus labios una suave curvatura de una sonrisa silenciosa que quiere pasar de secreta y desapercibida.

Me ilusiona que a pesar de todo él haya sido quien ha venido a mi rescate.

—Papá, quiero bajar a la fiesta. —Intento incorporarme de la cama. Él me sostiene con una mano en la espalda y la otra apoyándola en mi hombro. Se apega a mí.

Solo es cuestión de segundos para que vuelva mi energía como si nada hubiese pasado, y él lo sabe. Se levanta conmigo de la cama. Mi primera pisada es dudosa.

—Intenta enfocar tu energía en tus manos y toca la parte de tu corazón, solo así volverás a la normalidad.
—Ni bien lo dice y me suelta, apartándose hacia un lado.

Retomo mi fuerza, y a sabiendas de que papá me mira, no está de más que deje atrás la timidez y sea la mujer que él quiere que sea. Lo quiero enorgullecer. Me preparo para erguir mi cabeza en expresión de triunfo, es lo menos que puedo hacer delante de su presencia. Volteo hacia mi espejo. Irónicamente, al lugar donde todo empezó, pero veo mi imagen. Tengo unos mechones rebeldes estropeando mi cabellera. Nada más, solo ese defecto.

Pero recuerdo.

Recuerdo a la chica ensangrentada.

Empiezo a dudar de mí. Mis fuerzas flaquean y la seguridad que estaba floreciendo se detiene a medio camino.

Un demonio nunca tiene miedo.

Me repito, pero papá me ha descrito esa sensación, y sé que antes de mi desmayo la sentí.

Respiro hondo.

Cierro mis ojos y canalizo el fuego en mis manos, no espero más. Sé qué podría quemar mi vestido si no me concentro en que las llamas sean solo mi alma y no materia. Una vez segura, las llevo a mi corazón.

Tanto poder me abruma, y eso que aún no maduro. No hasta mi cumpleaños que será mañana. Yo aceptaré a mi Bacis en su totalidad y seré el monstruo que aparecerá en la oscuridad cuando desee dejarme atrás y esté ávida de sangre.

—Mi pequeña, ¿aún estás segura de querer bajar a la recepción? —Papá capta mi atención a tiempo, antes de perderme por completo en mis pensamientos.

Veo a mi costado a unos pasos donde está él y asiento.

Él se irgue.

Eso muestra lo orgulloso que está de su hija. Camina hacia mí y me da una palmada pasible en mi hombro. No dice nada, pasa de largo frente a mí para dirigirse a la puerta. Se dispone a salir de mi cuarto, pero antes de que gire el pomo concilio decirle algo que anhelo tanto.

—Papá, quiero salir de mi habitación de tu brazo. —Se detiene.

—¿Qué esperas? —Frunzo el ceño, confundida— Apura, ven.

Sonrío.

Es la primera vez que llegaré a una fiesta de su brazo.

—Diez segundos, papá. —Analizo mi imagen en el espejo—. Déjame arreglar un mechón suelto de mi cabellera.

No dice nada.

Me apresuro en arreglar el detalle. Echo un vistazo a mi rostro. Los ojos grises están ahí recordándome que hoy si escojo pareja tendré que vincularme y su tonalidad ha de cambiar por el color de iris que tiene mi par. Analizo el resto de mi cuerpo, todo está bien, incluso el vestido no está arrugado.

Decidida voy y me incorporo a lado de mi padre.

—Espero que esta noche no tenga más sorpresas como esta —comenta, mientras logro pasar mi brazo por el suyo.

Salimos de mi habitación. Cada paso dado me acerca a mi destino. Esta noche deberé escoger a algún demonio con el cual vincularme. Entre demonios no se necesita amor para eso. He sabido que si un demonio se vincula a una humana lo necesita. Deben ambos tener su alma y corazón conectados de alguna forma fuerte que ese lazo se da sin que en el proceso muera la mortal.

Amor.

Me hubiese gustado haberlo conocido antes de este día.

—Espero que hagas la mejor elección, Amber —susurra papá, a mi oído, cuando soy capaz de estar consciente que estamos al borde de la escalera y todos los invitados nos observan.

El gran salón está atestado de demonios como mortales que han pactado con mi padre. Puedo olerlos en su sangre; como si tuvieran oportunidad de aspirar a conquistarme.

—Estoy lista, papá.

Él asiente hacia el presentador formal de la reunión que se encuentra al final de la escalera. El cual respira profundo y toma impulso vocal para presentarme en sociedad.

Odio este día.

Demonios de Día © - [Serie pesadillas] [Libro #2]Where stories live. Discover now