El incio de otra historia.

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02.02.2096:

Era una noche tranquila por las calles de Nueva Orleans, las gotas de la lluvia cubrían las ventanas del bar y de las casas alrededor dando un aspecto hermoso al lugar, se respiraba olor a café y a tierra mojada, el la miro caminando entre las sombras, vestía una chaqueta de cuero café, y un vestido morado combinado con botines del mismo color que la chaqueta, Damon escucho su corazón, latía con rapidez, la chica olía a miedo, con cada paso ejercía rapidez en el cuerpo, una mano en la chaqueta y la otra de fuera, temblando, como si fuera el lugar más frío del mundo, rodeada por icebergs gigantes, sin embargo, Damon solo percibía humedad, y frescura. Y una paz que consumía su alma en esa época del año. Ella al fin se detuvo, el ruido de una puerta logró tomar su inquietud más a fondo, lo que la llevo a correr hacia un callejón y esconderse ahí. Damon sonrío, con esa sonrisa de el, tan picara. Todo lo que lo caracterizaba era el curvear sus labios y que sus ojos se tornaran más azules de lo que ya eran.
Aunque la chica volará, no podía escaparse de el, nadie lo hacía, y mucho menos en la situación en la que se encontraba. Tenía una guerra contra personas que necesitaban a esa chica, el no dejaría que alguien más la tomará. Sabía que el lado correcto era unirse a Niklaus y los Mikaelson.
Uso su velocidad que lo sobre natural le otorgaba para llegar a ella y puso su mano sobre la boca de esta, que intentaba con todas sus fuerzas zafarse de su raptor. La víctima logró morderle y aruñar todo lo que podía. Damon jalo de su cabello hacia atrás y la volteó hacia el, de tal manera que quedo a unos cuantos centímetros de su rostro. Y cuando lo miro fijamente, no podía creer a la persona que veía. No la soltó, no sabía si era una trampa para hacerlo caer, para chantajearlo, tenía que estar seguro de que era ella. Pero no podía contener su respiración, todo en el se estremeció, todo se intensificó. Su cabeza daba vueltas, deseaba que fuera real, lo deseaba más que nada en el mundo, sus recuerdos al lado de esa chica llegaron y lo golpearon de repente, aquellas pláticas de horas, aquel desayuno, esos juegos, sus abrazos, los bailes, toda ella vino a su mente, y hace tanto se había prometido jamás pensarla de nuevo, pero esta vez no lo pudo evitar.
-¿Bonnie?- dijo al fin, su muerto y dañado corazón era ahora el que latía con rapidez.
La chica lo miro con desprecio y confusión.
-Déjame ir- dijo ella- o terminaras muerto, como la mayoría que han intentado lo que tú.
Se quedo sin habla, era ella, su cara, su cuerpo, sus manos, su voz. Creyó que las sirenas habían regresado y que todo era una alucinación.
-Dime que eres producto de mi imaginación- Damon se acercó a ella tanto que juntaron sus cabezas, y los fuertes, congelantes y agitados respiros de la chica lo dejaron helado, sentía el frío que ella. Sentía felicidad, confusión, frustración, necesitaba explicaciones y claramente esa chica no se las daría, si era Bonnie o no, la que conoció, su mejor amiga ya no estaba, tanto que no lo reconocía a el.
Optó por desmayarla como se lo había prometido a Klaus, pero no se la entregó, la llevó a una casa vieja fuera de Nueva Orleans y la mantuvo como rehén.
Respiró una y otra vez, cada que lo hacía recibía pulsadas en el pecho, ya ahí, la chica estaba encadenada de pies, manos y hasta cadera, no sabía de lo que podía ser capaz, y no se esperaría hasta averiguarlo, hasta le pincho varias veces para comprobar que no era un vampiro, alegrándose  por primera vez de verla sangrar. Después de unas horas despertó, aturdida por los ruidos, también tosiendo por el polvo y el desorden generado del lugar.
-Hey- dijo Damon, haciendo desaparecer toda la cara de  preocupación que no había sido suya hace tanto tiempo, y conservó su cara de humor y maldad. - ¿Me vas a decir quién diablos eres?
Ella quiso hacer un hechizo, pero su magia no funcionó.
-Que modales los míos. Te di unas pastillas que estaban matando a mi mejor amiga en el 2018, o cerca de esos años. Evita que...
-Que haga magia. Lo sé idiota, yo morí a causa de esas malditas pastillas. Y que vuelvas a introducirlas en mi sistema no es muy bueno. Para ti.
-Wow - dijo el soltando una carcajada a medias- ¿Quién diablos eres?
Los ojos de la chica rodearon el lugar tratando de descubrir dónde estaban, vio al vampiro una y otra vez y una alegría le recorrió el cuerpo, haciendo que casi le otorgara una tierna sonrisa, pero no lo hizo, estaba demasiado cansada, demasiado mareada. Así que bajo la vista e hizo como si no lo reconociera.
-¿Con quién trabajas? Si es con Klaus... yo iba a hablar con el. No necesitas hacer esto. Por favor, yo... cooperaré con la familia original, se lo que me es mejor, siempre lo he hecho, y ellos pueden ayudarme a descubrir quien mato a...
-Solo quiero saber tu maldito nombre brujilda o lo que seas. No.Me.Interesa. Y saldremos de acá hasta que me respondas muñeca.
Camino varios pasos sin apartarle la mirada ni un segundo.
-¿Quién eres tú?- pregunto ella devolviéndole esa sonrisa ladeada y llena de sarcasmo.
-Damon Salvatore. ¿Ves? Es rápido y sencillo una respuesta.
Abrió sus ojos como platos redondos, y su expresión fue sorpresa, solo eso. Falsa por supuesto, pero el no necesitaba saberlo.
-Dios mío!- gritó ella sonriendo- creí que ya no había más sangre Salvatore en el mundo. ¿Conoces...a alguien llamado Stefan?
El nombre de su hermano lo devastó, creía que la chica solo jugaba con el y atormentaba sus viejos recuerdos. Y en efecto, lo hacía. Tomo el rostro de ella y lo sostuvo con firmeza, lastimándole.
-Dime tu maldito nombre o te mato aquí y ahora.- sus ojos brillaron más de lo normal, olió la verbena en su sistema pero no le importo. El quería respuestas, y las quería pronto.
-Soy Bonnie, mi nombre es Bonnie Saint John. O Bonnie Bennett, pocos conocen ese apellido, siéntete afortunado de saberlo.

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