Tempt me

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Cuando Otabek entró a la Universidad, contrario a lo que todo el mundo pensaba, no tenía en mente que viviría la mejor época de su vida. Siempre había sido un chico tímido al que le costaba hacer amigos, y estaba seguro de que ello no cambiaría de la noche a la mañana sólo porque iba a entrar a estudiar una carrera. Su hermano, Ruslan, siempre le decía lo mucho que se iba a divertir, los amigos que haría, las fiestas y las chicas que conocería allí. Claro, eso le aplicaba a él, al mayor de la familia Altin; jugador de hockey, alto, atlético y con todo un harem de chicas suspirando por su encanto. Ruslan siempre sabía las palabras correctas para tener a una mujer completamente enloquecida por él, y esperaba, ahora que se había graduado, que Otabek continuara con el legado familiar.

Sin embargo, frente a ello existían varios problemas. El primero, aunque nadie lo sabía, Otabek era homosexual y por lo tanto no le interesaban las mujeres; segundo, apenas y tenía un amigo con el que pasaba el tiempo, un canadiense bastante ruidoso, pero lo suficientemente raro como para ser su amigo; tercero, él sólo quería ir a estudiar.

Así que las esperanzas de Ruslan murieron cuando Otabek entró a tercer año. Mientras normalmente, los estudiantes tenían pareja o al menos ocupaban sus habitaciones en los dormitorios para algo más que dormir, Otabek solía pasar su tiempo libre (demasiado tiempo libre) en el estudio de producción. En realidad, esa era la clave de su éxito para ser uno de los estudiantes más talentosos en la carrera de producción musical.

Aunque, por el otro lado, estaba Jean Jacques Leroy, un estudiante de estudios musicales y su único amigo. El tipo era todo lo opuesto a el: ruidoso, sociable, extrovertido y todo un rompecorazones, aunque el suyo ya tenía dueña. JJ, como le gustaba ser llamado, era el único en toda la universidad que le había tendido la mano, ofrecido su amistad y siempre que podía, lo arrastraba a algún lado para no dejarlo solo. No se podía quejar, con un amigo como él le bastaba.

Así que cuando el canadiense irrumpió en el estudio de producción sin aliento, jadeando y completamente agitado, Otabek supo que algo grande había pasado. JJ podía ser ruidoso, pero sólo lo molestaba en el estudio cuando era estrictamente necesario.

-Los Crispino van a hacer una fiesta en su dormitorio – inició – y van a ir todos los de primer año. Sala me preguntó si podías ayudarles con el sonido, porque quieren irse por lo grande... Ya sabes cómo son.

-¿Y por eso vienes corriendo? – le preguntó Otabek dejando los audífonos sobre la mesa.

-No en realidad – respondió el otro tomando una bocanada de aire – Otabek... Tienes que ir a esa fiesta, como sea, a como dé lugar.

-Supongo...

-No, no supones, debes hacerlo – espetó el canadiense clavando sus ojos en los de él – de casualidad le conté a Michelle acerca de esa consola que quieres, la de DJ, y él me dijo que, a cambio de ayudarles, te la dará como pago. Sé lo costosa que es y, creo que sería bueno para ti...

Bueno, digamos que JJ estaba sumando puntos de amistad.

Otabek le palmeó un hombro y eso le bastó al canadiense para entender cuán agradecido estaba.

-Sala te espera en la cafetería a las 5 de la tarde. No llegues tarde o ya sabes cómo se pone – le dijo divertido, pasando su brazo por sobre los hombros del kazajo.

El susodicho se sonrió.

-Recuérdame ayudarte a producir tu primer sencillo.

-Oh sí, ya lo tengo planeado ¿qué tal suena Theme of King JJ? – preguntó Leroy, dibujando con la palma de su mano en el aire – I can rule the world, JJ, just...

Tempt meWhere stories live. Discover now