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Casi sin Gerard darse cuenta, el verano finalizó demasiado rápido. Los días pasaron como si nada, apenas permitiéndole al chico saborear las jornadas menguantes de vacaciones. Especialmente, los días después de aquello se le antojaban etéreos, como un sueño que apenas recordaba.

Y aquello no era otra cosa que la tan tétrica escena que presenció en julio.

No recordaba bien cómo se desarrolló todo cuando regresó a casa y se lo contó a sus padres, tampoco qué sucedió concretamente en comisaria cuando fue a contar lo sucedido al día siguiente. Creía recordar que aquella mañana habían denunciado la desaparición de la chica, o al menos el agente supuso que se trataba de la misma. Gerard testificó, trató de ser lo más detallado posible. Pero no sirvió de mucho. Al fin y al cabo, él poco había visto. Y, al parecer, su misterioso compañero, el chico del club de música, había visitado la comisaria antes que él y había contado todo lo que vio.

El cuerpo inerte de la chica siendo arrastrado por la figura enmascarada.

Tras oír aquello salir de entre los labios del policía, Gerard se estremeció. Y se estremeció durante muchos de los días siguientes, cuando se apresuraba en regresar a casa tras el club de arte, siempre antes de que anocheciese, pues no se atrevió, al menos al principio, a caminar solo a aquellas horas de la noche.

Y respecto al chico... No volvió a verlo.

De momento.


┉┉┉┉


—¡Gerard!

—¿Eh? ¿Qué...?

—Te estoy hablando, ¿no me escuchabas?

—Ah, esto... Claro que sí...

—Mentira.

Mikey, su hermano un año menor que él, se cruzó de brazos y detuvo su caminar en seco, mirando a Gerard con reproche. Apenas unos pasos por delante de él, Gerard y su mejor (y único) amigo Ray tuvieron que detenerse también.

—Venga ya, Mikey... —replicó Gerard, con gesto cansado, más mental que físico. Se encontraban en el camino de vuelta a casa después de clases. Apenas estaba acabando septiembre, pero Gerard ya tenía claro que el curso iba a ser insoportable; su clase estaba llena de imbéciles que habían demostrado con creces serlo en tan solo unas semanas.

—Tu hermano está cansado. No se lo tengas en cuenta, Mikey —intervino Ray, tratando de suavizar el ambiente entre los hermanos.

El rubio hizo una pequeña mueca, torciendo los labios, pero pareció atender al comentario del de cabello rizado, aunque de mala gana. Reemprendió la caminata, cosa que no tardaron en hacer también los dos chicos mayores que él.

—Siempre está cansado —protestó una vez más el menor en voz no muy alta, tras segundos de silencio.

—Mikey...

—Déjalo, Ray. No importa —le interrumpió el mayor de los tres, con la cabeza agachada y la mirada fija en el suelo mientras se rascaba la nuca con la mano izquierda.

—Ahora que estás escuchándome, que sepas que esta tarde van a venir unos amigos a casa. No quiero que molestes o seas desagradable con ellos, ¿entendido? —Y no dejó tiempo a Gerard para contestar, pues el chico de las gafas se apresuró en acelerar el paso en dirección a la casa de los Way, dejando atrás a su hermano y al amigo de este.

Thoughts of endless night  |  FrerardWhere stories live. Discover now