Capítulo 1 Una tras otra...

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-¿Son ustedes los Corwin verdad? Yo soy Walter el mayordomo de el señor Wensley. Walter Vans, un hombre que vivía en la mansión de Carl, debido a la dejadez de este, Vans cuidaba de la casa de este, iba vestido con un traje negro y una camisa blanca, con unas botas enormes de el mismo color, parecía sacado de una obra de terror recordando a aquellas películas antiguas de el Conde Drácula, el mayordomo hizo un ademán de hacer pasar a la familia a el cuarto que estaba custodiando. 

-¿Ustedes se dedican a la caza?- Preguntó Alex al observar una escopeta recortada que había escondida en la mesilla de el comedor.

-¡Alex me cago en la leche!- Harry dió una palmada en la cabeza de su hijo- ¿No ves que eso es de el señor de esta casa que ha sido tan amable de invitarnos, eh?

- Deje al pequeño, déjelo- Harry cogió la escopeta recortada y la guardó en la mesilla- Acompáñenme, Carl debe estar en su despacho probablemente. Salieron del comedor contemplando el centro de este, una alfombra morada cubría el suelo con unos carácteres budistas y unos sofás con una tela que parecía muy cara, ambos de un color rojo muy vívido, las ventanas cuadradas cubridas en los extremos por cortinas rojas iluminaban la estancia. Siguieron subiendo aún mas escaleras de caracol, la casa en si parecía tener 4 pisos, el sótano que era por supuesto el más bajo y donde se guardaba todo tipo de alcoholes que Carl había comprado para su propio consumo y una sala donde tenía todo tipo de reliquias sobre el Imperio Británico que Dios sabe donde las compró, el primer piso era la entrada con unas escaleras de caracol y unas cuantas salas a las que se accedía mediante unas puertas que había en esta sala en el extremo izquierdo, derecho y al lado de las escaleras había un cuarto de baño, subiendo estas se llegaba al comedor y a algún sitio que la familia no pudo ver. Arriba del todo estaban los dormitorios y en el tercer se encontraba en ese momento Carl, esta es la información que dio Walter sobre la casa.

-¡Carl!- 

-¿Que pasa?- Se oyó una voz ronca desde la puerta de ébano, de un color marrón muy brillante y una madera muy gruesa, parecía una voz de ultratumba, a el pequeño Corwin le resultaba muy familiar aquella voz, como si ya la hubiese escuchado antes en alguna parte, pero sin saber porque ni de donde- Oh, deben ser los Corwin, que pasen, que pasen.

En la sala estaba el dueño de la casa, su piel era oscura, pero no era el clásico color cobrizo o tostado de la gente India, si no era un color artificial, un marrón tirando a un color naranja, mas corrupto que el de los Asiáticos, de quien su piel era muy exótica la de las chicas Asiáticas entre las de las jóvenes Británicas que solían envidiar a aquellas criaturas orientales.

-Muy buenas señores- Se levantó de la mesa cerrando unos documentos en los que parecía estar muy atareado, guardándolos en una carpeta que sacó de uno de los cajones de el escritorio en el que estaba sentado a pesar de tener también un ordenador en el escritorio haciendo caso omiso de el y prefiriendo escribir a mano, un hombre chapado a la antigua como pocos en este mundo a pesar de el modernismo que estaba emanándose en esta época.

-Encantado, soy Carl, Carl Wensley- 

-Yo Harry Corwin, tiene una gran fama, ahora se a que se debe que sea conocido en todo Londres, sin duda se merece esta casa que se la ha ganado con el sudor de su frente.

-Gracias, gracias- Tras el estrechón de manos entre la pareja de los Corwin, un par de palabras graciosas a Alex como "Pequeño campeón" o "Chavalote" Se dirigió a la licorera que había en la pared próxima a la ventana, Walter vigilaba la puerta mirando de frente a todos, aunque todos parecían hacer caso omiso de el mayordomo que fijaba sus ojos hundidos en todos los presentes- ¿Quieren una copita?- Su sonrisa no fue igual de mueca que su compañero de casa pero si igual de siniestra o más, sus labios pequeños y su voz ronca, podía notarse el porque lo era debido a que los 5 minutos que habían estado en la casa Carl estaba con un puro en la boca, a pesar de su piel malcuidada vestía un traje de rayas que recordaba a aquellos de los gánsgsteres de la mafia italoamericana, la frialdad de su sonrisa se combinaba con sus ojos de un color azul muy pálido y pequeños parecidos a los de un cochinillo, su tos hacía probablemente eco en toda la casa, una tos seca de hombre que lleva fumando y bebiendo desde los 20 años de edad y no conoce lo que es un día sin entrar a su mueble-bar para prepararse un chupito de Whisky:

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⏰ Last updated: Mar 29, 2018 ⏰

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Octubre OscuroWhere stories live. Discover now