vi. Las cosas que se dijeron

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Nuestras miradas se encontraron y su sonrisa se hizo más grande, casi riendo.

—Deberías subir, la reunión comienza en media hora.

Después de eso, se giró y se fue, y yo me quedé mirándola mientras que en mi mente veía un perro, un coche, y una chica prohibida para mí.

Después de eso, se giró y se fue, y yo me quedé mirándola mientras que en mi mente veía un perro, un coche, y una chica prohibida para mí

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La reunión de Los Vengadores comenzó con el equipo alrededor de la mesa de cristal ovalada y con Steve hablando.

—Tony y Bruce intentarán encontrar el Elektron con sus dispositivos mientras que Aeryn usará su habilidad. Cuando lo hayamos localizado, se realizará una misión de extracción.

—"La Mano", la organización (probablemente terrorista) que tiene el arma —siguió Tony—, puede tener entre ellos humanos mejorados, así que debemos andarnos con cuidado.

Todos asentimos conformes.

—Si todo está entendido, acabaremos el dispositivo —suspiró Bruce.

Había pasado una semana. Una semana en la que el dispositivo de ondas de Tony y Bruce había estado funcionando sin resultado. Una semana en la que mis sentidos y mi habilidad no habían funcionado. Comenzaba a frustrarme.

El primer día de aquella semana infernal, me lo pasé en la cama, con los ojos cerrados y concentrada en intentar encontrar el Elektron. Me había rendido cuando Natasha había entrado en mi habitación y me había sacado a cenar. Todos estaban sentados en la mesa del comedor, y el único lugar libre era al lado de Clint.

Los últimos días Robin hablaba muy poco con los demás, pero esa noche, habló por los codos. No me parecía que una copa de vino fuese suficiente como para ponerlo borracho, pero luego descubrí la razón de su estado. Después de cenar, todos fueron abandonando la sala mientras Clint continuaba hablando y hablando. Pensé que Natasha se quedaría con él para ayudarle, pero lo cierto es que se fue la primera, sin comentar nada sobre el estado de su mejor amigo. Steve y Bruce lo miraban con pena, y Tony y Thor se carcajeaban a su costa.

¿Yo? Fui la única que se quedó hasta la madrugada con él. Cuando todos se habían ido, Barton dejó de contar chistes malos y comenzó a decir cosas interesantes. Aún ebrio, me habló de sus primeras misiones, riéndose de cosas sin sentido de vez en cuando, y me sorprendí a mí misma sonriendo. Tenía historias muy graciosas, y su sonrisa era muy bonita: aunque estuviera borracho, me gustaba verle feliz. Después me habló de su primera novia seria, donde el tema se torció, de la cuál había estado muy enamorado, y de cómo ella lo había dejado porque decía que no podía soportar que él estuviera poniendo su vida en peligro constantemente. Continuó y yo creí que estaba a punto de llorar debido a la amargura con la que hablaba.

—Luego descubrí que llevaba meses engañándome —gimió—. ¿Por qué, Aeryn? —negué con la cabeza: no sabía la respuesta, yo nunca había tenido una relación seria—. Tú no me harías eso, ¿verdad? —su cuerpo se movió más cerca del mío en el sofá y su mano áspera y grande me acarició la mejilla. Temblé—. No —rió después sin ganas—, tú eres muy dulce.

Su mano me acarició la cara hasta cogerme delicadamente por la mandíbula.

—Clint...

—Me gustan muchos tus ojos, Ryn —me mordí el labio al oír el mote y él me acarició la boca con el pulgar, despacio, para que lo soltara—. No hagas eso, preciosa...

Al oír aquella palabra, una alarma saltó en mi interior, y me quité a Clint de encima.

—Robin, estás muy borracho, es mejor que te vayas a la cama —intenté decir firmemente—. No puedes decirme esas cosas.

—¿Por qué? —me miró como un cachorrito—. Quiero decírtelas. Me caes muy bien... ¿No somos amigos?

Negué con la cabeza, suspirando, y lo puse de pie a duras penas. Me pasé su fuerte brazo por detrás del cuello y dejé que se apoyara en mí. Caminé hasta los ascensores y pulsé el piso donde estaban nuestras habitaciones.

—Claro que somos amigos, Robin —lo apoyé contra el espejo y me separé de él mientras le sonreía—. Pero los amigos no se dicen esas cosas... ¿No crees?

Me encogí cuando su mano me acarició el pelo y suspiré, ¿era así de persistente siempre? ¿O era porque estaba borracho? Sus dedos se pasearon entre mis mechones y acabó dejando su mano en la parte baja de mi espalda. Volví a temblar y rápidamente cogí su mano y la envolví con las mías.

—Ryn...

—No, Clint, te vas a arrepentir de esto por la mañana. Si lo recuerdas...

Entonces, mientras las puertas se abrían, mi corazón se encogió al ver lo que hacía. Se me tiró encima, y cuando pensé que iba a besarme, a tocarme, o hacer algo con lo que estaba completamente en desacuerdo, sus manos se posaron en mis hombros y tropezó chocando su cuerpo contra el mío.

—Joder —gruñó—, lo siento, Ryn. Estoy empezando a marearme.

Se puso la mano derecha en la frente y yo me pasé su brazo de nuevo por el cuello. Estuviera o no volviendo en sí, no iba a poder dar dos pasos sin caerse.

Lo ayudé a llegar a su habitación y él abrió la puerta. Lo acerqué a la cama, y lo senté. Iba a decir algo cuando sus manos se fueron a la parte de atrás de su cuello y se quitó la camiseta. Mis ojos, en la oscuridad de la habitación, intentaron fijarse en cualquier cosa que no fuera su torso marcado.

—¿Clint? —exclamé—. ¡¿Qué coño haces?!

—Ponerme el pijama —suspiró como si nada—. ¿Me haces el favor de sacarme una camiseta de ese cajón? No creo que pueda levantarme.

Suspiré yo también y caminé hasta el armario. Durante mi corto camino, vi una botella de whisky casi vacía en el suelo.

—¿Te has bebido todo esto tú sólo?

Me giré a mirar sus ojos e intenté no fijarme en el hecho de que estaba en calzoncillos.

—Sí. Y no me mires así —dijo después—, parece que nunca no has visto a un hombre en ropa interior.

Me giré, abrí el cajón y le di la primera camiseta que vi. "Es que nunca lo he hecho", pensé.

Él se puso la camiseta y se metió en la cama.

—¿Necesitas algo más?

Me giré hacia él antes de salir por la puerta. La única respuesta que me dio me dejó sin palabras y con un sentimiento de desamparo danzando en mi interior.

—Necesito tantas cosas...

FELT IT ━ Clint BartonWhere stories live. Discover now