𝖜𝖎𝖑𝖉 ━━ 𝐓𝐖𝐈𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓

𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

𝐣𝐚𝐬𝐩𝐞𝐫

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Si buscabas cobarde en el diccionario, la primera acepción rezaría: adjetivo/nombre común, persona que siente miedo ante situaciones difíciles o muestra falta de valor para emprender acciones peligrosas o que conllevan cierto riesgo. Si optabas por la segunda, persona que perjudica o hace daño de forma encubierta por carecer de valor. Era la tercera la más significativa: que es propio o característico de las personas cobardes. Lo que era una forma en cubierta de decir que es propio o característico de Jasper Hale. No Whitlock.

Jasper Whitlock se había unido al ejercito confederado antes incluso de cumplir la edad, Jasper Whitlock había ascendido llegando a ser comandante y el mayor más joven de Texas. Jasper Whitlock no era un cobarde, Jasper Whitlock no era Jasper Hale.

Jasper Hale se había autoconfinado en su propia habitación después de que la chica pelirroja hiciera acto de presencia. Si, Jasper Hale era un cobarde patético, o al menos eso pensaba él.

Podía escuchar a la perfección el golpeteo del tenedor contra la cerámica, el bamboleo del taburete cojo que había optado por escoger la chica sin saber que era el que Kit había usado en su última pelea de "caballeros" con Emmett. Escuchaba el latir constante de un corazón, que lo hacía de forma casi imperceptiblemente más rápido que el de un ser humano común.

Suspiró con resignación y golpeo su cabeza contra la puerta de madera maciza, no sabía cuándo se había acercado tanto a ella.

Caminó de nuevo hasta la punta más alejada y trató de dejar de escuchar el tenedor, trató de dejar de escuchar el maldito taburete, pero no el corazón. Era irónico que aquello que en un humano común llevara a su completa locura fuera lo único capaz de calmarlo en esos momentos. Era él quien controlaba las emociones, por el amor de dios.

Se estaba comportando como un estúpido adolescente hormonal.

De pronto el golpeteo paró, y el corazón aumentó su rapidez unos segundos, a la misma vez que una voz hablaba. El rubio se obligó a tomar respiraciones profundas —que no necesitaba—, solo era Edward, no podía ponerse de los nervios cada vez que alguien de su familia se dirigiera a ella. ¿Era así como lo vivía Alice con Antoine? Nunca había notado nada.

Sonrió por primera vez en mucho tiempo al escuchar su voz. Estaba menos ronca de lo que lo había estado en la cama. Y tenía un tinte áspero. Su brusquedad contrastaba enormemente con la apariencia angelical de sus ojos.

Casi por instinto caminó de nuevo hasta la puerta.

Resignado, optó por sentarse y escuchó.

Era lo más cercano a encontrar la paz que había tenido en mucho tiempo, su acento era melodioso, enfatizando las erres, suavizaba las vocales y vocalizando demasiado las consonantes. Era sumamente adorable.

De pronto las palabras pararon de fluir, Jasper ya había dejado de prestar atención al contenido hacía mucho tiempo, solo escuchando como si fuera música. Por lo que no supo que era lo que las hizo terminar.

Los pasos y la voz de su hermano adoptivo le dieron la clave para descifrar el misterio.

—Y este es el salón de entretenimiento—hablaba con voz metódica. Era la que Edward adoptaba cuando trataba de explicar o contar algo importante. O cuando hablaba de música —. Mi piano —, el reclamo habría pasado desapercibido para cualquiera que no conociera al de pelo cobrizo, pero Jasper se rio internamente de su forma de marcar territorio —, el violín de Alice.

Hacía pausas, seguramente indicando donde se encontraba cada cosa. Pronto llegó al rincón del rubio.

—Los libros de Jasper —. Escuchó el ritmo acelerado del corazón ante la mención de su nombre. Y el suyo propio lo habría hecho de haber sido capaz —. No creo que le moleste si tomas alguno.