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Vigésimo noveno capítulo.

Embarazada.

    — ¿Qué?—creo que me sorprendí yo más que él con esa pregunta. ¿Acaso no huele que no lo he hecho con nadie?

    — Lía, me has oído, ¿si o no?

   — ¿Pero acaso no lo has entendido?¿Cómo mierda voy a estar embarazada?— me siento frustrada y con rabia, ¿pero no es obvio que no lo estoy?

    — Lía has pasado mucho tiempo con Christian, él es el padre...

   — Cállate idiota. No estoy em-ba-ra-za-da.— me extraña que nadie en casa nos haya oído.

 —Joder, casi se me sale el corazón. —dice mientras se toca el pecho.

 —¿Qué dices?—no entiendo nada a este chico.

 —Lía, me has asustado. —dice haciéndome creer que ha dado explicaciones. Sigo sin entender, creo que mi cara lo dice todo.

 —¿No me entiendes?¿No? 

 —No.

 —Lía, ¿qué era entonces?

 —Una ecografia de mi hermano. 

    — No me mientas, conmigo no.

   — No miento.— y no lo hago en parte, es de mi hermano que ya no está...o no lo sé.

    — Sé cuando mientes.   — dice mientras sus ojos conectan con los míos. Son muy bonitos desde esta prespectiva. Y sus labios...¿Lía que haces? Céntrate. Me obligo mentalmente.

    — No, no lo sabes.

   — Aunque me encante la forma en la que me mientes, hay más y lo sé.— ¿cómo lo sabe? ¿Por qué me conoce?

    — Eres idiota, deja de decir tonterías. Debería ir a dormir...   —intento huir, pero el me agarra del brazo. Oh no. ¿Por qué te ves tan bien? Mi miraba va de arriba abajo. Él hace lo mismo. Ambos nos quedamos mirando. ¿Por qué no habla? Carraspea.

 —Me debes una explicación mentirosa.—y tú a mi el aire para respirar me has dejado sin él. Ahora coincido con lo de dios griego con otras chicas.

 —¿Huh?¿Así que Dios griego? —repite lo que pienso. Un momento, ¿lo que pienso? He pensado en voz alta. Joder.

 —Esto...no sé que dices.

 —Mentirosita, te he oído.

 —Buenas noches Matt.

 —Buenas noches diosa de la mentira. —río a carcajadas subiendo a mi habitación. Qué idiota. Por un momento todo mi mal se había pasado. Pero todo de nuevo va a volver. Tarde o temprano siempre lo hace. ¿Cómo se supone que tengo que actuar con él? ¿Cuál será el próximo movimiento de ese "sujeto"? Siempre tengo tantas preguntas en mi cabeza y escasas respuestas.

Saco de mi bolsillo de nuevo la ecografía, me quedo mirándola un rato, ¿cómo es posible que diga eso? ¿será una broma? No tengo ni la menor idea de lo que está sucediendo y aún menos como debería de descubrirlo. 

Estuve toda la noche dando vueltas en mi cama, sin poder conciliar el sueño. Teniendo mil pensamientos del por qué. De quién y para qué. Soy así, cuando algo se me mete en la cabeza es imposible que se salga hasta que no se solucione y esto no es algo que dependa de mí, o ¿sí? Mis ojeras son altamente notables ni con el corrector se quitan. Menudo desastre de vida, pienso todo esto mientras me miro al espejo. Escuché que sonaba mi móvil así que me dirigí a mi habitación para contestar.

Una vez en mi habitación cojo mi móvil de la mesita de noche y respondo:

  — ¿Sí? — pregunto cuando descuelgo la llamada, es de un número privado.

  — ¿Lía? — pregunta la otra voz.

  — Sí, ¿quién es?

 — Alguien en quien puedes confiar.

  — ¿Quién eres? — vuelvo a preguntar.

  — Si quieres saberlo, ve a las 12 de la noche a Central park.—ignora mi pregunta la otra voz.

 — ¿Por qué?— y no recibí ninguna otra respuesta, la otra persona ya había colgado.

¿Quién será? 

  — Lía.—me giro sobre mi misma y le veo. A Matt con su perfecta figura y su sonrisa y no puedo evitar no ponerme nerviosa.

  —Matt.  — respondo de igual forma.

  — Lo siento.