Parte 2

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Ciénagas que suplican que me quede, me piden perdón y disculpas mientras me absorben hacia el sin fin de su profundidad.

La espera se hizo larga. No tuve café o agua, simplemente, no tuve nada.

Discutía con mi propia paciencia por las ganas de discutir o de comunicarme con mi silencio que, en largos días, no me visitaba. Me habría gustado decir que mis palabras son verdad, que no extraño ni anhelo tu presencia o tu sonido, y mentiría con descaro, así como ya lo hago.

Discúlpame si lo hago, pero a veces, ni yo me aguanto. Amado silencio, no quiero que me oigas, quiero que me hables mientras me dejo dormir en las noches calurosas, esperando junto a mí a que regrese el invierno... 

Con nostalgia me encuentro, del beso impregnado en cada palabra tuya que resuena en mis oídos; permitiéndolas viajar por todos y cada uno de mis sentidos; haciendo uno el sentimiento y la necesidad.  Porque a veces, siento necesitarte, necesito sentirte y sentirte necesario. Es absurdo, lo sé.  Toda yo, es así. Supongo que me rendía al deseo y no a la verdadera necesidad (O quizá,  de nuevo me esté mintiendo y está palabras sólo sean yo enfadada. Extrañándote).

Contengo mi lengua aprisionándola en mi garganta, un intento fingido de acallarla. Funciona por un tiempo, pero no dura más que una helada de invierno. Al final, siempre acaba por fundirse y perderse en el agua de estas palabras. 

Buenas noches, silencio mío. 

Te espero mañana, como todas las mañanas desde que nos hemos conocido.

No me falles.

A TI, MI AMIGO SILENCIOSO.Where stories live. Discover now