Born Slippy.

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El brillo de las luces y reflectores que colgaban del techo me golpeó la cara al salir tras la cortina negra donde todo el proceso de registro se llevaba a cabo, sentí el frío tacto del mármol en mis pies mientras caminaba por aquella pequeña pasarela hasta la marca en el piso, conduje mis caderas suavemente hacia la izquierda y la derecha según movía mis piernas, sonriendo lo suficiente como para aparentar que por dentro no me estaba muriendo de nervios y que vomitaría en cualquier segundo. Al sentir la cinta adhesiva pegada en el piso justo debajo de mis pies, me detuve; intentando mantener la posición que había practicado frente a mi espejo durante casi 2 semanas, llevando mis hombros hacia atrás, flexionando mis músculos y arqueando suavemente mi espalda, esperando los comentarios de los jueces que  revolvían frente a mí sus notas.
–¡Hola bienvenido!– dijo una de las juezas. –¿Haruka, verdad?, me parece que hubo algunos problemas con la edad de tu registro, ¿no es así?, ¿cuántos años tienes Haru?– preguntó.
Recargué una de mis manos en mi cadera dejando caer mi brazo izquierdo a un costado. –¡Hola! mmhm– dudé.   –Sí, soy menor de edad, pero en cuatro meses cumplo la mayoría de edad y creí que no habría problema, porque yo realmente quisiera...– explicaba intentando no apresurarme demasiado, atropellando algunas de mis palabras hasta que el hombre que anteriormente había tocado mi hombro permitiéndome liberarme del agarre del policía, me interrumpió.
–¿Por qué te interesa nuestra agencia para modelar?, ¿qué puedes ofrecernos?– cuestionó directamente recargando suavemente su rostro en una de sus manos después de haber apoyado sus codos en la mesa.
–Me...me fascinan algunas líneas de ropa para las que ustedes trabajan, su labor en Pleasurements, Agent Provocateur y Fleur of England son mis favoritos– aclaraba animando el tono de mi voz y llevando la mano que yacía en mi costado hacia mi cabello, jugueteando entre mis dedos con un mechón de pelo. –Y me parece que tengo la suavidad, erotismo y elegancia que ustedes buscan– añadí sonriendo con tan solo una de las comisuras de mi boca, sintiendo sobre mí los profundos ojos de aquel sujeto, Tachibana Makoto.
–¿Y por qué decidió utilizar lencería para las fotos en ropa interior, joven Haruka?– preguntó otro de los jueces que según el letrero frente a él, era director de imagen de Fleur of England.
–Me parece que sería increíble que la industria de la lencería se diversificara, que líneas como las suyas que fabrican lencería para mujer, tratasen con la misma delicadeza y elegancia a los hombres como posible público de sus productos, no creo que algo tan humano y estético se deba reducir a un solo género– respondí sin dudar ninguna de mis palabras, defendiendo la postura que he acogido desde hace unos años ya. –Y decidí utilizar uno de los conjuntos que presentó Agent Provocateur en su última pasarela, porque adoré el diseño y la calidad de la tela ¡era increíble!– añadí sonriendo a mi último comentario relajando los músculos de mi abdomen por un segundo y tensándolos nuevamente a penas me di cuenta.
–Entiendo, entiendo...– respondió el juez que me había cuestionado hace unos instantes. –Esa actitud a tu corta edad, es un verdadero acto de valentía, te felicito Haruka– continuó, destacando aceptación en su rostro para después apuntar algo más en su libreta; mientras yo ampliaba la sonrisa en mis labios respondiendo con un animado "gracias", al fin y al cabo, esa clase de comentarios no se suelen escuchar seguido y siempre es grato saber que aún hay personas que no se dejan llevar por una idea colectiva y moral de lo que es "correcto" o "incorrecto".
–En definitiva tienes una actitud positiva para algunas de las líneas de ropa para las que trabajamos...– comentó el presidente de la agencia, llevando sus ojos hacia mi rostro y logrando que encontrásemos nuestras miradas. –Me encantaría verte caminar, así que regresa frente a la cortina negra y camina hacia acá– ordenó aún consumiéndome con la vista; "si siempre me pidiesen las cosas como ese sujeto las pide, nunca me opondría a nada" pensaba mientras caminaba hacia la cortina negra repasando el movimiento en mi cadera.
Al llegar de nuevo a donde estaba hace unos minutos, giré buscando en donde posar mi mirada, mientras caminaba con un pie frente al otro, recargándome más de la cuenta en los dedos de mis pies, como si llevase tacones, estirando mis piernas y balanceando suavemente mis hombros hasta llegar nuevamente frente a los jueces, para después posar durante unos segundos con uno de mis pulgares dentro de mis labios entre abiertos observando bajo mis pestañas a Makoto por unos instantes, sonriendo después de esto y preguntando "¿qué tal?".
–Me encanta el detalle en tus pies, haciéndote parecer que llevas tacones– comentaba sonriente y animada una de las juezas.
–Ah, ¡gracias!– respondí despreocupándome, pues creí que aquello sería quizá un poco ridículo.
–Tienes unas piernas increíbles, tu piel luce muy bien hidratada y con una textura tersa– aclaraba el señor Tachibana señalándome con su bolígrafo. –Y tus proporciones respecto a cadera y hombros, son muy buenas– finalizó recorriendo mi figura una vez más.
Juré que en cualquier momento me comería si me seguía viendo así y no sabía si debía asustarme o sentirme halagado de alguna forma, por lo que solo concluí en agradecerle aún más y sonreír, barriendo cualquier rastro de nerviosismo en mi rostro.
–Pues no nos queda nada más que pedirte que nos esperes, Haruka– interrumpió con aquellos halagos el director de imagen de Fleur of England. –Fue un gusto haberte conocido– se despidió mientras yo ante aquel gesto, recordé que debía despedirme de cada uno de los jueces.
Así que me acerqué ante el director y extendí mi mano para despedirme sin olvidar la expresión alegre en mi rostro que debía acompañarme hasta el final del casting.
–¡Hasta luego, un gusto!– respondí ante su comentario, repitiendo lo mismo cuando me encontré frente a la jueza a quien también despedí con un apretón de manos.
Y frente a Tachibana Makoto, tensé mis músculos un segundo y contuve mi respiración al encontrarme con aquellos endemoniados ojos que me habían estado persiguiendo durante todo el tiempo que estuve en aquella habitación, llenándome con sus profundas pupilas. –Nos vemos, Haruka– pronunció tranquilo utilizando un tono de voz más grave que el que había usado durante todo éste tiempo; extendió su mano tomando la mía, sentí lo grande que eran sus dedos y lo cálidos que estos se sentían ante mi tacto frío, logrando extraer de mí tan solo una sonrisa a medías acompañada de un "ha-hasta luego" leve y titubeante.
Caminé de nuevo tras la cortina negra sin olvidar el movimiento de mis caderas mientras preví  la mirada del resto de candidatos aún en la fila que comentaban algo respecto a mí justo después de caminar hacia los vestidores.
Los muchachos que pasaron antes que yo ya estaban a punto de terminar de cambiarse de ropa mientras intercambiaban algunas opiniones respecto al casting, al entrar a vestidores, siguieron mis pasos con su vista por un instante hasta que me perdí en uno de los lejanos pasillos largos llenos de lockers, llegando frente al pequeño "5" sobre la puerta de uno de esos casilleros. Al abrirlo guardé mi identificación escolar y desdoble sin prisas la ropa que había escogido para usar ese día, quizá no había tenido tiempo ni ganas de desayunar, pero sí  para probarme algunas prendas esta mañana para intentar tener algo de presencia.
En menos de una semana empezaría la primavera, así que el sol últimamente brillaba con más fuerza, pero aún por las tardes una corriente de aire se desvanecía en el ambiente enfriando el viento, por lo que me decidí por unos jeans rosas, casi rojos, una camiseta blanca, que de no ser por un patrón de pequeños delfines azules que la estampan, sería más básica, y en caso de que hubiese aquel frío que por la tarde noche suele hacer, llevé una chaqueta azul.
El resto de candidatos seguía llegando, llenando los vestidores con sus voces, comentarios y opiniones, que ha pesar de no querer parecer apático ante su actitud, solo no me sentía de ánimo para saber "¿qué te pareció mi caminata?, ¿es la primera vez que vienes a un casting? y ¿crees quedarte?" de los otros participantes.
Decidí escuchar música para matar el tiempo hasta saber el resultado de los jueces.
Faltando 1:30 segundos para que Born Slippy se terminara de escuchar en mis audífonos, una de las ayudantes de la coordinadora de la agencia ingresó a los vestidores con una lista en mano; las deliberaciones fueron más rápidas de lo que esperaba y después de 1 hora de que todos los candidatos habían realizado su prueba, ya estaba decidido quienes serían parte de la pasarela de verano en la que dos de las líneas de ropa para las que Temptation trabaja presentara nuevos conjuntos. Me hubiera gustado poder hablar con Rin para dejar de divagar entre la posibilidad de quedarme o no en la agencia que solo lograba hacerme sentir más ansioso, pero al llegar nos pidieron apagar nuestros celulares.
–Agradecemos plenamente su asistencia, esfuerzo y paciencia para lograr que nuestro primer casting en busca de nuevos modelos para la pasarela de éste verano se lleve acabo, producción y los jueces, quedaron sorprendidos por los candidatos que se presentaron hoy y definitivamente existe talento joven, aunque desgraciadamente no todos puedan formar parte de nuestra agencia, reiteramos nuestro agradecimiento y esperamos verles participar en algún otro casting pronto– introdujo la señorita, alertando aún más a los presentes que después de haberse callado mientras la ayudante declaraba esto, comenzaron a susurrar e intercambiar comentarios que alimentaban el murmullo que la joven concluyó al seguir hablando.                  –Empezando por las damas, a las candidatas dos, cuatro, siete y trece, les comunico que los jueces quedaron completamente convencidos de ustedes, así que ¡sean bienvenidas a la agencia!– añadió animando a las ya integrantes de la próxima pasarela que desplegaban sonrisas sobre sus rostros, abrazándose entre ellas y mirándose con expectación en el rostro, agradeciendo a diestra y siniestra, incluso una de ellas hipeaba ya tras haber empezado a llorar.
–Espérenme en la recepción chicas, para que realicemos el papeleo de registro ¿está bien?– cuestionó animada la ayudante, girando una de las hojas que llevaba para continuar con los resultados de las deliberaciones. –Ahora...– dudaba recorriendo con sus ojos los nombres escritos en aquella hoja junto al número de candidato. –Nuestro pequeño tour buscando modelos, no nos permite recibir demasiados candidatos de un solo lugar, por lo que respecta a los chicos, solo ha habido un participante que logró ingresar– continuó y yo juré que si me atrevía a exhalar el aire que había detenido desde que la señorita comenzó su benevolente discurso, las lágrimas que había retenido en mis ojos, caerían.
Ya no sabía si era llanto lo que se había acumulado en mi garganta o las náuseas que habían vuelto.
–Candidato número...uno– terminó aquella señorita guardando silencio por un minuto.
¿Es así como se siente cuando deseas algo con todas tus fuerzas y a pesar de todo el esfuerzo y tiempo depositado, solamente no logras alcanzarlo?
Si no me acercaba a alguna de las bancas de los vestidores, me caería debido a la manera en la que mis piernas temblaban.
"¿Cómo creí que tendría posibilidades de ser escogido?" pensaba "ese modelo es claramente mucho más alto que yo, parece que pasa sus días en camas de bronceado y en el gimnasio por lo tonificado que está su cuerpo, ¿realmente imaginé que alguien con un físico tan débil y femenino podría valer más para esta agencia que él?" me preguntaba limpiando una y otra vez las lágrimas que caían a penas parpadeaba con el borde de mi mano.
–¡Gracias por su esfuerzo participantes!, los escogidos por los jueces, síganme por aquí– añadió la ayudante mientras el resto de candidatos comenzaban a dispersarse por los vestidores recogiendo sus mochilas o bolsos y aproximándose hacia la salida.
Aún no lograba aterrizar los pensamientos de mi mente, cuando la voz de la señorita interrumpió con un grito en la sala de casilleros.
–¡Ah!, ¿los...los participantes masculinos podrían esperar un segundo antes de retirarse?– aclamaba, logrando que los chicos se reuniesen nuevamente a su alrededor mientras yo a penas debí dar unos pasos hacia el frente, puesto que ni siquiera me había movido.
-¿Quién de ustedes es el candidato número cinco?– preguntó mientras seguía leyendo nombres y números en su lista.
"¿Cinco?" me pregunté mentalmente, odiándome por no percatarme de que yo era aquel número.
-¿Ah? Yo...yo ¡yo soy el cinco!– mencioné presuroso levantando mi mano derecha y cruzando por aquella media luna que los participantes habían formado al rededor de la señorita. Ella dirigió su vista hacia mi repasando mi rostro por unos minutos.
-Cierto, tú eras el muchachito menor de edad, respecto a tu estadía en la agencia no estoy segura, pero el señor Tachibana me pidió que te llevara a su oficina, así que recoge tus cosas para que vayas con él– pidió aclarando un par de veces su garganta y guardando su lista en un pequeño folder azul con el nombre de la agencia escrito en el.
Aún no asimilaba no haber sido seleccionado para la agencia, mientras intentaba idear cómo sobrevivir durante los próximos cuatro meses sin dinero, cuando ahora el presidente de la agencia desea verme.
–¡Sí, sí! mmmh– dudaba mirando hacia mi alrededor para ubicar mi mochila con la vista y caminar presuroso hacia ella. –¡Muchas gracias, ya voy!– añadí sonriendo como no lo había hecho desde hace ya tiempo, sintiendo nervios, emoción y duda en un mismo instante, el cosquilleo de mi estómago se había esparcido por mi cuerpo, aún temblando, me obligué a reaccionar a la situación, "¿qué es lo que había notado el presidente de la agencia en mi como para llamarme?, quizá no solo a mi me observó detenidamente durante la pasarela, quizá fue igual de atento con los otros participantes, aunque la señorita me señaló que no estaba segura de mi estancia o no en la agencia ¡puede que realmente sea algo perjudicial en vez de algo beneficioso", pensaba llenando mi mente de cientas de posibles razones por las que el señor Tachibana me había llamado, pero finalmente iba a confirmar alguna ahora que la señorita me había llevado frente a la oficina de aquel sujeto. Tras un "adelante joven Haruka, le está esperando el presidente de la agencia, que tenga un buen día" aquella ayudante se retiró, no sin antes haber abierto la puerta de aquella oficina para mí, obligándome a salir de mis pensamientos e intentando decidir cómo comportarme.
No podía creer que su oficina tuviese ese olor ¿era una coincidencia que su despacho estuviera plagado de mi esencia favorita? Cedro. De todas las costosas fragancias que se suelen utilizar para perfumar algún lugar, el cedro es el único aroma que logro reconocer con claridad y que suele tranquilizarme gracias a sus notas amaderadas.
Sonreía tras haber inhalado aquel aroma, cuando su voz llenó la habitación. –Bienvenido Haruka, toma asiento, por favor– dijo suavemente el señor Tachibana, extendiendo una de sus manos para señalar el asiento frente a su escritorio.
–Emmh...– musitaba dudando antes de saludarlo. –Mucho gusto señor Tachibana...– pronuncié intentando sonar maduro, extendiendo mi mano para saludarle antes de sentarme, él tras haber correspondido a mi gesto, logró leerme la mente.
–¿Te gusta el aroma? Es sándalo y cedro– añadió sonriendo levemente. Quizá realmente no había leído mi mente y había notado la manera en la que inspiré al entrar a la habitación.
–¿Sándalo? No lo conocía, había olido antes el cedro y es mi fragancia favorita, pero el otro aroma, lo hace increíble– comenté revolviéndome en aquel gran sillón de cuero donde me encontraba sentado. –Y...¿en qué puedo servirle, señor Tachibana?– pregunté cruzando mi pierna derecha sobre la rodilla de mi pierna izquierda enderezándome en mi asiento.
–Verás Haruka...– iniciaba el presidente de la agencia, levantándose de su acolchonado sillón y caminando por su despacho. –Con poca frecuencia se ven modelos con tu actitud, con amor por el modelaje, pero que cubren expectativas diferentes debido a su llamativa estética, como la tuya– continuaba, haciendo sonar sus zapatos sobre la duela de madera al caminar, deslizando sus palabras con suma y fina tranquilidad. –Tu expresión es algo que no olvidaría fácilmente, he de admitir que llamaste mi atención tan solo al presentarte a pesar del límite de edad, así que me gustaría hacerte una propuesta– concluyó recargándose sobre el respaldo de mi silla. Pensar antes de actuar es complicado, pero lo era aún más, tras el discurso del señor Tachibana, que me tenía muy ocupado intentando no sonrojarme agradeciéndole infinitamenhe que alguien como yo, haya significado algo para él, por lo que con una sonrisa que seguía mostrándose en mis labios por inercia. –¿Qué propuesta?– pregunté, maravillándome por lo poco temblorosa que sonaba mi voz a pesar de como me sentía.
–Me gustaría discutirla mejor contigo ahora mismo, pero planeaba salir a comer, por lo que ¿te gustaría acompañarme?– cuestionó caminando nuevamente y encontrándose ahora en diagonal a la posición de mi asiento, recargado en la pared tras de sí, con las manos en los bolsillos y una sonrisa cálida en sus labios; si dejase de centrarme en los detalles de su rostro, quizá podría concentrarme en pensar para responder correctamente.
Me estaba invitando a comer, el presidente de la agencia me había llamado especialmente a mí a su oficina para proponerme algo en un restaurante, ¿cómo es que pasé de sentirme como una desgracia, a creerme la persona más afortunada del mundo?
–S-si, claro, me encantaría ir, si no le molesta...– contesté odiándome por titubear y ahora, siendo yo quien recorría la figura de aquel hombre que luciendo un porte y elegancia increíble, lograba ponerme nervioso.
–¿Cómo es que tú podrías molestarme, Haruka? –preguntó suavizando con su voz los nervios que sentía al estar frente a él. La calidez en sus palabras era reconfortante, su mirada, su presencia, incluso sus gestos, me hacían desear confiar indeliberadamente en él.
Tomó su celular y llaves que se encontraban sobre su escritorio, caminando hacia la puerta mientras yo, tras girar mi asiento en dirección hacia la salida, me levanté. –Adelante– expresó Tachibana abriendo la puerta y ofreciéndome el paso, caminando junto a mí por los pasillos de la agencia hasta llegar a recepción, donde tras despedirse de la recepcionista con un "hasta luego", bajamos un par de escaleras para llegar al sótano del estudio que fungía como estacionamiento; ya allí presionó un botón en las llaves que llevaba en su mano. No sé de autos, pero aquella insignia que llevaba su carro, aclaraba que era un Mercedes Benz, a penas nos acercamos, él aceleró su paso para abrir la puerta del copiloto y con otra sonrisa más, pronunciar "adelante".
Él entró al auto, lo encendió y manejó hasta la salida del estacionamiento.      –¿Te gusta la comida italiana?–preguntó deteniéndose tras la roja luz de un semáforo.
–Eh...sí claro, no me molesta– añadí revolviendo en mi mente si tenía idea alguna de qué era la comida italiana, pues lo más italiano que había comido alguna vez era pizza y spaghetti.
–Perfecto, espero te guste éste lugar entonces– contestó devolviéndome otra mirada. Si sentía algo más éste día, me desmayaría o algo así. Pero ahora ya no era la situación, lo lujoso que era su auto o mi total desconocimiento de la comida italiana lo que hacía ruido en mi mente, sino él, su tono de voz, sus pupilas, la calidez que sus manos parecen tener siempre, su forma de tomar el volante, su erguida postura que me deja en claro lo alto que es a comparación mía, el color de su cabello y todos los detalles que más que llenarme de nervios, me envolvían en una tersa confianza.
Después de conducir por algunos minutos, finalmente llegamos a la recepción de un restaurante, donde uno de los muchachos a cargo del valet parking del lugar, abrió la puerta del copiloto permitiendo que me bajase y tras tomar las llaves del auto, nos encaminamos dentro del lugar.
–A veces, está tan lleno que sin reservación es imposible conseguir mesa, pero parece ser que hoy tenemos suerte– comentó el señor Tachibana antes de hablar con el recepcionista de la entrada que nos llevó hasta una mesa dentro del lugar en el costado derecho del restaurante.
–Parece que...no estoy vestido muy acordé a la situación- añadí sentándome a la mesa y mirando a mi alrededor, para descubrir que la mayoría de personas que se encontraban en el restaurante llevaban ropa no solo formal, sino que lucía costosa.
–Vamos, no te preocupes por eso, en definitiva es lo de menos– respondió a mi comentario mi acompañante, siendo interrumpido por la llegada del mesero, que tras ofrecernos una carta de alimentos a cada quien y una de bebidas para ambos, se retiró.
¿Era posible que me sorprendiera apenas al abrir el menú? El nombre de los platillos en italiano era lo de menos, el precio frente a aquellos nombres era lo realmente increíble, ¿qué se suponía que era un pansotti alla genovese y por qué costaba más caro que el estuche de acuarelas que necesitaba para mi clase de arte?
Leía una y otra vez los nombres de los platillos, girando varias veces las páginas del menú intentando escoger alguna comida que según su nombre pudiera descifrar de qué se trataba, intentando decidir si pedir pizza o algo similar, sería un poco ridículo. Levanté mi vista varias veces sobre el menú para verlo leer su carta, con ojos serios y expresión relajada, él también repasaba los nombres de las pastas y guarniciones, aunque seguramente sí que las entendía.
–¿Listos para ordenar?– preguntó el mesero nuevamente al llegar a donde nos encontrábamos.
–Claro– respondió el señor Tachibana cerrando el menú que sostenía. –Para mí, un risotto allí zafferano y un whiskey Whistlepig para acompañar– terminó de ordenar dirigiendo su vista hacia mí esperando que ordenara mientras el mesero aún terminaba de escribir la orden de mi acompañante, mientras yo no estaba seguro siquiera de la pronunciación de algún platillo, así que atendí a lo que parecía más barato en éste menú y que había comido alguna vez. –Umm, lasagna estará bien...– dije colocando mi pulgar entre mis labios entre abiertos dudando.
–¿Y para acompañar?, ¿whiskey también?– preguntó el camarero esperando por una respuesta.
No le había dado un vistazo a la carta de bebidas y beber alcohol no me apetecía, y menos cuando era algo que aún no había probado, así que cuando lidiaba internamente con no saber que pedir, él habló. –Vino rosado Barón de Ley para él, por favor– pidió el señor Tachibana logrando que con estas últimas palabras el mesero se retirase.
–La lasagna se acompaña fenomenalmente con ese vino, espero te agrade– exclamó para dar pie a su propuesta. –Sin la intención de dar muchas vueltas al tema, mi proposición es sencilla y ya me tienes encantado con tan solo haberte ofrecido a escucharla– continuó hablando llevándose una mano a su cabello y acomodando las hebras que caían en su frente. –Me gustaría que formaras parte de la agencia, pero no solo como modelo para la pasarela por la que audicionaste, sino como modelo de base con cierta exclusividad con Agent Provocateur, línea de la que soy director de marketing, ¿qué opinas?– preguntó sonriendo acorralando mi mirada con sus pupilas.
No puede ser. No, no, no era posible, ni siquiera lograba vislumbrar en mi mente la propuesta que el señor Tachibana estaba desplegando frente a mí, mi sueño estaba frente a mis ojos, la oportunidad que más había codiciado durante los últimos años estaba finalmente a un "sí" de distancia. Si él lograra saber todo el caos mental que había provocado con sus palabras, tampoco lo podría creer.
–Se-señor Tachibana...– pronunciaba sin tener la menor idea de qué expresión se figuraba en mi rostro antes de ser interrumpido por él.
–No es necesaria esa formalidad, seguramente te parecerá más cómodo llamarme por mi nombre, así que toma esa libertad– dijo Tachibana logrando que todas mis referencias mentales hacia él, cambiasen.
–Ma...koto, yo estoy, solo demasiado encantado con la propuesta y...– conjeturaba colocando una de mis manos sobre la mesa dibujando pequeños circulitos en el mantel.
–¿Eso es un sí?– preguntó iluminando sus pupilas ante mis titubeos.
–¡Claro, claro que sí! –concluí dejando correr libremente el sentimiento de nerviosismo y ansia que había acumulado todo éste tiempo hasta convertirse en mi idea de lo que la felicidad genuina es.
–Perfecto– contestó Makoto, y sin percatarme de ello, su mano estaba sobre la mía y tras haberla sujeto durante un segundo, continuó.               –Gracias por haber aceptado, Haruka, bienvenido a la agencia– concluyó y soltó mi mano permitiendo que el mesero que se aproximaba hacia nuestra mesa colocara los platos y bebidas que habíamos ordenado.

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2017 ⏰

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