Lo que nunca sabrás

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Las lágrimas corrían por mis mejillas una tras otra, había ya perdido la fuerza de voluntad y derrotada, había dejado fluír el factor que delataría el dolor que sentía.

- No quería lastimarte, de verdad no era mi intención...

"Cállate." Grite hacia mis adentros. "Cállate."

La peor mentira que me podría decir es que no quería lastimarme. Porque, si hubiera sido un error inocente, mínimo se hubiera molestado en alejarse desde un principio, de irse cuando aún estaba a tiempo... Y ahora que lo pienso, me lo advirtió. Me dijo que no me convenía enamorarme de él, que no era lo que yo me merecía, que era un desastre.

Pero claro, ¿quién demonios te advierte que está a punto de romperte el corazón?

Lo más gracioso es que esas palabras me hicieron caer aún más. Ilusamente pensé que podía arreglarlo, tenía tantas ganas de amarlo que se me olvidó que él no me amaba; se amaba a sí mismo tanto que no tenía espacio para mi.

Pero no se puede arreglar lo que no está roto, simplemente él es así: un grandísimo pedazo de mierda.

Desde el momento en el que me lo advirtió debí de haberme dado cuenta de lo enfermo que estaba, tal vez así no me hubiera enamorado de esa sonrisa traviesa, de esos ojos profundos o de esos labios rosas. No hubiera caído en sus palabras vacías, no hubiera permitido que se metiera en mi piel solo para destrozarme desde adentro...

"No era mi intención."

Esa pequeña frase me demostraba su cinismo, su desinterés; lo decía mirándome a los ojos, tan seguro, tan firme y despreocupado, como si fuera un juego que simplemente él hubiese ganado y quisiera consolarme diciéndome "Es solo un juego." Porque para él eso era yo: un juego.

"Cállate, pedazo de mierda."

¿No era su intención? ¿En serio?

Como si nunca me hubiera mandado mensajes en la madrugada, ahogado en alcohol, diciéndome que me amaba, que iba a cambiar por mi... Llamándome "El amor de su vida", y yo me lo creí. Es que, dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, pero él ni borracho deja de mentir.

Claro, en la mañana me dijo que lo olvidara. Y dios mío, debí de haberle hecho caso. Así probablemente no me sentiría tan traicionada, tan enojada.

Y pensar que iba a darlo todo por alguien que no hacía más que despertar mis inseguridades y dejarme en la incertidumbre.

- Está bien.

Respondí mirando hacia el suelo, recordando que él esperaba mi respuesta. En realidad quería gritarle que se fuera al carajo, intentar lastimarlo como él me lastimó a mi, quería decirle que era una mierda de persona; pero él ya lo sabía y hasta parecía estar un tanto orgulloso de ello.

Quería odiarlo tanto pero no pude, no puedo.

Odiarlo solo me lastimaría más, así como recordar el inicio de todo, las promesas, los besos y la seguridad que conlleva el cálido sentimiento de ser querido.

Solo que yo no lo era.

Me hizo cuestionarme tanto que llegué a pensar que era mi culpa, pensaba no ser suficiente para él, aunque ahora sé que él no es suficiente para mi.

- ¿Tan amigos como siempre?

Me preguntó sonriendo y extendiéndome los brazos ofreciendo un abrazo.

"No, maldita sea. ¿Quién te crees que eres?"

- Sí.

Contesté. Tragándome el coraje por cuestiones que no puedo comprender. Típico de mi, demasiado buena siempre, demasiado linda. Alguna vez él me sugirió, entre bromas, cambiar y encontrar mi "lado oscuro", aunque probablemente se refería a algo sexual (tan característico de su estúpido humor y evidentes intenciones), ahora no dudaría tanto en hacerle caso y finalmente dejar de ser esa niña buena de la que todos se aprovechan.

Se acercó para abrazarme y ahí fue cuando me di cuenta de lo difícil que iba a ser soltarlo.

Probablemente lo abracé más fuerte de lo que debía, más tiempo de lo que debía, pero seguramente esa iba a ser la última vez que lo abrazaría antes de dejarlo ir.

Su risa indicó que ya lo había abrazado de más.

Así que me aparté, mordiéndome el labio para no llorar más o para no gritarle, era una mezcla de los dos en realidad.

- Te veré pronto, no me olvides.

Dijo riendo mientras se alejaba, apresurando el paso.

"Justo eso pretendo."

Voy a dejarlo atrás lo antes posible, así tenga que bloquear partes de mi pasado, lo haré si eso significa deshacerme de él y sus recuerdos.

Ya no quiero sentirme así cuando él parece haber salido ileso.

El amor es un juego de azar y se pierde más de lo que se gana. Después de todo, ¿quién en su sano juicio apostaría el corazón?

FragmentosWhere stories live. Discover now