La evolución de la lengua.

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El otro día fui a la casa de mis tías, y de casualidad me encontré con un libro bastante añejo. Era un libro de estudio que se entregaba a los niños de primaria del año 1917. Cuando revisé sus hojas, descubrí que era un español bastante especial; recuerdo que reemplazaban las i griegas por i latinas, y tenía conjugaciones verbales sacadas fácilmente del renacimiento. Cualquier ignorante exclamaría al cielo por el cáncer que pasaron sus delicados ojos, y vociferaría por los horrores ortográficos encontrados allí; pero no, era el español de hace 100 años.

En mi afán por buscar la calidad de mis escritos, me metí en un par de grupos de Facebook avocados a la ortografía y la gramática. Era incómodo estar allí; como cuando te ajustan demasiado la corbata del uniforme el primer día de clases. En lo personal en las redes sociales me siento más cómoda en los grupos de tendencia grasosa que en aquellos de formalidad forzada. Ya existen demasiados espacios de formalidad como para encadenar uno de los pocos escenarios de libertad y diversión que quedan.

En estos grupos formalistas, los miembros se quejaban en desmedida de los nuevos cambios realizados por la RAE el 2012. El más notable era el adiós al tilde en "solo"; ya no habría diferencia en "solo" de soledad, y "solo" de solamente o únicamente. La RAE argumentó que este problema se podría resolver con el contexto o con el uso de sinónimos; pero a cabeza dura no entran balas.

En muchos de estos grupos argumentaban que era un mal camino. Evocaban oraciones que confundían adrede al lector con esta palabra, y decían que después terminarían aceptando tales atrocidades que impedirían la comunicación entre las personas. Opino que argumentar que estos cambios implican la destrucción de la lengua es homólogo a decir que la aprobación del matrimonio homosexual implica la aprobación de la pedofilia. Son unos extremistas que le temen al cambio, que no se atreven a innovar, y que lo único que tienen en el cerebro es un diccionario.

Es cierto, la libertad absoluta de la lengua puede llevar a malos entendidos en la comunicación. Las faltas ortográficas pueden llevarnos a entregar un mensaje diferente al que teníamos pensado. No estoy a favor de las faltas ortográficas y gramaticales, aún menos de redacción, puesto que son éstas las que pueden terminar siendo un disparo por la culata en contra de nuestro mensaje. Pero tampoco debemos llegar al extremo de rechazar las cosas que hasta un importante organismo como la RAE intenta agregar.

¿Por qué la RAE ofrece estos cambios?, simple, la lengua está en evolución. En algún lugar de habla hispana, los habitantes empiezan a usar un término, el cual se masifica, y todos comienzan a aplicarlo en su vida diaria. La RAE lo estudia, le da una definición, y lo agrega. Puede que en un futuro se vengan cosas más radicales, pero sea lo que sea, por experiencia propia debo asegurar que la calidad de un escrito no va por rechazar los cambios nuevos de la lengua y aferrarse al diccionario de hace 10 años.

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