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Suelo ser la chica regular.
19 años y viviendo con mi banda, cuatro sujetos que llevo conociendo desde que tengo 13 años, extrañamente nunca me acostumbro a vivir con ellos, cada día es una sorpresa distinta, nuestros días parecen escritos y dirigidos por Adam Sandler.

Estudio idiomas, y cada vez esperó con más ansias terminar mis estudios y empezar a trabajar, pienso trabajar en alguna editorial, sera interesante, suelo ser un imán de problemas, y es divertido en extremo.

—Maldita sea. ¡Odamaris¡

—¿Qué? Oh sí. Lo que tú digas— Sujete los platos del fregadero y los acomode en el estante a mi derecha.

—Oda, no creo que sea bueno que digas eso, Montse no dijo algo bueno exactamente— Sebastian no suele ponerse en contra de Montserrat, asi que debió ser inportante.

—¿Que dijo?— Pregunte con el ceño fruncido.

—Acaba de decir "Por querer a los perros no eres una buena persona, mira a Adolf Hitler" Y cito textualmente — Dijo Elisa y acto seguido recorrió la cocina con un bote con palomitas recién hechas en las manos, cuando paso frente a mi tome unas cuantas y ella me regaño con un golpe en el dorso de la mano.

—Pues supongo que tu mejor amiga no es una buena persona —Mastique las palomitas con lentitud y mire a Montserrat con frialdad, en otro momento me hubiera ofendido, ya que de los 5 seres humanos en esta casa, soy la única con perros, y estoy rodeada de personas gato.

— ¿Que tienes? En una situación asi me hubieras atacado con un sin fin de argumentos sobre el bien que hacen los perros a la humanidad de mierda — Me gire al fregadero y continúe lavando los trastes de la comida.

— No es nada, es solo que... —Guarde silencio unos segundos y continue con un suspiro — ¿Alguien sabe algo de Chio?.

Y el silencio sepulcral se hizo presente, incluso en la sala, donde solo se encontraba Elisa con sus palomitas, el sonido de la televisión seco, y la chica que antes me habia golpeado la mano asomo la cabeza por el marco de la puerta de la cocina.

—Ella esta bien, no tienes que preocuparte — Dijo Sebastián con ese tono tan manipulador que tiene.

— ¿Como no preocuparme si con la unica que no ha hablado es conmigo, hace dos días se fue a casa de una amiga, lo cual ya es raro, y después vino ayer por algo de ropa justo cuando estaba yo en la escuela, creo tener razones para pensar que me esta evadiendo. — Me seque las manos y subí las escaleras hecha una furia, era increíble, ni siquiera me querían decir donde estaba, Rocío no es alguien que salga muy seguido, y cuando sale, siempre avisa a donde y con quién y esta vez no fue la excepción, informo de donde estaría, a todos menos a mi.

Se porque me evita de este modo, pero no es razón para arriesgar su seguridad, por Zeus, parece una niña pequeña haciendo un berrinche, y tiene 22 años.

La habitación a oscuras, mi perra Koda en la cama conmigo, y yo torturando a mi mente pensando en las posibilidades de que algo malo le pase a esa niña berrinchuda, enserio, estudia Ciencias y es tan tonta como para estar afuera a las... 3:47 A.M. según mi celular, y yo aun despierta.

Miro la cama vacia al otro lado de la recámara, las habiatciones son compartidas, yo comparto con Rocío, Elisa y Montserrat comparten otra, y Sebastián tiene una habitación para él solo, pero es la más pequeña de las recamaras.

¿Como puede Chio mantener sus cosas con tanto orden? Yo suelo imitar su orden una vez a la semana, pero no dura así ni un día.

Cuando mis párpados empezaban a traicionarme decidi salir a pasear a Koda, baje las escaleras con el can en mis brazos sin dificultad, una perra pequeña de no mas de 5 kilos.

En la entrada le coloque a Koda su correa, tome mis botas negras que también estaban en la entrada ya que en la casa no usamos zapatos, con patineta en mano y abrigo puesto salí, pero al abrir la puerta me encontre con una chica dormida en el marco de la reja del patio, me acerque y distingui a la chica.

— No puede ser, Rocío — De no ser por la diferencia de altura la cargaria hasta nuestra habitación, pero me es imposible, asi que la medio desperte, o más bien Koda se emociono de verla y le lamio la cara entera a lo que la chica reacciono con unas risas muy bajitas, sus mejillas se alzaban al formar una sonrisa, se veia adorable.

—Uda— Balbuceo aun medio dormida, con todas mis fuerzas la tome y puse uno de sus brazos por encima de mi hombro, y coloque mi mano en su cintura, solte la correa de Koda y le silbe para que me siguiera hasta el interior de la casa.

Subimos las escaleras a tropezones, una vez en la habitación la deje en su cama, no sin antes quitarle la sudadera que traia y los zapatos, la tape con el cobertor, y salí del cuarto, si se habia ido de casa sin decirme nada era por una razón, asi que seria mejor dejarla sola.

Tome una cobija y me acomode en el sofa de la sala, no es nada cómodo, pero no quiero incomodar a Rocío.

RigthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora