—Lo haré —dijo decidido, con una pequeña sonrisa.

—Muchas gracias —tomó su mano y besó el dorso, galante—, la fiesta de mi padre es en cinco días, significa mucho que me ayudes con esto.

—No es problema, su majestad, me alegra poder ayudarle.

—Es un gustito escuchar eso —se puso de pie—, los dejo a solas, gracias por su tiempo, buenas noches —les sonrió y salió con prisa.

Yuri soltó un suspiro y se dejó caer en la cama, de repente había olvidado todo el dolor de los pies y el dolor de no ver a su familia. Parecía casi mágico.

—Tus pies sangraron mucho hoy.

La cama se hundió cuando Otabek se sentó y el rubio contuvo un quejido cuando sintió que tomó su pie derecho.

—Con cuidado, duele.

—Abriste heridas que ya habían cerrado, deberías dejar de bailar.

—Al príncipe le gusta mi baile, no voy a dejar de hacerlo.

—Deja de forzarte así, es peligroso, puedes desangrarte.

—Estaré bien, mientras pueda seguir haciéndolo feliz, estaré bien.

—Esto no es lo correcto para conseguir su corazón, Yuri —murmuró limpiando con cuidado las heridas.

—No tengo otra manera, quiero que se enamore de lo que soy.

—Esto no es lo que eres, lo sabes, ¿verdad?

Frunció el ceño y retiró su pie, alejándose de él.

—Esto es lo que soy —protestó, aferrándose a la cama, alejándose más y más—, esto es en lo que me convertí por él, esto soy ahora.

— ¿Qué hay de tu verdadero yo? El que dejaste olvidado por alguien que... —se mordió el labio inferior, joder si lo decía lo iba a lastimar, pero le dolería más luego...

—No lo entiendes...creía que si pero solo me mentiste.

—No, Yuri.

Negó con la cabeza y su estómago se encogió cuando su mano tocó el vacío, su cuerpo se fue de lado y supo qué caería de forma terrible en el suelo por su descuido. Apretó los párpados y espero el impacto, cuando sintió un tirón que le regresó a la mullida cama, evitando el horrible golpe que seguramente se iba a dar.

—Yuri, ¿estás bien? —preguntó alterado, revisándole al llegar a su lado.

—E-estoy bien —carraspeó nervioso.

—Ten más cuidado, pudiste haberte lastimado más.

—No puedo lastimarme, debo bailar para el príncipe.

Suspiró, comprendiendo que no podría hacerle cambiar de opinión, asintió aunque no podía verle y le hizo acomodarse en la almohada. Tomó sus pies y volvió a curarlos con cuidado, debía vendarlos bien para ver si así podía ayudarle un poco.

—Deberías de reconsiderarlo, Yuri, tu familia y tus amigos deben estar muy preocupados por ti.

—Cuando me casé con el príncipe les buscaré y les explicaré todo, ellos entenderán —suspiró y tensó la mandíbula, no quería que le siguiera regañando—. Aprecio tu ayuda pero la verdad no quiero que me sermonees.

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