✨ Capítulo 7 ✨

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—Dime que tú también pudiste ver la poca disimulación de Leo—dijo Tara casi riendo.

El libra la miró serio y paró de caminar de repente. Miró a su alrededor y al divisar un banco, la agarró de su mano y la llevó en esa dirección a rastras.

–Tara, decidí ayudarte porque sentí pena al verte tan apegada a Leo. Y me caes bien, en serio lo haces, pero sé que me usas, sé que estás intentando hacer de cuenta que eres mi amiga solo para darle celos a Leo.

—Landon, no–dijo la chica negando repetidamente con su cabeza.

—No estoy enojado, pero puedes llamarme cuando estés lista para admitirlo.

El chico se levantó, no como quien se levanta al terminar una pelea, era más una mezcla de decepción y tristeza. Se volteó a mirarla a los ojos por unos segundos, asintió con la cabeza y se fue caminando derecho y decidido con la cabeza en alto y lo hombros relajados.

La mañana siguiente Alisha se despertó con la alarma a las 6:30 am. Aquel día iría a la casa de la familia de Cameron a festejar el cumpleaños de su hermanita. Le había comprado un regalo: un pequeño gorrito de lana blanco con un pompón multicolor en el centro. Se duchó y decidió qué ponerse, debía ser cómodo, pero al mismo tiempo lindo. Se puso un jean claro desgastado en las rodillas bajo una blusa blanca y un saco de lana rosado. Se calzó las zapatillas blancas y cepilló sus dientes y luego su cabello claro.

Alguien tocó la puerta con una melodía baja, Gemma seguía durmiendo profundamente, del costado de su boca resbalaba un pequeño hilo de saliva. Abrió la puerta y se encontró a Cameron con su cabeza rodeada por un gorro de lana blanco.

—Hace frío—recalcó mientras le daba uno a ella—. ¿Estás lista? —extendió su mano esperando que ella la agarrara.

Recogió su campera negra del perchero junto a la puerta de entrada y salieron juntos.

Al llegar a su camioneta, una Toyota Highlander blanca, él mantuvo su puerta abierta. Abrocharon sus cinturones y comenzaron su recorrido hacia Phoenix en silencio.

—¿Alisha? —la llamó el castaño sin apartar su vista del camino. Ella miró en su dirección— Quería agradecerte por venir conmigo, definitivamente muy poca gente haría algo como eso y en serio, gracias.

—No es nada, tranquilo.

—No, sí lo es. Espero algún día poder ayudarte de la misma manera que lo estás haciendo tú ahora.

—Puedes pasarme el cable auxiliar y estaríamos a mano.

Cantaron al compás de la melodía de Wonderwall, Idfc y muchas otras canciones hasta que a 4 horas de estar conduciendo tuvieron que parar.

Gemma acababa de despertarse cuando escuchó que sonaba la campana de comienzo de clases a lo lejos.

—Mierda...–susurro repetidamente.

Había olvidado que Alisha no estaría esa mañana y no había puesto su alarma. No tenía tiempo para cambiarse y tampoco le importaba lo que los demás pensarán. Se calzó unas zapatillas rápido, agarró su mochila y salió corriendo de su habitación mientras peinaba su cabello utilizando sus dedos. Sus pantalones rosados con cuadros y su remera verde gigante no la favorecían, pero en ese momento no tenía redundancia.

—Usted debe ser Gemma Jules—dijo la profesora de matemática.

La señora la miraba con sus ojos marrones bajo una pesada y grumosa capa de maquillaje plateado, tenía manchas de máscara de pestañas por todos los parpados. Sus labios arrugados se mostraban fucsias y su pelo teñido de caoba permanecía en un moño desordenado.

—Sí, lamento haber tardado, es que olvide que mi compañera de cuarto no estaría y no puse la alarma.

—Pues eso no es suficiente, deberá pedirles a sus compañeros lo que hagamos hoy y quedarse fuera de clase.

—Por favor, no volverá a pasar.

—Debe aprender la lección señora Jules, ahora salga—dijo apoyando su mano sobre el hombro de la castaña y acompañándola con este fuera.

—Váyase a la mierda.

La géminis caminó por los pasillos hasta encontrar un banco donde sentarse. Lo encontró frente al patio donde las ardillas correteaban pájaros y las hojas de los árboles se sacudían frenéticamente. Era de madera marrón oscura con algunos parches negros, estaba húmedo al tacto, pero no mojaba la ropa de la chica. Se sentó, cerrándose luego el cierre de la campera.

Sacó un libro de su mochila "Will Grayson, Will Grayson" de John Green, su favorito hasta la fecha, y comenzó a leerlo. Era tan original y sus metáforas y enseñanzas la conmovían.

Al escuchar movimiento a su lado, levantó la vista y vio a una ardilla marrón rojiza con su cola larga hacia arriba.

—Oh, hola pequeñito, ¿Te gustaría un maní? —dijo revolviendo entre sus cosas y buscando el paquete de manís que le había quedado del viaje—. Toma—dijo extendiendo su mano hacia el animal—, puedes llevártelo—la ardilla agarró la comida y salió corriendo.

En la sala de Historia Aria y Travis charlaban animados.

—¿Viste sus pantalones?

—Parece que se cagó encima y tiene el coso colgando.

—Eso me dio nauseas hasta a mí—dijo el castaño riendo.

—Señor Mitchell, me alegro de que este feliz, pero ¿podría estar feliz fuera de mi clase?

—No lo diga dos veces—dijo mientras agarraba sus libros y le hacía señas a Aria con la cabeza para que lo siguiera.

Ambos salieron del salón y caminaron riendo mientras se shusheaban el uno al otro por los pasillos. Pasaron por al lado del banco donde se encontraba Gemma, la chica le sonrió mientras levantaba sus cejas con cara de malpensada.

Fueron hasta las gradas que se encontraban afuera, alrededor de la cancha de futbol y se sentaron en las más altas. Se podía observar mucho desde allí.

—Eso fue divertido—le dijo la chica.

—Tú eres divertida, eres una de las chicas más entretenidas para pasar el rato. El viernes de la semana que viene, unos chicos y yo, organizaremos una fiesta, tal vez querrías venir y estar conmigo. Puedes traer a tus amigos.

—Claro, espérame ahí.

El chico giró su torso abruptamente y miró a la castaña de pelo largo profundamente a los ojos. Colocó la mano en su nuca y la acercó hacia él delicadamente hasta juntar sus labios en un beso apasionado.

—¡Vamos Mitchell!¡Ya era hora hombre! —gritó un chico rubio desde abajo de las gradas mientras aplaudía.

Hacia el final del beso sus labios se tornaron en una sonrisa.

—Ya gané la apuesta, me parece que debes darme 30 dólares—le dijo el castaño mientras se iba sonriéndole de lado.

Su cara se había transformado completamente.

—Gracias por ayudarme a ganar el dinero, amor. Pero no dudes en pasar por mi habitación si me necesitas.

—¿A quién mierda crees que le hablas así? —dijo una voz temblorosa a su espalda.

Aria se dio vuelta y vio al rubio de piscis mirando a Travis.

—¿A quién crees tú que le hablas sabandija?

—A ti.

—Te crees muy valiente ¿eh? Ya verás cuando...

No pudo terminar de hablar cuando el rubio había depositado un puñetazo seco en la mandíbula del castaño que causó que este cayera al piso. Minutos luego, ambos se sumergieron en una pelea donde puño iba y venía y Aria no podía hacer otra cosa que mirar.

~💛~

¡En 10 minutos se viene la segunda parte!

Drama Zodiacal (DESCONTINUADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora