03. Ángeles, perros y... ¿conejos?

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Si alguien le hubiera preguntado a Bakugou Katsuki como fue su día, el habría respondido que fue una mierda.

Entonces le hubiera cerrado la puerta en la cara y se hubiera lanzado en el sofá, no importaba que necesitara una ducha después de haber pasado dos días consecutivos en la comisaria. Cada vez que se acercaban a las respuestas de los casos de asesinato, el criminal avanzaba dos pasos... y eso le estaba volando la cabeza.

Entonces su jefe cansado de su mal humor (lo cual no es cierto, no importa cuántos lápices hubiese partido o cuantas mesas hubieran sido lanzadas contra la pared respaldaran a su jefe), lo mando a casa por la tarde después de haberlo hecho escribir un tedioso reporte, si Bakugou vio la sonrisa en su rostro prefirió por primera vez en mucho tiempo no iniciar una juerga en el trabajo, estaba demasiado cansado para eso.

Bakugou respiro profundo y giro en su sofá de cuero. El techo era blanco, demasiado blanco, quizás lo único relativamente bueno fue la patada que pudo darle a Kirishima en la espinilla después de haberlo dejado a su suerte la noche anterior.

El contestador seguía sonando, posiblemente era su madre, la había evitado como a la peste. Hasta el punto de haber lanzado su celular contra la pared a la primera oportunidad que había aparecido. (Esto de ninguna forma era una prueba de su mal carácter)

El café era bueno, pensó Bakugou, la pequeña basura verde no era tan desagradable como para no darle una visita al día siguiente, se las iba a cobrar...

Con estos pensamientos Bakugou Katsuki cayó en un sueño profundo.

Soñó con ojos verdes abiertos en admiración, y teñidos con una pizca de miedo.

Cuando Midoriya abrió el café temprano a la mañana siguiente, decidió que sería una buena idea limpiar los filtros de la cafetera, era demasiado temprano como para que algún cliente estuviera esperando un pedido, o para que Todoroki-kun apareciera con preguntas extrañas.

Sus orejas se calentaban al pensarlo demasiado...

Con un trapito saco la primera boquilla, estaba tan concentrado que no escucho el tintineo de la puerta o el chillido de la silla contra la madera. Sin embargo, en el momento en el que Midoriya dirigió sus ojos nuevamente a la parte delantera de la tienda, sin duda alguna...

Creyó ver un ángel.

Hasta que el ángel le gruño.

—Bienvenido... —musito, era el mismo tipo de ayer. Bueno en su mayoría sin duda parecía que había tenido una buena noche de sueño y su traje estaba bien planchado incluso tenía una corbata anudada en el cuello, Midoriya continuo—. ¿En qué puedo servirle?

—Un café, tres de limón, dos de jengibre y uno de menta —Quizás el mostrador los separase pero para Midoriya estaban muy cerca. Quizás este hombre no era tan malo... La sonrisa de Katsuki repentinamente se volvió afilada—Todo a nombre de la casa.

Los ojos de Midoriya se abrieron, y su boca estaba muy seca— ¿Qué? ¿Por qué diablos voy a hacer eso? —Soltó.

El hombre... Bakugou Katsuki, recordó Midoriya en la bruma de ira. Seguía sonriendo, Katsuki puso su codo en el mostrador. Cuando venía a chantajear a la gente Bakugou era el mejor del departamento de investigación según palabras de Aizawa.

—Alguien dijo que había escupido en café, eso es una razón lo malditamente buena como para llevarte con los de sanidad, ellos no son tan amables como lo soy yo.

—Pero yo... —Replico Izuku.

Bakugou saco su teléfono del bolsillo, era uno viejo de tapita lo abrió con el dedo pulgar y empezó:

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