XIV. Promesa a la luna

Start from the beginning
                                    

—Pero, lo he engañado infinidad de veces que ya dudo de mi amor, a veces no quisiera mover un dedo por nosotros. Quisiera que me dejara en el olvido.

—Eso es imposible, ven —Hizo un movimiento con la mano para que me acercará, me rodeó con sus brazos como una hermana cariñosa-. Todo va estar bien, vamos a salir de esta situación.

Mi primo cumplió su palabra de no conseguir más clientes para mí, razón suficiente para pasar el resto de día encerrada en mi habitación, viendo videos eróticos, teniendo fantasías y pensando como podía sorprender a Lara. Mateo estaba todo el día en compañía de Ofelia, nunca me pasó por la mente que el hielo en su corazón podía derretirse, ya que se mostraba muy cariñoso con ella, mi tía Lilia se hizo muy amiga de la mamá de Enrique por lo que se había ido a tomar un café con ella. Tenía casa sola y resulta que yo estaba más sola que la casa.

En mí falta de imaginación entre a internet para buscar ideas, entre a una página la cual tenía un pequeño cuadro para citas calientes. Sin pensar di un pequeño click, y sin pensar terminé teniendo cibersexo con un total extraño.

No miento cuando digo que me sentía sucia, al grado de provocarme arcadas.

Es cierto que el amor se demuestra con acciones, no con palabras o cosas materiales, se demuestra con cosas que pensaste que no serías capaz de hacer y que las haces porque estás dispuesta a no perder a la persona que te hace soñar despierta, que te hace enojar, pero al siguiente minuto esta perdiendo la dignidad haciendo caras chistosas y tontas para hacerte reír.

‹Todo poderoso si hay otra vida, por favor, no me hagas una enferma sexual que tenga que conciliar a su galán con cosas extremas› medité manejando a conseguir lo que necesitaba para sorprender a mi prometido.

Cuando tenía todo listo le hable a Martín para que terminara de cocer el asunto.

El sol ya se estaba ocultando, me había tomado bastante en planear todo, afortunadamente era una persona que le gustaba mucho ahorrar, sino hubiera tenido un gran problema.

Quique llegó en su carro negro vestido en ropa deportiva, miraba para todos lados buscando a Martín, él no llegaría jamás. Cuando miró en mi dirección, abrió tantos los ojos que pensé que se le iban a salir.

Caminó hacia donde me encontraba pidiendo permiso a un pie para mover el otro, pero que esperaba si estaba molesto.

—¿Qué haces aquí vestida así? ¿dónde está Bécquer? espero no me haya hecho venir para nada —sentenció con el entrecejo arrugado.

No dije nada, levanté una mano como señal y los músicos salieron de su escondite, tocaron las mañanitas en un estilo gracioso, al terminar continuaron con una canción que se llamaba: «Somos todo y nos pertenecemos»

...Y no fue fácil entender que contigo se terminó eso de perder, que no es nada material, que lo sentía en carne viva porque era tan real, tan hermoso que parece el edén. Estando a tu lado somos todo y nos pertenecemos...

—¿Te gusta? —Me acerqué a su oído para que escuchará mi voz —No estás obligado a contestar, pero tienes que saber que quiero volar contigo a algún lugar que no esté en el mapa y que soy tan patética que solo encontré este globo aerostático para buscar ese sitio, si me perdonas prometo no aventarme de él una vez que esté en el aire, de lo contrario tendrás una muerte en tu conciencia —declaré con voz temblorosa.

—Odias las alturas —respondió.

Rodeó mi cintura con su brazos con la frente pegada a la mia y sus labios seduciendo los míos, estábamos conectados en un mirada tan dulce que maldije en mi interior lo irresistible que resultaba.

Ninfómana.Where stories live. Discover now