Capítulo Cero.

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—Mamá, estaré perfectamente—aseguré mirando a Miranda Roswell, mi madre, mientras trataba por décima vez arreglarme el cabello.

Me alejé un paso por las dudas. Choqué contra la espalda del señor que nos seguía en la fila del terminal de buses. Él me dio una mala mirada, por eso odiaba los espacios concurridos.

—Pero, Faith—se quejó—. Tienes apenas dieciséis años, ¿Qué harás sola en la ciudad?

Se mordió el labio tratando de contener las lágrimas. Miré sus ingenuos ojos verdes llenos de amor maternal.

—Estudiaré muy duro, mamá. Sabes que he luchado toda mi vida por esta beca.

Frunció los labios y asintió, fingiendo ser valiente.

—Lo sé, tranquila—murmuró levantando la cabeza—. Es que te voy a extrañar demasiado, eres mi bebé.

Dio un salto para abrazarme apretadamente. La dejé unos segundos, ella lo necesitaba, luego me removí para que me soltara.

—Mamá—suspiré al ver sus ojos llenos de lágrimas—. Vendré cada fin de semana. Además, siempre tendrás a Jayden en casa. Él nunca se irá.

Ella me dio una sonrisa temblorosa. Una voz sonó a mis espaldas.

— ¿Qué pasa con Jayden?—preguntó.

Me volteé lentamente. Mi hermano estaba detrás de mí con su típica sonrisa socarrona. Sus ojos grises y su cabello estilo acabo-de-salir-de-la-cama era lo más característico en él. Eso y su romanticismo, o idiotez, como prefieran verlo.

— ¡Jay-Jay!—lo miré nerviosa—. Yo decía que ahora que me voy… tú podías... tú serias...

— ¿Un teletubi?—trató de aportar mamá.

—Eso fue a sus cinco años—murmuré.

Frunció el ceño.

— ¿Cuándo olvidarán eso?

Saqué y desbloquee el teléfono como respuesta. Mi fondo de pantalla era una fotografía de Jay a los cinco años en un traje de teletubi amarillo.

—Esa es mi respuesta.

Su respuesta fue cogerme en volandas y dar vueltas conmigo.

—Te extrañaré mucho, Mack.

—Volveré el fin de semana—le recordé rodando los ojos.

Hizo un puchero. Jayden, mi hermano mayor y cómplice en todas mis travesuras, era también mi mejor amigo. Le extrañaría demasiado.

—No será lo mismo si no veo tu horrible cara todos los días—murmuró. Le abracé unos segundos—. Nunca hemos estado tanto tiempo separados—se quejó.

Eso era cierto. Desde que tengo memoria nunca habíamos pasado más de dos días separados antes de montar una rabieta para que nos juntaran. Éramos terriblemente protectores entre nosotros, sobre todo Jayden. Mi estatura me quitaba credibilidad.

—Serán cinco días—lo empujé suavemente—. Cálmate, Jay-Jay. Volveré para nuestro tiempo de calidad.

Traducción: sábado frente al televisor mientras nos llenábamos de comida.

—Si no lo haces, iré a esa estirada escuela, te tomaré sobre mi hombro y te secuestraré, ¿Fui claro?

—Como el agua más cristalina.
Me abrazó una vez más.

— ¿Tienen los pasajes?—pregunté.

Asintió, aún apesumbrado.

—Papá los tiene—confirmó.
Miré sobre su hombro. Mi padre, James, hablaba en voz baja con mamá.

Kayden.Where stories live. Discover now