—¿Hola?

—¡Conseguí un empleo! —casi gritó.

—¿Quién habla? —Kibum se rió.

—Soy yo, tonto. Me quedare en una peluquería que está cerca del centro comercial, mi hora de salida es a las siete treinta de la noche —Kibum contuvo la respiración por un momento y sonrió— Minho... Ya tengo un trabajo...

Se estaba controlando bastante puesto que tenía ganas de llorar. La confianza entre ambos aumentó y Kibum ya le daba algunos apodos.

—Esto debemos de celebrarlo, puedo pasar por ti cuando salga de trabajar, ¿Qué dices? Podemos ir a comer algunos pinchos de salchichas.

—Eso suena bien —estaba demasiado feliz y Minho pudo percibirlo en su voz sin necesidad de sentir su aroma.

—Entonces es una cita.

Kibum quedó con los ojos bien abiertos y escuchó el sonido del celular colgando, su corazón latía tan exorbitante y la cabeza le daba vueltas, no quería creer que estaba sintiendo mariposas por alguien que acaba de conocer pero es que ese tipo de detalles tan insignificantes que tenía Minho lo hacían sentir esos retortijones en el estómago y sonreír emocionado.

Esa noche fue espectacular, comieron todo lo que pudieron y bebieron refresco, se la pasaron platicando mientras comían y en el regreso a casa, cuando iban doblando la esquina Minho se detuvo por unos segundos.

—¿Qué sucede? —su repentina actitud lo confundió. Entonces el mayor pasó un brazo por el cuello a Kibum, lo atrajo a su cuerpo en un abrazo y así siguieron caminando. Él no entendía esa acción, el rostro se le enrojeció cual tomate y luego de dar unos pasos más pudo sentir la presencia de dos muchachos que caminaban en sentido contrario y se encontraron cara a cara.

En ese instante Minho agachó un poco el rostro y le dejó un beso en la mejilla. Lo estaba protegiendo. Kibum se confundía más, eso que hacía, ¿Era porque se veía obligado a hacerlo? Él quería creer que no, que verdaderamente no quería que nada malo le pasara. En cada ocasión similar, sentía su instinto protector.

Mío.

Sabía que Minho podía controlar su naturaleza y eso lo desconcertaba, ¿En verdad sentía eso o solo era una distracción para que no intentaran atacarlo? No lo sabía.

Los días transcurrían normalmente y al fin Kibum se pudo comprar algo de ropa más a su medida, le sorprendía que a pesar de la discriminación la ropa para omega fuera mucho más linda que para un beta o alfa, según la chica que atenía la tienda "Servía para cautivar a la pareja", Kibum por el momento solo necesitaba pantalones de su talla y unas camisas algo formales.

—Eso se te ve bien —los fines de semana, Minho siempre se despertaba tarde. Aprovechaba bien sus días de descanso. La noche anterior le tocó dormir en la cama y al salir de la habitación por el aroma del desayuno se impresionó de ver a Key un poco más arreglado.

—Gracias, pensé que ya era tiempo de ir mostrando al verdadero Kibum —se encogió de hombros mientras le servía el pedazo de carne asada en el plato.

—¿El verdadero? ¿Te refieres a que he estado viviendo con un impostor? —Minho se llevó una mano al pecho y fingió sorpresa. Su menor se carcajeó y le dio un golpe en el hombro.

—Me refiero a que ahora puedo consentirme un poco y a ti también. Los desayunos ya son más elaborados, así que no dejes nada en el plato o me enojaré.

No más sumisión - MinKeyWhere stories live. Discover now