Roto

929 82 3
                                    

Minho se había levantado cansado, el tanto reprimir su naturaleza era algo agotador y muchísimo más cuando de un momento a otro la utilizaba. Estaba ya acostumbrado a pasar desapercibido por varias personas y eso era magnifico para él, prefería que lo reconocieran por su ser que por el hecho de ser un alfa, detestaba que el mundo estuviera dividido por esos tres géneros, ¿Por qué le daban mucha importancia? A él le enseñaron que debía de valerse por sí mismo y no por dejar que su naturaleza le hiciera todo el trabajo, eran repulsivas esas personas que se dejaban llevar por esa tonta sociedad que no veía bien a un beta a cargo de las fuerzas armadas o a un alfa barriendo las aceras. Ridículo, esa ciudad y el mundo entero le parecían ridículos.

Cada que tenía la oportunidad de apoyar a alguien lo hacía, a pesar de no tener mucho era muy caritativo, pensaba que aunque no fuera mucho, al menos estaba haciendo un cambio. Fue por eso mismo que la noche anterior le ofreció a Kibum alojo y luego de escuchar su historia sus deseos de apoyarlo se multiplicaban. Se dio una ducha rápida y tratando de hacer el menor ruido posible abrió la puerta de su habitación, sonrió porque su huésped seguía dormido. Era un chico bastante lindo y le pareció un ángel que no sabía que tenía alas, se vistió y fue a preparar el desayuno. Cuando cerró la puerta, Kibum se sentó en la cama de golpe, su corazón estaba como loco, todas esas sensaciones que acababa de experimentar no tenían nada que ver con el celo, fue como si hubiera visto la flor más hermosa del planeta y sintió deseos de poder tocarla.

Ya arreglado fue a desayunar con Minho, le dio los buenos días y se sentó en la mesa de la cocina, Minho le había preparado algo de fruta picada y cereal con leche, le explico que dentro de una hora debería de irse a trabajar y si Kibum quería irse de ahí, solo debía ponerle el seguro a la puerta desde adentro y cerrar con fuerza estando afuera. Percibió su tristeza y como consuelo le dijo que podía volver cuando quisiera, por supuesto que el ánimo de Kibum mejoró. En sus condiciones lo mejor era mantenerse dentro hasta el día siguiente y tomar las pastillas antes de que Minho regresara a casa, nuevamente le pediría alojo. Al parecer su suerte mejoró porque se quedó toda la semana en ese departamento, le ayudó limpiando a fondo y preparándole la comida cuando Minho regresaba de la oficina de correos, él se encargaba de acomodar los sobres y paquetes, se sentía bien con eso y se propuso ascender a gerente para cuando finalizara el año.

Fue muy inesperado el jueves que Kibum le estuvo pidiendo que lo aceptara como su compañero, le propuso que entre ambos se dividirían los gastos del departamento también las labores. Le agradaba que el chico tuviera esa iniciativa pero, ¿Por qué él? Tal vez porque era la única persona de la que podía apoyarse, pensó que si lo rechazaba así se deprimiría y probablemente leería en el periódico del día siguiente la muerte de un joven por quién sabe qué, no quiso pensar más a fondo.

—De acuerdo, supongo que también nos turnaremos para dormir en la cama —Minho se encogió de hombros sonriendo y Kibum saltó de felicidad abrasándolo. El cuerpo de Minho era muy cálido, como una chimenea en invierno, lo hacía sentirse seguro y también querido, fue muy extraño ya que no esperaba oler su tranquilidad y afecto. Era increíble que en tan solo siete días el alfa ya le hubiera tomado algo de cariño, eso lo conmovió mucho.

Minho le compró algo de ropa porque la que tenía —y le quedaba grande— era muy poca, así que juntos fueron al centro comercial y compraron unas cuantas prendas que le servirían de momento y una vez que pudiera ganar dinero le pagaría por la ropa.

Kibum estuvo buscando en el periódico todas las propuestas de trabajo y salió tres días seguidos buscando su nuevo empleo, lamentablemente lo rechazaban por ser un omega, eso lo hería pero entonces recordaba las palabras de Minho y nuevamente levantaba la cabeza y seguía con el camino, finalmente pudo encontrar un puesto como asistente en una peluquería. El anciano de ahí tenía problemas con su espalda y necesitaba que alguien barriera el lugar y recogiera la basura, ese mismo día se quedó a trabajar y pidió permiso para salir a un teléfono público para hacer una llamada, tenía que contárselo a Minho.

No más sumisión - MinKeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora