CAPÍTULO 1. "El inicio de un cuento de hadas"

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—Te lo he dicho Bethany, eres mi mejor amiga. No tengo el valor de alejar a la persona que ha estado para mí en los momentos difíciles, es como dejar un pedazo de mi alma.

—Eso es bastante cursi.

—Tú preguntaste. —Recalco y ríe.

Enciendo la camioneta ahora que ella está más calmada, continúo nuestro camino hasta la nombrada fiesta. Gira y me da una sonrisa pícara, se señala a sí misma.

—¿Sería como tu horrocrux?

Estallo en una carcajada, niego con la cabeza mientras giro en una calle tratando de buscar una casa muy alumbrada con mucho ruido.

—Sí loquita, lo que digas.

Para cuando por fin dejo la camioneta estacionada, camino junto a Bethany con los chicos de la entrada, los saludo y Bethany se gira para decirme que buscará a sus amigas y luego de un segundo a otro se pierde. Entro hasta la sala en la cual noto de inmediato que hace mucho calor, a lo lejos encuentro a Ed con una castaña refregándose mutuamente y en cuando me ve alzo el dedo dándole mi aprobación, se gira sacándome el dedo de en medio, rio caminando hacia la barra.

Observo el panorama decidiéndome cual de todas las chicas que me hacen miraditas se irá al baño conmigo, después de todo, no durará más de media hora y me dará tiempo de ir a dejar a Bethany a su casa.

Pasa al menos una hora y media cuando salgo del baño por segunda vez y me doy cuenta de que no he visto a Bethany en todo ese tiempo, camino hacia la barra mientras le sonrío a la morena que pasa por mi lado, pero niego inmediatamente en que recuerdo que tengo que ir a encontrar a Beth. Cuando llego me paro de puntillas buscándola, la encuentro casi del otro lado de la sala y suelto el aire contenido.

La observo desde la barra, frunzo los labios al beber mi vaso de licor y siento como me quema en el recorrer de la garganta, alzo una ceja con diversión cuando desde lejos me pide acercarme, al parecer, quiere irse. Según mis recuerdos, yo tenía que llevarla a casa al terminar la fiesta, después de todo, habíamos llegado juntos.

Me acerco, tratando de hablar, o prácticamente gritar pues no me escuchaba muy claramente con todo el ruido de la música retumbar en una sala que parecía pequeña con tantas personas. Toma mi mano de manera temblorosa llevándome escaleras arriba, parece nerviosa y acalorada, rio cuando tropieza con los escalones, ella rueda sus bonitos ojos verdes.

—Cuidado Beth, tu papá me matará si terminamos en el hospital.

—Créeme, no terminaremos en el hospital.

—Es bueno saberlo... ¿Qué quieres decir? —Pregunto frenando el paso y deteniéndonos a medio pasillo, me mira, sus pupilas están dilatas— ¿Bethany?

Sin previo aviso, ubica sus labios en los míos, sus manos sostienen mi cabello con firmeza, esto no podía estar pasando. Me sujeta por el cuello como si no quisiera soltarme nunca, me tenso rápidamente. Ahora tenía dos opciones; la primera era alejarla y pedirle que no lo volviera hacer porque, aunque la deseaba, no quería darle falsas esperanzas, o peor; lastimarla. La segunda era mandar todo a la mierda, dejarme llevar por lo que sentía y abrir paso a lo que no podríamos dar marcha atrás.

La alejo con mi mayor fuerza de voluntad, estaba desconcertada, sus ojos me lo decían. Limpio mi boca con el dorso de mi mano, y analizo la situación, ni siquiera había notado que la recargué en la puerta de una habitación, la cual estaba justo frente a nosotros, tentador. Niego alejándome aún más, y con pesar hablo con todo mi corazón.

—No, no puedo hacerte esto a ti Bethany.

—¿Por qué? Con las demás chicas lo haces... y no digas que soy diferente porque no lo soy. Soy igual, soy una chica.

—No es porque seas diferente, eres mucho mejor que un acostón de una noche, y más aún de una fiesta de preparatoria.

—¿No te gusto? ¿Es eso?

—Bethany, no hagas que me arrepienta mañana, vamos, te llevaré a casa. —La intento tomar y se aleja.

—¡No! Me quedaré, no puedo creer que pienses que aún soy una niña Sawyer, yo siempre te he querido, no me hagas esto.

—Estás borracha, no piensas bien.

—Tú también estás borracho. — Se acerca mucho a mí, y esta vez no me alejo.

Pasa sus manos por mis mejillas hasta bajar por mis hombros y pecho, sonríe cuando no la detengo. La tomo por la cintura y levanto sus piernas haciendo que las envuelva alrededor de mi cintura y abro la puerta, ella la cierra justo después de entrar a la habitación, la pego sobre esta, recargando mi frente en su pecho, cierro los ojos.

—Realmente no quería tocarte, te tenía en un altar con un letrero de prohibida, y ahora me has hecho caer. —Hablo con la respiración entrecortada, siento su caricia en mi cabello.

—Ambos caímos. —Susurra.

No lo pude evitar, la beso dejándome llevar, sé que el estar ebrio no ayudó en poner mucha resistencia tampoco. Me sentía extasiado, como cuando de pequeño mi padre me daba obsequios y la euforia al abrirlos era casi la misma que ahora, y ¡Por Dios! Estaba en el jodido cielo mientras su lengua de forma torpe entró en mi boca haciendo grandiosas cosas ahí. Un gemido se escapa de su parte, y ahí, justo ahí, me pierdo por completo.

Estaba nerviosa, lo podía notar, la alejo de la puerta y con delicadeza la dejo en la cama, saco su camiseta y la arrojo por algún lado del piso, la beso mientras saco el sujetador con cuidado, deslizando lentamente las tiras por sus hombros desnudos para luego depositar una pequeña presión sobre ellos. Beso, chupo y paso mi lengua por cada uno de sus pechos, muerdo uno con cuidado, luego lo soplo y gime suavemente. Me separo y saco sus zapatos al igual que los míos, mi camisa, calcetines y pantalón también se van. Cuando me acerco nuevamente me besa de manera salvaje y decidida, queriendo obtener todo de mí.

Siendo un maldito animal en este momento, arranco sus bragas, ni siquiera me tomo la molestia de sacar su linda falda negra ajustada. Sin contenerme y tomarme el debido tiempo de apreciarla un segundo más, entro en ella, me arrepiento al instante y me siento un estúpido pues olvidé que seguía siendo Virgen, lágrimas rodaron por sus ojos y maldije, sintiéndome avergonzado de haber hecho esto tan desastroso para Bethany.

Me tranquiliza alentándome a seguir, que el dolor pronto desaparecerá, arranco palabras sucias de su boca, la hago tragarse cada gemido y suspiro mientras la beso, supe que la desastrosa entrada que hice ya había quedado en el olvido. Pues ahora, dentro de éstas cuatro paredes de la habitación de algún desconocido, la hice mía por primera vez.

Empujo lento, tratando de ser lo más delicado posible. No quiero lastimarla otra vez, después tomo impulso para ir más duro, más profundo. Sus largas uñas se clavan en mi espalda, sé que esa acción dejará una marca ahí, y cuando Bethany se diera cuenta segura sus mejillas se sonrojarían.

Cuando llega a su punto máximo después de varias embestidas por mi parte, muerdo su labio absorbiendo y tragándome sus suaves gemidos que eran tan dulces como la miel. Paso su rodilla por mi hombro empujando más profundo, tratando de obtener alivio para mis pobres pelotas adoloridas.

Me brinda la sonrisa más bonita que alguna vez había visto en sus labios, sus ojos proyectan una luz y un brillo que jamás había observado tan de cerca. Su pecho sube y baja de manera irregular, apenas se está recuperando y trataba de estabilizar su corazón que bombeaba sin parar a la par del mío, me dejo caer en silencio sobre su pecho cubierto en sudor, la abrazo mientras pasa sus dedos en mi cabello que era un completo caos, cierro los ojos, sabiendo que mañana me arrepentiré de esto.

Más que Sexo©Where stories live. Discover now